Monday, November 14, 2022
LA PARADOJA DE EPIMÉNIDES (ARGUMENTUM AD IGNORANTIAM) EN LA GUERRA COGNITIVA DEL CORONEL PEDRO BAÑOS-CON POST DATA
NECESARIO POST DATA AL POST DEL SUMARINO NUCLEAR RHODE ISLAND QUE HEMOS TITULADO, IDIOTAS GUIAS DE IDIOTAS, POR SER DESCONOCIDO EN EL UNIVERSO QUE LA TECNOLOGIA DE UNA ESPECIE SE PONGA AL SERVICIO DE SU PROPIA DESTRUCCION
Bruce Brown; p. 14.)
"Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía en algún lugar de la zona tropical - quizás en un extenso continente hoy desaparecido en las profundidades del Océano Indico- una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas.
Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar por el suelo y empezaron a adoptar más y más una posición erecta. Fue el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre.
Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sólo en caso de extrema necesidad y, además, con suma torpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos. La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus largos brazos, como un cojo que camina con muletas. En general, aún hoy podemos observar entre los monos todas las formas de transición entre la marcha a cuatro patas y la marcha en posición erecta. Pero para ninguno de ellos ésta última ha pasado de ser un recurso circunstancial.
Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso entre los monos existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos. Como hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos, como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan con las manos varias operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años. El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.
Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones sumamente sencillas.
Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que puede presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con una degeneración física simultánea, son muy superiores a aquellos seres del período de transición. Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación con él, el período histórico conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta mayor flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de generación en generación.
Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él. Unicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini.
"...Que el 'homo sapiens' representa una malformación biológica --perdido el equilibrio entre razón e instintos-- ya no hay dudas sobre ello; y que, como consecuencia, es el resultado de una via totalmente errónea en el decurso
del proceso evolutivo"
Viena, 1970; pagina 3
"Das Gespenst in der Maschine"
Arthur Koestler,
Viena, 1970; pagina 391
SE CONSUELA DE LOS SUFRIMIENTOS QUE ÉL MISMO SE HA CAUSADO JUSTIFICÁNDOLOS CÓMO EL PRECIO A PAGAR POR SU SUPUESTO 'PROGRESO' DEL CUAL ESPERA LA FELICIDAD...FELICIDAD QUE NO HA ENCONTRADO Y DE LA CUAL SE ALEJA CADA VEZ MÁS...
EN LO MÁS PROFUNDO DE SU ALMA SIENTE CADA VEZ CON MAYOR CLARIDAD QUE ES VÍCTIMA DE UN AUTOENGAÑO. Y ALGO TAMBIÉN LE HACE PRESENTIR QUE SE HAYA EN VISPERAS DE UNOS TIEMPOS FUNESTOS QUE NO LOGRA COMPRENDER NI DOMINAR...
EN ÉSTE SILENCIO QUE PRECEDE A LA TORMENTA, CONTIENE LA RESPIRACIÓN Y ESCUCHA, TEMEROSO, EL LEJANO RUMOR DEL TRUENO, CON LA ESPERANZA DE QUE SUS SENTIDOS LE ENGAÑEN, PERO NO LE ENGAÑAN...
"Der Anfang war das Ende"
"El Principio fue el Fín",
Oscar Kiss Maerth
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