Anda suelto.
Cabos sueltos.
Oscuros cielos.
Presos escapados
que reclutan carceleros.
Comandantes, almirantes,
presidentes, ministros,
generales, gobernantes,
andan sueltos,
impunes,
con premios
y reconocimientos.
Y nadie puede amarrar el barco
a su correspondiente puerto
para detener la barbarie,
lo impuesto.
La orden de arresto está dada.
Todo esta dicho y sabido,
ad nauseam,
ad infinitum,
pleonasmos y remaches,
norias y calco de los hechos.
Pero nos faltan las maromas,
las armas,
los anhelos,
safarnos de la trampa
dónde nos han puesto.
Y la gran paradoja
es que todo está atado y bien atado
para que lo suelto
siga existiendo.
Es el mundo de hoy,
nuestro desconcierto,
donde atar los cabos sueltos
es quimera de Titanes,
augurios sin pensamientos.
Es el mundo
que nos prometieron,
un gran engaño
montado en entibaciones
de minas colapsadas
y hundimientos
Anda suelto...
