Hoy, al volver a leer ésta página -y bajo el temporal que vamos-, sentimos que sigue siendo el 1 de Enero cuándo la escribimos (¿Viviremos siempre en un Año Nuevo convertido eternamente en Viejo?). Y por eso, en éste igual e idéntico Hic et nunc la ponemos de nuevo para que ésta Solveig's Song nos siga ayudando a entender lo que está ocurriendo con éste capricho del Universo auto-llamado Homo sapiens (mono-vestido lo llamamos nosotros con irreverencia catártica), ese extraviado y solitario barco sin tierra a la vista que, encajonado entre fiords, sigue sin encontrar su puerto, su refugio, su bahía, dónde echar amarras y en terrafirme descansar el resto de sus días. Y para nosotros esta composición de Grieg siempre ha sido una sintonización muy representativa de esa metafísica nostalgia redentora que acarreamos los humanos y con la cúal --en los momentos adecuados-- logramos alcanzar, a través de la música, y cuándo nos faltan las palabras --aire fútil que le robamos a la respiración para chocarlo contra las cuerdas vocales--, el adecuado sentimiento expresivo de esos extraviados y solitarios barcos de los que todos formamos parte de ese Todo a lo cúal no logramos aprehender su sentido y de ahi que echemos mano al recurso de la música como única forma de adentrarnos en el fondo de ese mar que, entre fiords, debió de inspirarle a Grieg su Solveig's Song.
