"...Los poemas sólo pueden escribirse:
a) De vuelta de una pesadilla, con un ritmo se sombras.
b) A la puerta cerrada de nuestra casa, borrachos,
y con un ritmo de hipo.
c) Desde el trapecio de la locura, cayendo en el abismo,
sin cuerdas y sin red.
d) Ante el portón abierto de la muerte,
bajo el último aldabonazo de la sangre."
León Felipe
Es la noche.
La maldita noche con sus lanzas,
sus ejércitos de fantasmas,
su Ananké de misteriosas formas,
sus cuadrados y su ataraxia,
sus nímbicas luciernagas,
sus norias y circulos sin agua,
sus destellos de brújulas quemadas,
su epítome de amapolas arrasadas,
sus recuerdos que sangran,
su voraz apetito que nos devora,
sus sentimientos de lunas apagadas,
sus ánforas sin vino taponadas.
Es la noche.
La maldita noche con sus hachas cortadas,
su infacia y vejez que queman memorias,
sus sueños y ojos llenos de estopas,
su penitente péndulo que cuenta las horas,
sus pozos profundos que nos aprisionan,
sus espejos que reflejan nuestra carcoma,
su caligrafía que nos degolla,
su cadalso dónde el amor no aflora,
su silencio que ambalsama auroras,
su cruz y mortaja que ahonda,
sus lágrimas que nos estorban.
Es la noche.
La maldita noche con sus promesas rotas,
sus equipajes vacíos de verdad cósmica,
sus letargos de ríos que no desembocan,
sus selvas que trastornan,
sus veredas que no desahogan,
su rostro oculto que nos aprisiona,
sus preguntas incontestadas de zozobras,
sus abismos abiertos en rocas,
sus sendas punzantes que nos abordan,
sus andamios que se desploman,
sus castillos en la arena que borra,
sus heridas que supuran história.
Es la noche.
La maldita noche con sus promesas rotas.
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