By Prof Michel Chossudovsky
Washington announced sweeping sanctions to be imposed on three countries: Russia, Iran and North Korea, following the US House of Representatives vote to impose a three countries’ sanctions “package”.
While the justifications are diverse and unrelated, all three countries are from a military and geopolitical standpoint on the US nuclear “hit list”. They are considered as de facto rogue states, enemies of America.
The “package sanctions regime” is intimately related to the Deep State military agenda.
Moreover it is worth noting that the legislation included a (rather dangerous) clause to “disapprove of any moves the president makes to end the sanctions… and build a better relationship with Russian President Vladimir Putin.”
This clause is visibly intended by the neocon hawks in Washington to constrain the powers of the White House.
In the words of Paul Craig Roberts, they intend to “Put Trump in a box.”
The Congressional bill still requires the endorsement of President Trump, who might exercise his veto.
The China Sanctions Regime
While China was excluded from the Congressional three countries’ “package”, Washington formally intimated in early July that sanctions would also be imposed on China in response to China’s increased bilateral commodity trade with North Korea.
The Congressional bill invoked respectively Tehran’s support of terrorism, Russia’s meddling in the 2016 presidential elections, and North Korea’s ICBM missile tests.
The pretexts with regard to Russia and Iran are largely fabricated. The main sponsor of Islamic terrorism is US intelligence.
http://www.globalresearch.ca/sanctions-against-china-russia-iran-and-north-korea-part-of-a-global-military-agenda-pentagons-world-war-iii-scenario/5601305
Para Thierry Meyssan :
Dicho sea de paso, todas esas “filtraciones” sobre las agendas y contactos de diferentes personas no han aportado absolutamente ninguna prueba sobre las acusaciones contra Trump y su equipo de campaña.
La reorganización del equipo de Trump, después del despido de Priebus, ha sido en detrimento de las personalidades republicanas y a favor de los militares que se oponen al tutelaje del Estado Profundo.
De hecho, ha dejado de existir la alianza con Donald Trump que el Partido Republicano había tenido que aceptar, de mala gana, el 21 de junio de 2016, durante la convención de investidura del hoy presidente de Estados Unidos.
Así que nos encontramos nuevamente ante la ecuación inicial: de un lado, el presidente de la «América Profunda»; del otro, toda la clase dirigente de Washington respaldada por el Estado Profundo –o sea, la parte de la administración a cargo de mantener la continuidad del Estado más allá de la alternancia entre los grupos políticos.
Es evidente que esa coalición cuenta con el respaldo del Reino Unido y de Israel.
Y sucedió lo que tenía que suceder: los líderes demócratas y republicanos se han puesto de acuerdo para contrarrestar la política exterior del presidente Donald Trump y mantener sus prerrogativas imperiales.
Con ese objetivo acaban de adoptar en el Congreso una ley de 70 páginas que impone oficialmente sanciones contra Corea del Norte, contra Irán y contra Rusia [2].
De manera unilateral, ese texto impone además a todos los demás Estados del mundo la obligación de respetar las sanciones comerciales estadounidenses.
Por consiguiente, esas sanciones se aplican de hecho tanto a la Unión Europea como a China, al igual que a los Estados oficialmente designados como blancos de esas medidas punitivas.
Sólo 5 parlamentarios se separaron de esa coalición y votaron en contra de esta ley: los representantes Justin Amash, Tom Massie y Jimmy Duncan y los senadores Rand Paul y Bernie Sanders.
Varias disposiciones de esa ley prohíben más o menos al poder ejecutivo estadounidense –o sea, a la Casa Blanca y las diferentes dependencias federales– aligerar en alguna forma las sanciones comerciales que el Congreso impone.
Donald Trump se ve así teóricamente atado de pies y manos.
Por supuesto, siempre le queda al presidente Trump la posibilidad de oponer su veto a la ley aprobada por los parlamentarios. Pero, según la Constitución estadounidense, el Congreso sólo tendría que volver a votar el texto en los mismos términos para hacer prevalecer su voluntad ante el veto del presidente.
Así que este último se limitará a firmar la ley para ahorrarse el peligro de sufrir una derrota ante los parlamentarios.
El hecho es que estamos a punto de ser testigos, en los próximos días, de una guerra inédita. Los partidos políticos estadounidenses tienen intenciones de echar abajo la «doctrina Trump», según la cual es mediante su propio desarrollo económico que Estados Unidos debe mantener su liderazgo mundial. Y pretenden, por el contrario, volver a la «doctrina Wolfowitz» de 1992, la cual estipula que, para mantener su posición de predominio mundial, Washington debe obstaculizar el desarrollo de todo posible competidor [3].
Paul Wolfowitz es un trotskista que se puso al servicio del presidente republicano George Bush padre en la lucha contra Rusia. Diez años después, bajo la administración del también republicano George Bush hijo, Wolfowitz fue secretario adjunto de Defensa y posteriormente presidente del Banco Mundial.
Pero en la elección presidencial del año pasado, Wolfowitz aportó su respaldo a la candidata demócrata Hillary Clinton. En 1992, Wolfowitz escribía que para Estados Unidos el competidor más peligroso era… la Unión Europea y que Washington tendría que destruirla políticamente, e incluso en el plano económico.
La ley que los parlamentarios estadounidenses acaban de adoptar pone en peligro todo lo que Donald Trump había logrado durante los últimos 6 meses, específicamente en la lucha contra la Hermandad Musulmana y sus organizaciones yihadistas, la preparación de la independencia de la región de Donbass –que acaba de anunciar que pasará a llamarse Malorossiya (Pequeña Rusia)– y el restablecimiento de la Ruta de la Seda.
Como primera medida de respuesta, Rusia ya hizo saber a Washington que tendrá que reducir el número de funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Moscú al número de funcionarios que cuenta la embajada rusa en la capital federal estadounidense, o sea 455 personas, 755 diplomáticos expulsión.
Moscú hace notar así que si ha existido algún tipo de interferencia rusa en la política estadounidense, no se trata ciertamente de nada comparable con la envergadura de la injerencia de Estados Unidos en la vida política rusa.
Por cierto, el 27 de febrero pasado, el ministro ruso de Defensa, Serguei Choigu, anunció al parlamento de la Federación Rusa que sus fuerzas armadas cuentan ahora con la capacidad de organizar –ellas también– «revoluciones de colores», algo que Estados Unidos viene haciendo desde hace 28 años.
Mientras tanto, los europeos ven con estupor como sus amigos en Washington –Barack Obama, Hillary Clinton, John McCain– acaban de bloquear toda esperanza de crecimiento en los países de la Unión Europea.
Sin embargo, a pesar de esta cruel sorpresa, los europeos siguen sin entender que el supuestamente «imprevisible» Donald Trump en realidad es su mejor aliado.
Totalmente aturdidos por ese voto del Congreso estadounidense, que los sorprende en plenas vacaciones de verano, los europeos no hallan nada mejor que ponerse «en posición de espera».
A falta de una reacción inmediata podrán verse arruinadas las empresas que invirtieron en la solución de la comisión europea encargada de garantizar el abastecimiento energético de la Unión. Wintershall, E.ON Ruhrgas, N. V. Nederlandse Gasunie y Engie (la antigua GDF Suez) están implicadas en la construcción de la nueva tubería paralela a la tubería ya existente del gasoducto Nord Stream, trabajo ahora prohibido por el Congreso de Estados Unidos.
Con ello pierden esas empresas no sólo la posibilidad de presentarse como aspirantes en procesos de licitaciones en Estados Unidos sino también todos sus fondos depositados en suelo estadounidense.
Se les bloquea además de inmediato todo acceso a los bancos internacionales y no podrán continuar sus actividades fuera de la Unión Europea.
El gobierno alemán ha sido, por el momento, el único en expresar su descontento. No se sabe si logrará convencer a los demás gobiernos europeos y obtener que la Unión Europea se rebele al fin contra su amo estadounidense.
Nunca antes se había visto una crisis similar y por tanto no existen puntos de referencia que permitan anticipar el curso de los acontecimientos.
Es probable que varios Estados miembros de la UE defiendan, aún en contra de sus socios europeos, los intereses de Estados Unidos, o más bien la versión de esos intereses que presenta el Congreso estadounidense.
Como cualquier otro país, Estados Unidos tiene derecho a prohibir a sus empresas que mantengan relaciones comerciales con tal o más cual Estado extranjero, así como a prohibir los intercambios con empresas de otras nacionalidades.
Pero, según la Carta de las Naciones Unidas, ningún Estado puede imponer a otro sus propias decisiones en materia de comercio.
Y eso es lo que hizo Estados Unidos con su política de sanciones contra Cuba [4].
En aquel momento, por iniciativa de Fidel Castro –que no era comunista–, el gobierno revolucionario de Cuba inició una Reforma Agraria que no fue del agrado de Washington [5].
Los países miembros de la OTAN, cuya última preocupación era la suerte de aquella islita del Caribe, se plegaron a aquellas sanciones.
Poco a poco, el soberbio Occidente pasó a ver como algo normal el tratar de rendir por hambre a los Estados que se resistían al poderoso amo estadounidense.
Hoy vemos, por primera vez, como la propia Unión Europea se ve directamente afectada por una forma de dominación que ella misma ayudó a instaurar.
Más que nunca, el conflicto entre Trump y el establishment estadounidense adopta una forma cultural. En ese conflicto se enfrentan los descendientes de los inmigrantes que llegaron a Estados Unidos en busca del «American Dream» [6] y los descendientes de los puritanos que llegaron a América a bordo del Mayflower [7].
(No creemos que la lucha sea entre el 'American Dream' y el 'Mayflower'. La lucha está anclada en la dinámica de como elegir, en la praxis, la mejor y mas rápida forma de como llevar a cabo
Eso explica, por ejemplo, las críticas de la prensa internacional sobre el lenguaje, ciertamente vulgar, del nuevo jefe de prensa de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci. Hasta ahora, Hollywood había reflejado sin problemas los modales poco convencionales de los hombres de negocios neoyorquinos. Pero ese lenguaje soez es presentado ahora como algo incompatible con el ejercicio del poder.
El ex presidente Richard Nixon solía expresarse así y fue una de las cosas que se le reprochó cuando el FBI organizó el escándalo del Watergate para obligarlo a dimitir. Sin embargo todos reconocen que Nixon fue un gran presidente –puso fin a la guerra de Vietnam y reequilibró las relaciones internacionales al establecer vínculos diplomáticos con la República Popular China, frente a la URSS.
Resulta sorprendente ver a la prensa europea repetir hoy el argumento puritano, religioso, contra el vocabulario de Scaramucci para juzgar la competencia del equipo de Trump en materia de política.
El futuro del mundo puede estar en juego tras lo que hoy parece una simple lucha de clanes. Es posible que esté en juego la posibilidad de que ese futuro esté hecho de enfrentamiento y dominación o de que sea un futuro de cooperación y desarrollo.
Thierry Meyssan
[1] “State Secrets: How an Avalanche of Media Leaks is Harming National Security”, Senate Homeland Security and Governmental Affairs Committee, 6 de julio de 2017.
[2] H.R.3364 - Countering America’s Adversaries Through Sanctions Act
[3] «US Strategy Plan Calls For Insuring No Rivals Develop», Patrick E. Tyler, The New York Times, 8 de marzo de 1992. En la página 14 de esa misma edición del New York Times también aparecen largos fragmentos del informe secreto de Wolfowitz: «Excerpts from Pentagon’s Plan: "Prevent the Re-Emergence of a New Rival"». Información adicional al respecto aparece en «Keeping the US First, Pentagon Would preclude a Rival Superpower», Barton Gellman, The Washington Post, 11 de marzo de 1992.
[4] El autor se refiere aquí a lo que los medios de prensa occidentales llaman eufemísticamente el «embargo» económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, algo que los cubanos llaman simple y llanamente «el bloqueo», debido a su evidente similitud con un asedio de tipo militar. Nota de la Red Voltaire.
[5] «El robo más largo de la historia cometido por un país contra otro», por Jorge Wejebe Cobo, Agencia Cubana de Noticias, Red Voltaire, 19 de julio de 2017.
[6] El llamado “sueño americano”. Nota de la Red Voltaire.
[7] «Estados Unidos, ¿se reforma o se desgarra?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 26 de octubre de 2016.
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Epílogo
Para completar y sutilizar más la compleja lucha entre las clases dominantes en los Estados Unidos, tomamos a James Petras, que, con su característica objetividad y profundidad analítica, nos arrojará más luz sobre el tema en su artículo, "Los centros de poder del imperio: divisiones, indecisiones y guerra civil".
Aquí damos unos extractos del mismo:
Con el ascenso de Donald Trump a la presidencia estadounidense, el gobierno imperial se ha convertido en un campo de batalla muy disputado, en el que compiten inflexibles aspirantes con la intención de derrocar al régimen democráticamente elegido.
Aunque sean los presidentes quienes gobiernen, en la actualidad toda la estructura del Estado está escindida en centros de poder antagónicos. En estos momentos todos aquellos que pretenden el poder están en guerra para conseguir estar al mando del imperio.
En primer lugar, el estratégico aparato de seguridad ya no está bajo control del presidente, sino que actúa en coordinación con los insurgentes centros de poder del Congreso, los medios de comunicación de masa adversos y las configuraciones de poder extragubernamental de los oligarcas (empresas, comerciantes, fabricantes de armas, sionistas y lobbies que defienden intereses específicos).
Algunos sectores del aparato del Estado y de la burocracia se dedican a investigar al ejecutivo, filtrando sin reservas informes perjudiciales a los medios, distorsionando, fabricando o magnificando incidentes. Están públicamente empeñados en un camino cuya meta es el cambio de régimen.
El FBI, la Seguridad Nacional, la CIA y otras configuraciones de poder están actuando como aliados fundamentales de los golpistas que buscan minar el control presidencial sobre el imperio. No hay duda de que múltiples facciones de las autoridades regionales están a la espera, observando con nerviosismo si el presidente cae derrotado a manos de estas configuraciones de poder rivales o sobrevive y purga a sus actuales directores.
Dentro del Pentágono podemos encontrar a los dos tipos de elementos, los que están a favor del poder presidencial y los que se le oponen. Algunos generales en activo se han aliado a los principales promotores del cambio de régimen, mientras que otros se oponen al mismo. Ambas fuerzas contendientes influyen en las políticas militares imperiales.
Los más visibles y agresivos promotores del cambio de régimen se encuentran dentro del ala militarista del Partido Demócrata. Están integrados en el Congreso y en alianza con los militaristas del Estado policial dentro y fuera de Washington.
Los golpistas han iniciado una serie de “investigaciones” aprovechando su presencia en las instituciones, para generar propaganda destinada a los medios de comunicación de masas y preparar a la opinión pública para que favorezca o al menos acepte un “cambio de régimen” extraordinario.
http://www.lahaine.org/mundo.php/los-centros-de-poder-del
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Chossudovsky, Meyssan y Petras,