
|  | 
| Análisis de James Petras en CX36, 7 de  octubre de 2016 http://www.radio36.com.uy/entrevistas/2016/10/07/petras.HTML 
Nos interesa mucho la sentencia de Gramsci 
de que decir la verdad siempre 
es un acto revolucionario. 
Y es porque aquí está inscrita la verdad, 
no como problema epistemológico 
o como el vulgar cliché 
de que todo es cuestión 
del color del cristal con el que se mira, 
(que si bien el primero tiene alcance  
filosófico y ontológico 
y el segundo como relatividad 
mundana de las cosas), 
sino como una aprehensión de la realidad 
dónde lo objetivo 
se logra separar de lo subjetivo 
y con ello se neutraliza 
el caballo de batalla  
de la ideología burguesa  --y de la filosofía actual-- 
de que todo es comparativo 
y susceptible de opinión. 
De ésta manera la clase dominante --que siempre la tenemos que tener presente-- 
asegura algo muy importante para ella: 
relativiza su opresión 
y asi la hace inconcreta...hasta abstracta. 
Y ésto tiene unas enormes repercusiones ideológicas y valoríticas  
en infinutd de campos y paisajes 
y ayuda a que nos conformemos 
con nuestra interpretación personal. 
Por ejemplo. 
El premio Nobel de la Paz 
otorgado a Kissinger, Obama y Santos. 
Los dos primeros, 
siguiendo el aforismo de Gramsci 
y diciendo  la verdad, 
están --obviamente-- manchados de sangre; 
y Santos, con cerca de diez años 
de ministro de defensa bajo Uribe, 
ídem de ídem. 
Qué pasa...pués que, en éste caso, 
al decir la verdad sobre ellos 
hacemos un acto revolucionario 
porque públicamente iluminamos  
un cuarto a oscuras   
que desbanca al poder: 
primer escalón de la conciencia política, 
de la conciencia revolucionaria. Muy sencillo. Porque los asesinos están en el poder. 
Por eso Petras es un revolucionario. | 

 
 
  

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
