Ónticos niveles del Narcisismo
Todos estamos casados con nosotros mismos.
Bajo éste matrimonio nacemos y morimos.
Tanto machos como hembras.
No hay escape de ésta placenta
que todos compartimos.
(Lo único que podemos hacer es tratar
de que al "objeto pulsional"
--como lo llamaba Freud--
no se le note el "sujeto"
que de nosotros mismos le transferimos)
Tipos:
--Unos, los mas enamorados
de ellos mismos,
viven bajo el dictum clerical
de "hasta que la muerte os separe".
--Otros, al cabo de un tiempo,
terminan, en ésta tediosa monogamia,
aburridos con ellos mismos,
pero continuan en la misma cama
(Necesidades mandan)
--Otros, aúnque bajo el mismo techo,
acaban en camas separadas,
amigos, camaradas,
pero copulando clandestinamente
con otras circunstancias y damas
--Otros, cansados ya del espejo
reflector de imagenes cansadas,
llegan al divorcio que los separa
y cada cual navega hacia mejores aguas.
--Otros practican el matrimonio libre
para no tener que soportar siempre
la misma cara,
y se anuncian en el Mercado general
para optar a la mejor ganga.
--Otros se dedican a un aparente celibato
pero que siempre oculta
las mismas eyoculadas
sabanas blancas.
--Otros no encuentran novia
porque el destino no los dibujó
como ellos deseaban,
y un día, desesperados,
se anuncian en la Internet
y asi mismos se hallan...
Todo esto, claro, a grosso modo,
porque aqui, como se supondrá,
hay mucha castaña pelada...
Pero lo que si está claro es que el otro --o la otra-- ,
los otros --las otras--, son siempre para nosotros
objetos pulsionales para satisfacer nuestras pulsionales demandas. Lo que pasa es que, una vez gratificados,
los mitificamos. Lo que pasa es que no atinamos a ver que son proyecciones de nuestra interna Cueva de Platon:
sombras proyectadas sobre la pared
de nuestras endógenas nupcias con nosotros mismos
Yo, por ejemplo, ayer, abriéndo un hueco en la barricada personal, estuve en una situación en la que tuve que acudir a un Marriage Counselor porque ya no podía aguantar mas al otro yo de mi pareja.
El Counselor, extrañado, al verme entrar solo en su consultorio, me espetó:
--¿Dónde esta su mujer?--
--Mi mujer soy yo--, le dije.
--Es que yo estoy casado conmigo mismo.
--¿Y desde cuándo está usted casado consigo mismo?--
--...Pués no lo sé exactamente, pero creo que desde
que se empezó a desarrollar mi libido--
--¿A que edad?--
--Pues, la verdad, muy temprano...--
--¿Podría ser mas concreto?--
--...Tendría...entre tres y cuatro años, creo.
Resulta que una vecina de voluptuosos pechos
me tomó en brazos, y me acuerdo, como si pasara
ahora, que al entrar en contacto con sus tetas
senti, como explicarselo...como una sensacion
nueva que nunca habia experimentado...
Creo que desde éste momento estoy casado
conmigo mismo, doctor. O sea, como puede ver,
éste es un viejo matrimonio, y como siempre ocurre
con el paso del tiempo, pues aparecen las diferencias,
los problemas. Y por eso estoy aqui...--
El doctor tomaba nota y no decía nada.
Al fin, levantó la cabeza del papel
y me miró con esa cara penetrante e inquisitiva
con la que miran los Marriage Counselor
para ganarse lo que le pagan.
--Mire, por lo que me ha contado usted,
creo que lo mejor que puede hacer
es tomarse en brazos de manera distinta,
tratarse con otra metodología mediante la cual
su pareja, con la que usted está casado,
consigo mismo, experimente
lo mismo que usted aquel día,
porque no dude que aquella vecina
sintió en aquel entónces lo mismo que usted,
porque ella, al estar también casada con ella misma,
transfirió en usted la misma melodia...¿me entiende?--
--No mucho, doctor--
--Vera...Todo es como una continua inter-relación con nosotros mismos que se proyecta hacia afuera usando el concurso, la participación de los otros. Y, a su vez, estos otros estan en el mismo predicado respecto a nosotros. Es decir, sin complicaciones: imaginese que tirasemos un boomerang creyendo que es atraido por el exterior cuando en realidad la llegada final es siempre la misma: nosotros mismos--
Los dos quedamos en silencio.
El Counselor y yo.
Habia entendido pero no entendia.
--Levantese asi mismo de otra manera.
Lanze el boomerang a otro paisaje,
a pesar que ya sabe que volverá a usted lo mismo,
a la misma vecina
Aquel matrimonio con usted mismo que empezó
con la tal dama de pechos voluptuosos es ya pasado.
Aquel matrimonio fue por la iglesia,
la iglesia de su infancia.
Ya es hora de que se case con usted mismo por lo civil,
y con testigos, y con pastel de bodas
Es la madurez.
Es el Transcender.
¿Comprende usted?
Aún resuena en mi cabeza la pregunta.
Y creo que he alcanzado la respuesta.
Lo que pasa es que no podría explicarla.