Ha salido el Sol.
La Tierra esta parada.
Cantan unos pájaros.
Los arboles callan.
En el cielo no hay nubes.
En el espacio flotan esmeraldas.
Noche y día,
vida y muerte,
danzan.
Espectadores fugaces
de un mundo que nos abraza,
que nos sube a su regazo
y después nos deja
sin entender qué pasa.
Ahora la luz teje
cortinas abiertas
para que veamos
cuando lo frágil caduca
y desaparece del mapa.
Es tan sólo el momento
el que manda,
ese que siempre
levanta templos en el alma.
Deshecho el ovillo humano,
nos salimos
de su tela de araña;
qué ingravidez,
qué libertad para viajar
sin puertas,
sin fantasmas.
Y uno se queda en silencio,
en nuevas atalayas,
sin hacer nada,
hacíendolo todo,
conciencia de lo eterno,
evolucion alada.
...Y no podemos hacer nada,
nada,
solo nacer y cruzar por la vida
en marcadas etapas:
nos pose la vida
y su dictum nos manda.
Y uno se queda en silencio
--bajo ese mandato--,
obedeciendo:
no podemos hacer nada,
tan solo esperar,
lava subterranea,
en un punto del Universo,
grano de arena
de infinitas playas.
Y uno se queda en silencio,
en una casa,
en un barrio,
en una ciudad,
en un pais,
en un continente,
en un planeta,
en una galaxia
...también grano de arena
de infinitas playas...
