Thursday, January 21, 2010
"LITTEL BOY" AND "FAT MAN": HIROSHIMA Y NAGASAKY
A la bomba atómica que el Omnis Imperium
lanzó sobre la población
urbana indefensa de Hiroshima,
la llamaron: "Little Boy", 'Muchacho Pequeño'.
A la otra bomba atómica (de plutonium)
que tiraron sobre la población
urbana e indefensa de Nagasaky,
tres días después
(¡¿no pudieron esperar a que se rindieran con la primera?!),
le pusieron: "Fat Man", 'Hombre Gordo'.
Hoy el mundo parece haberse olvidado
del 'Muchacho Pequeño' y del 'Hombre Gordo',
que, como dos personajes de un cuento escalofríante
producido por una Monstruosa Mente,
parece ser que han desaparecido
del consciente y subconsciente colectivo.
Es un olvido extraño,
una rara falta de memoria
en una sociedad tan sensible al terrorismo,
tan opuesta a la violencia,
tan fiel al Orden,
tan apegada a la Ley.
Pero nosotros sí lo recordamos.
Japón lo recuerda.
Los hombres sensibles lo recuerdan.
Es bueno recordar,
es condición 'sine qua num' de saber.
Por eso no dejan saber,
para no recordar,
para no saber lo que ha pasado,
para no saber lo que pasa.
Así, si algún día al Omnis Imperium
le hace falta llamar
al 'Muchacho Pequeño' y al 'Hombre Gordo'
para que traígan de nuevo
la temperatura del Sol sobre la Tierra
...para ese entonces ya,
absolutamente,
no sabremos lo que ha pasado
ni lo que pasa porque nuestra memoria
estará completamente calcinada.
CON EL AGUA AL CUELLO
Con el agua al cuello.
Gota a gota,
fué callendo el agua.
Al pricipio fue una lluvia fina.
Imperceptible.
Desapercibida.
Augurios de corrientes hundídas.
El tiempo amolda,
la costumbre paraliza.
Poco a poco,
del 'homo' al 'sapiens',
lluvia fina.
Cuando el agua estuvo en los pìes aún no se sentía.
Gota a gota,
siluetas hidrahúlicas diluídas.
Pero la marea fué subiendo.
Ya en la cintura,
voces de alarma fumigaron valles,
ecos, lejanías;
habría que hacer algo.
Había que hacer algo urgentemente.
Jaculatorias, invocaciones,
jáculos de shamanes
lanzados en rituales y ordalías,
plegarías y sacrificios a los dioses,
todo valía. Pero nada escuchaba.
El Viento, el Cosmos no oían.
Los sabios aconsejaron parar,
parar y dar la vuelta atrás
para encontrar otra salida.
Pero ya estaban cerradas las cortinas.
Y la lluvia, intensamente, caía.
Consciente del drama,
la Luz se filtraba por rendíjas y celosías
tamizada de eclípses,
de premoniciones sombrías.
El tiempo amolda,
la costumbre paraliza.
Gota a gota,
con el tiempo,
se fué perdiendo la memoria,
lo que se sabía,
y nadie se atrevió a preguntar
que había pasado,
porque el agua maldita subía.
Porque ya estaba en el cuello,
en la garganta,
en las cuerdas vocales,
que comenzaron a emitir sonidos extraños,
a hablar lenguas que nadie entendían,
y en la Babel del momento,
se pidió ayuda,
y nadie acudía.
Ahora eran 'homo sapiens',
naufragos, a la deriva.
Eran una anomalía.
Porque estaban separados de la Naturaleza,
y, al mismo, con el agua al cuello,
afuera de ella, sobrevivían.
Pero tuvieron que crear mitos y cultura,
cuentos, leyendas,
engaños, religiones, filosofias...
y nada les servía,
porque el agua subía y subía.
Y con la inteligencia crecida
construyeron, bajo los pies,
plataformas para ganar altura,
para evitar ahogarse un día.
Y a las plataformas le llamaron Progreso,
Civilización, ventura, dicha.
Y aún siguen con el agua al cuello.
Y todo es normal, natural,
el exceso de agua,
sus creencias, sus valores, sus guías.
El tiempo amolda,
la costumbre paraliza.
Y, al final,
el Tabú fué el agua al cuello,
la lluvia,
que, gota a gota,
con el tiempo,
inundo todas las galerías.
¿"DOBLAR LAS CAMPANAS" O EMPUJAR?
Jesus al latigazo sacando
los mercaderes del Templo
"Señales de los Tiempos"
19 de Enero 2010
"CUBA DEBATE"
'Contra el Terrorismo Mediatico
19 de Enero 2010
manuel cidoncha-hinestrosa dijo:
Quisiera comentar un artículo de Manuel Freytas que se ha extendido por las redes de la comunicación electrónica y que creo que tiene que ser rectificado, en su mensaje final, por conllevar el típico y neutralizante nihílismo burgués.
El artículo dice así:
“Para los niños “informatizados” que juegan a las muñecas con los SMS, para las multitudes que lloran y se conmueven con los ídolos televisivos, para los jóvenes transculturizados con música fashion y cultura tecnotrónica, para las mayorías planetarias “programadas” a diario con individualismo y sociedad de consumo, Haití es solo un punto indiferente en la pantalla del TV.
Si alguien creía haberlo visto todo con las masacres israelíes en Libano y Gaza, o con los exterminios estadounidenses de civiles en masa en Afganistán, Irak o África, estaba equivocado. Haití superó todo lo que una mente puede imaginar.
Ya no se trata de bombardeos selectivos o de masacres militares masivas, se trata de algo peor: La indiferencia masiva (nivelada a escala planetaria) ante la muerte y el sufrimiento de seres humanos.
En solo minutos, un Apocalipsis natural se abatió sobre Haití y enterró entre los escombros a más 50.000 personas (que pueden ser cien mil) convirtiendo a ese país en un cementerio a cielo abierto.
Decenas de miles de cuerpos humanos, de niños, ancianos, mujeres y adultos, permanecen desmembrados, ensangrentados, muertos o agonizando sin atención médica, con dolores, con sufrimiento extremo, mientras los que quedaron vivos y lo perdieron todo deambulan como zombies entre los cadáveres y las ruinas de un país devastado.
Los testimonios de los corresponsales son escalofriantes: “El suelo está lleno de muertos… y a la gente no le importa”. En el Haití fantasma (donde Hollywood y la ciencia ficción se quedaron sin argumento), mientras los vivos duermen entre los muertos, o mientras la víctimas arman barricadas con cadáveres para protestar por la falta de ayuda, el mundo no se detiene. Niños, mujeres, hombres, de la misma especie, con el mismo cuerpo, con las mismas vísceras, con la misma capacidad de sentir y de pensar, continúan indiferentes con su rutina.
Para los niños “informatizados” que juegan a las muñecas con los SMS, para las multitudes que lloran y se conmueven con los ídolos televisivos, para los jóvenes transculturizados con música fashion y cultura tecnotrónica, para las mayorías planetarias “programadas” a diario con individualismo y sociedad de consumo, Haití es solo un punto indiferente en la pantalla del TV.
¿Por quién doblan las campanas?
Doblan por una humanidad que se ha quedado (masivamente) sin sentimientos ante la muerte y el martirio de un semejante.
Doblan por la “población sobrante” de Haití, y por las muchas que vendrán detrás de Haití.
Doblan por el discurso decadente y vacío de los políticos mundiales y de los banqueros que han convertido al planeta en un gran cajero automático.
Doblan por un sistema (el capitalismo) que ha convertido (y nivelado) a los seres humanos en una manada electrónica solo destinada a dos funciones básicas: Consumir y elegir presidentes.
Doblan por la decadencia (de un sistema que agoniza sin morirse del todo), y por el fin de las utopías y de las causas revolucionarias transformadoras.
Doblan por los zombies: Por los de Haití, y por los del resto del mundo, que también caminan, sin rumbo, entre la muerte de las rutinas cotidianas y de las vacaciones.
Doblan por los que creen (de buena fe) que van a cambiar el mundo (criminal y depredador del sistema capitalista) sentados frente a la computadora.
Las campanas de Haití doblan, en fin, por todos nosotros.”
...................................................................................
Y creo que se tenía que rectificar así:
Tremenda.
Verdaderamente tremenda descriptiva
de un Mundo que cala hasta los tuétanos,
de un Cosmos en el que,
a veces,
falto ya de todas las herramientas
para poder lidiar con él,
sólo se nos ocurre decir,
como en el autobús:
-”Parada, que me bajo”-.
Pero éste autobús viaja sin paradas.
Lleva las puertas cerradas
por los mismos que lo conducen.
Y, peor aún,
se nos ha vuelto obsoleto:
su motor ya dió todo
lo que tenía que dar,
ya no cumple las finalidades
del VIAJE COLECTIVO en el que vamos todos,
ya no satisface las necesidades de los viajeros.
Lleva razón el autor:
“Las campanas de Haití doblan por todos nosotros”.
También lleva razón cuando dice,
entre paréntesis,
(¿solo etre paréntesis nos lo dejan decir?):
“el mundo (criminal y depredador del sistema capitalista)”.
Y es entonces cuando esa descriptiva de éste Mundo
que cala hasta los tuétanos,
y del cual no nos podemos bajar
porque lleva todas las puertas y ventanas cerradas
para que nadie se pueda escapar,
éste Mundo del que el autor,
también llevando razón,
y entre paréntesis otra vez,
dice que las campanas
"doblan por la decadencia
(de un sistema que agoniza sin morirse del todo)”
...Y ES ENTONCES, AQUI,
PRECISAMENTE AQUI,
SEÑOR MANUEL FREYTAS,
DONDE USTED OMITE LA HERRAMIENTA DE CLASE PRINCIPAL (QUE DEBIO SER COROLARIO DE SUS ADJETIVOS), LA MISMA QUE NIETZSCHE EXPUSO SIN PESTAÑEAR:
“CUANDO VEAS ALGO TRASTABILLAR, AGONIZAR, EMPÚJALO”.
¿CUANDO VAMOS A DEJAR DE “DOBLAR LAS CAMPANAS”, SEÑOR FREYTAS, Y A EMPUJAR?
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