Para construir una presa
desviamos el río
y fuimos a dar con él
a un mar distinto
y nunca más pudimos
rescatarlo
de su equivocado destino.
Aúnque la presa
sirvió para regar,
con otras aguas,
tierras de cultivo
que alimentó la vida
y creció lo suprimido,
aquel río desviado
quedó siempre encerrado
en un mar
que no era el suyo.
Y por las noches,
cuándo las mareas
tejen sus suspiros,
se oyen sus lamentos
que chocan en lágrimas
con las tierras de cultivo...
de aquel río
que nunca pudo
regresar a su sitio.
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Cuando el reaccionario de Nietzsche dijo que Dios había muerto, se equivocó; primero porque un invento, algo irreal, no puede morir porque no existe; segundo porque lo que si murió -y sigue muriendo- es el Hombre...ese río ya desviado hacia el mar de la deshumanización y degradación de la alienante dictadura canibalística actúal dónde la Soledad y el Naufragio han crecido a las surrealistas cotas del Now days every one is happy...a pesar de que cada día, cada hora, estamos más lejos de ello y de aqui la recalcitrante afirmación orwelliana en su opuesto.
Una -bien organizada- hidrografía de Ríos Desviados.
(Hombre y Engranajes, Ernesto Sábato, publicado al mismo tiempo que Psicoanálisis de la Sociedad Contemporanea, Erich Fromm. Dos buenas guías para ubicar la génesis del Río Desviado. A esto le podríamos sumar el Manifiesto de Ted Kanczynski. Y para remachar estos clavos no perderíamos el tiempo si añadimos el Malestar de la Cultura y el Porvenir de una Ilusion de Freud...etc., etc...La inteligencia es comestible. Solo hay que saber dónde y de quien hay que comer)