"EL ATAQUE TERRORISTA DE MOSCU ES LA BALA EN LA RECAMARA DEL IMPERIALISMO (...) A MEDIDA QUE UCRANIA SE HUNDE, TRATAN DE ABRIR UN SEGUNDO FRENTE EN EL INTERIOR DE LA PROPIA RUSIA, UN PAIS AL QUE NO VAN A DEJAR NI UN MINUTO DE RESUELLO" (mpr21) Pinchar en la Imagen y SCROLL DOWN

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ATILIO BORÓN ANALIZA LAS ELECCIONES EN RUSIA SACANDONOS DEL BURDO ENGAÑO


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BOMBAS Y PAQUETES DE COMIDA SOBRE GAZA

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SI OMITIERAMOS ESTOS HORROROSOS CRIMENES, PARTICIPARIAMOS EN ELLOS, "PARTICEPS CRIMIS"

"NOT FOUND"... ¡MENTIRA!...ES QUE NO QUEREIS QUE VEAMOS EL INFINITO DOLOR QUE ESTAIS CAUSANDO! ARRIBA, PINCHAR EN ESTO: pic.twitter.com/XGlL5BYLTt Y DESPUES: View

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GAZA: ARCOIRIS APAGADO: LA LUZ HAN ASESINADO

¿Quedará todo Impune y nunca más podrán los pájaros volar? "Facit indignation versum"

FREE WORLD TOUR AND COLLAGE

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EL GRAN INFANTICIDIO

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AL GRANO: THE "AMERICAN LEADERSHIP" TIENE QUE SER PARADO O "LOS DAÑOS COLATERALES" SERAN EL COLAPSO

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LOS DAÑOS COLATERALES DE UNA GUERRA NUCLEAR SON LA HUMANIDAD


Fidel leyéndoselo a Michel Chossudovsky cuándo se entrevistaron en La Habana en el 2010

...¿SOMOS AUN CURABLES? NO, POR ESTO:

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¿DONDE EMPIEZA AUSCHWITZ? RESPUESTA: EN GAZA

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POR QUÉ ASESINÓ EL FRANQUISMO A LORCA

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"La situación del capitalismo hoy en día no es solamente una cuestión de crisis económica y política, sino UNA CATASTROFE DE LA ESENCIA HUMANA que condena, meramente, cada reforma económica y política a la futilidad e incondicionalmente DEMANDA UNA TOTAL REVOLUCION" Herbert Marcuse, 1932 (Acotado de: "Marx, Freud, and the Critique of Everyday Life", Bruce Brown; p. 14.) ¿Qué hubiese dicho hoy, 89 años después?

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¿HACIA LA IZQUIERDA O HACIA EL "SPREADING FREEDOM AROUND THE WORLD" DE LA DERECHA?




"UN SISTEMA ECONÓMICO CRUEL


AL QUE PRONTO HABRÁ

QUE CORTARLE EL CUELLO"

Federico García Lorca ('Poeta en Nueva York')

¡ QUÉ GRAN VERDAD !
PORQUE FUÉ ESE MISMO
SISTEMA ECONÓMICO CRUEL,
PRECISAMENTE,
¡ EL QUE LE CORTÓ EL CUELLO A ÉL !


Friday, April 30, 2021

POR LA GRACIA DE DIOS Y POR LA GRACIA DE FRANCO LOS 'SPANISH GANGSTERS' SIGUEN PROSPERANDO

In Memoriam.
Alfredo Grimaldos Feito.
Regando tú semilla.


...aquellos que se instalaron en el poder por la fuerza de las armas en 1939 
(con Impunes Crímenes de Lesa Humanidad) continuan...ejerciéndolo desde la administración pública, los partidos politicos, y las grandes empresas estratégicas. Sus descendientes han continuado situados en las altas esferas del poder a pesar de la llegada de la democracia.

¡No! ¡Es que si esos talabarteros, 
sucesores y herederos del fascismo, 
siguen en las altas esferas del poder...
¡ESTO, NATURALMENTE,
 NO ES UNA DEMOCRACIA! 
¡ES UN ESTADO FASCISTA!
aúnque el gobierno esté apuntado al PSOE 
que manufacturó la CIA 
bajo otro gangster, Felipe González, 
salido de los astilleros imperialistas



Otro regalito extra para apuntalar
el título de ésta página:


Vayamos al vídeo al que, para a él adaptarnos, podríamos titular, Por la Gracia de Dios y por la Gracia de Franco, los Medios de Incomunicación,
bajo La Voz de su Amo, siguen prosperando

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Thursday, April 29, 2021

NUESTRA VERSION DEL VACUNADO NUEVO ORDEN MUNDIAL. CON POST DATA



POSTDATA:
Lo inapropiado de lo inapropiado

Conocidos me han dicho que ésta imagen es "inapropiada"sinónimo de inadecuado, impropio, inconveniente(Nosotros creemos que lo inapropiado es lo que estan haciéndo con nosotros, claro)

Me han dicho que ésta no es la mejor forma de comunicar con el público, de alcanzar la comprensión del auditorio en lugar de espantarlo y que salga corriendo...Pués no lo sé, la verdad. 

Aquí existe el problema epistemológico de siempre de saber si entre el hecho y su representación (sea la que sea) existe la correspondiente coherencia y significación. 

Sea lo que sea, ésta es nuestra versión --y nos quedamos cortos-- del vacunado conglomerado humano que cruzará el muro del campo de concentración que nos está esperando con los brazos abiertos para comernos mejor, como en el cuento del lobo feroz, y dónde entre los divertidos Mickey Mouse y el Payaso de McDonald's, la niña vietnamita, achicharrada de napalm, nos hacen ver que en el mundo orwelliano y dictatorial que se nos echa encima, éstas dos actitudes, aúnque unas sean grotescas y la otra de infinito dolor, se conjugaran esos implantados vectores de un paralelogramo de fuerzas cuya resultante, para resolverlo, se nos esfumó.

Porque la que se avecina es muy gorda.
Una señora gorda gordísima que, si al menos, la soportaramos entre todos, bien está, pero la va a soportar (como siempre) el gran graderío del circo imperial"Ave, Caesar, morituri te salutant", para que los del palco presidencial (como siempre) se lleven a los paraísos --los fiscales-- todo el botín que de ello emanará, del verbo emanar.

Monday, April 26, 2021

GENIAL PSICOANALISIS DE LA MASCARILLA Y DE LA "GUERRA CONTRA EL CORONAVIRUS". "LA FUNCION DE LA MASCARA-CORONA ES ANIQUILAR LO QUE NOS HACE HUMANOS" Y ASI CONTROLARNOS


El Psicoanálisis más brillante 
de la situación de la criatura humana bajo
el IV Reich de éste Nuevo Orden Mundial

Hoy, la prenda de vestir más usada tiene que ser investigada y analizada porque, al mismo tiempo, desnuda y saca a la interperie unos efectos y causas donde se esconden muchas repercusiones que La Voz de su Amo calla. El uso generalizado de ‎mascarillas quirúrgicas no responde a una necesidad sanitaria sino que en realidad crea y reactiva un comportamiento arcaico de rebaño sometido que obedece y por las calles anda dirigido por sus pastores a distancia. Hoy publicamos el análisis de dos sicoanalistas y ‎sociólogos sobre los efectos mentales del uso generalizado de éste bozal con el que el Régimen controla y desarma. ‎Estos dos especialistas subrayan que el uso constante y generalizado de este bozal crea comportamientos sicóticos, lo cual ya se confirma con el actual y comprobado ‎incremento de los problemas psiquiátricos.

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¡Mucho Más que una Máscara!‎

Jean-Claude Paye

Sociólogo. Último libro publicado en español: El Final Del Estado De Derecho: La Lucha Antiterrorista: Del Estado De Excepción A La Dictadura, (Argitaletxea Hiru, 2008). Último libro publicado en inglés: Global War on Liberty (Telos Press, 2007). 

Tülay Umay

Socióloga, nacida en Anatolia y vive en Bélgica. Trabaja sobre las estructuras sociales y psíquicas de la postmodernidad. Como apoyo concreto a esta investigación, la cuestión del llamado “velo islámico” es objeto de estudio privilegiado, no como objeto en sí, sino como síntoma de nuestra sociedad. 

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La imposición del uso generalizado de la mascarilla quirúrgica se ha convertido en el símbolo de la ‎gestión de la «pandemia». Esta imposición no es de carácter sanitario y demuestra la existencia ‎de un razonamiento que no tiene nada que ver con el sentido común. Es una orden que ‎se presenta simultáneamente como una ley y como la destrucción de la ley. Con esa orden ‎se perpetra una separación del orden político. ‎

Las razones de la imposición del uso generalizado de la mascarilla quirúrgica pueden resumirse de ‎la siguiente manera: sin ella no habría ninguna expresión clara de la «extrema» gravedad que ‎supuestamente tiene el Covid. 

La centralidad del uso de la mascarilla reside en el hecho que, ‎al recordarnos constantemente la «pandemia», esa imposición nos pone también ‎constantemente bajo la mirada del poder, confiscando así nuestra intimidad. ‎

Con esa medida la consciencia se reduce a un «sufrirse a sí mismo». «Experimentar el ‎no poder salir de sí mismo» [1]» no es algo exterior, no ocupa una parte de nuestra existencia sino que ‎se convierte en nuestra vida misma.

Lo que así se siente deja su huella en quien se enfrenta al Covid ya que es un discurso ‎sin palabras, que no puede inscribirse y así tomar cuerpo. Es algo que impide el olvido y que ‎no puede rechazarse. Al reactivarse constantemente, la obligación del uso de la mascarilla ‎nos trae eternamente de regreso al trauma.

El discurso sobre la «pandemia» se opone a la cultura, nos encierra en «la vida desnuda». ‎Ese discurso amenaza la capacidad de todo ser humano de rechazar –para no sentirse ‎petrificado. La máscara-corona revela directamente lo Real humano, más precisamente, su «ser ‎para la muerte».

La obligación se convierte entonces en una ley suprema que condiciona nuestra «libertad» e ‎instituye una relación negativa consigo mismo y con el otro. Nos conmina a renunciar a ‎nuestra vida. Al no poder ser canalizada a través de la cultura, lo real de la muerte abarca la ‎totalidad de nuestra existencia.

De esa manera, la máscara-corona no es la articulación de lo simbólico y lo real. ‎Por consiguiente, ya no es una máscara ya que no hace el papel de velo. Al contrario de la ‎máscara griega o romana, la máscara-corona no oculta el rostro… lo hace desaparecer. ‎

Portar una máscara cumplía una función de protección del cuerpo simbólico. Ahora, la máscara-‎corona es una profanación del cuerpo social e individual. Ya no es, como la máscara de la ‎antigüedad griega, una articulación entre lo visible y lo invisible y ya no permite el posible acceso ‎a algo real pero oculto tras un velo. La máscara-corona es, al contrario, una provocación de ‎lo Real, que permite desencadenar la pulsión de muerte.

La pulsión de muerte es la estructura misma de la pandemia. Genérica y universal, «se basa en ‎una angustia fisiológica y en la rabia impotente» [2] del infans [3], de quien no puede hablar. Impide todo libre arbitrio e induce una aceptación ‎generalizada del uso de la máscara. Esa pulsión se convierte en la reivindicación de un ideal ‎consistente en escapar a la condición humana y aceptar así el paso al transhumanismo. ‎

Un «hacer ver»

Es, efectivamente, en el marco de un «hacer ver» que la OMS recomienda el uso de la ‎mascarilla [4], aunque reconoce que la mascarilla ‎no permite detener el virus ni proteger a quien la porta.

La ventaja que ve la OMS en esa ‎medida reside en la modificación de los comportamientos de las poblaciones, a las que ‎se estimula a fabricar ellas mismas sus propias mascarillas y a participar así activamente en ‎su propia destrucción.

Para la OMS, la mascarilla se convierte también en «un medio de expresión corporal», adecuado ‎para favorecer la aceptación global de las medidas de «protección» [5]. Aunque ‎la actuación del poder tenga por efecto verdadero la propagación de la enfermedad, usar la ‎mascarilla se convierte en un pedido de protección.

La máscara-covid es así una forma de ‎comunión con la autoridad, una adhesión que muestra como aceptamos someternos a ‎conminaciones que nos impiden ser nosotros mismos. ‎

El poder presenta la «pandemia» bajo el aspecto aterrador de una vida contaminada ‎‎ [6]. ‎Su existencia se construye entonces como un hecho social «total, irreversible, imprevisible e ‎irreparable» [7]. El uso permanente de la mascarilla ‎se convierte entonces en el paradigma de la catástrofe.  Es la exhibición, por los portadores ‎mismos de la mascarilla, de las medidas que no sólo no los protegen sino que los debilitan ‎tanto física como psíquicamente. La adhesión al discurso del poder es una fijación mortífera a ‎lo que dice el poder, es el resultado de una técnica de sumisión en la cual quienes llevan el peso ‎de la carga del sometimiento son los individuos mismos que se someten. ‎

Al portar la mascarilla, somos portadores de nuestra culpabilidad –somos culpables de ser un ‎vector de transmisión de la enfermedad, pecado que debemos expiar exagerando ‎nuestra propia sumisión. A pesar de que la instrucción de portar la mascarilla es respetada por la ‎enorme mayoría de la población, constantemente siguen conminándonos a llevarla. Presentada ‎inicialmente como una medida temporal, hoy nos dicen que, a pesar de la vacunación, el uso de ‎la mascarilla seguirá siendo necesario [8].‎

La máscara-corona se inscribe en la ideología de la transparencia. El rostro que la máscara ‎disimula desaparece como simple reflejo de la mirada del otro [9]. ‎Nos remite a una imagen abierta, de la cual el portador no puede ausentarse. La máscara ‎permite así una identificación con la mirada hipnotizante. El resultado es una relación incestuosa, ‎una fusión con el disfrute del poder, que cae en la categoría de lo obsceno. ‎

La máscara como técnica de encierro

En todas partes del mundo, el poder ha puesto en práctica técnicas de aislamiento cada vez más ‎sofisticadas, como las prisiones del tipo F [10] que deben provocar en el preso un estado del privación ‎sensorial. El aislamiento caracteriza la modernidad. Está presente simultáneamente en ‎la sociedad y en la prisión. En la pandemia, la técnica de encierro se vincula a la ‎postmodernidad. El confinamiento, el uso de la máscara o las medidas de “distanciamiento ‎social” no tienen por único objetivo aislar del ‎cuerpo social el cuerpo de quien puede ser portador del covid, también apunta a aislarlo de sí mismo. ‎

El tratamiento que actualmente se da a nuestro cuerpo hace recordar de inmediato la técnica de ‎encierro utilizada en la prisión [estadounidense] de Guantánamo. Ese campo de detención ‎inaugura una nueva exhibición, pero no del cuerpo, como en tiempos de los reyes de Francia o la ‎imposición del trabajo del inicio del capitalismo, sino de su imagen, más precisamente de una ‎negación de la imagen del cuerpo. ‎

‎[En Guantánamo] no sólo se cubría los ojos a los presos poniéndoles ‎antiparras opacas, la nariz y la boca también estaban recubiertos por una mascarilla quirúrgica. ‎De hecho, se confisca el cuerpo del preso, no para someterlo sino para encerrarlo en ‎sí mismo. Nada debe desviar del encierro la mente de un preso ya que el preso debe ver ‎el encierro como algo que no tiene principio y, sobre todo, que tampoco tiene final [11]. ‎

En el uso de la máscara-corona volvemos a encontrar las últimas funciones de un encierro ‎sin límite de tiempo. Cubrir las manos con guantes y el uso permanente de la mascarilla médica ‎no son los únicos procedimientos similares al campo de detención de Guantánamo. ‎En ambos casos, el encarcelamiento es a la vez externo e interno. Nos encierra en nuestra ‎impotencia y nos lleva a un estado, más o menos avanzado, de privación sensorial, elemento ‎productor de sicosis.

Incomunicado de los demás y de sí mismo, el psicótico está ‎‎«en comunicación» sólo con el virus y con las conminaciones de las autoridades.

Los cuerpos ‎enmascarados hacen visible la invisibilidad de la guerra contra el coronavirus, actuando de la ‎misma manera que las imágenes de Guantánamo, que dieron existencia a la guerra contra el ‎terrorismo. ‎

La fábrica de psicosis

A través de las imágenes de Guantánamo el espectáculo mira al espectador por el «hueco de ‎la mirada» [12]. El espectador se ve atrapado en la pulsión escópica, donde ‎lo esencial es mirarse ser mirado. Esa pasividad es participación en el dejar hacer, en el ‎dejar mostrar, en el dejar decir y gozar de ello. ‎

Al igual que la recepción, sin condena explícita, de las imágenes de Guantánamo, el enrolamiento ‎personal en la «guerra contra el coronavirus» es una etapa adicional en la renuncia a nuestra ‎propia humanidad. ‎

El consentimiento ante lo que se dice y se muestra no es sólo pasivo sino también activo. ‎La persona ya no está simplemente en estado de sideración ante algo visible que puede ‎considerar exterior sino que tiene que rehacerse e integrar activamente la movilización que ‎se impone debido a la pandemia, tiene que estar «en marcha», participar en su propia ‎destrucción como ser humano así como en su recomposición como «transhumano». En la ‎‎«guerra contra el coronavirus», ya no hay distinción interior/exterior. Esta fusión de tipo ‎psicótico existe, no sólo a nivel individual sino también societal. ‎

La fabricación de la sicosis es, desde hace tiempo, una ocupación de nuestros dirigentes. ‎   Las técnicas de privación sensorial aplicadas en Guantánamo permitían producir –en sólo 2 días– ‎individuos psicóticos en materia de comportamiento. Esas técnicas eran una aplicación directa ‎de las investigaciones de psicólogos dedicados al estudio del comportamiento, como Donald ‎O. Hebb, de la universidad Mac Gill, en Quebec [13].‎

En el marco de la «guerra contra el coronavirus» y de experimentos como los procedimientos de ‎torturas aplicadas en Guantánamo, el cuerpo es capturado, pero no para destrozarlo ‎como antes, tampoco para disciplinarlo como en la organización capitalista del trabajo, sino para ‎ser aniquilado. Se trata, en este caso, de una condición previa, el objetivo es imponer una ‎reconstrucción en el marco del transhumanismo. ‎

Una captura de lo Real

La «guerra contra el coronavirus» va más allá de la «lucha antiterrorista». No está ‎en conflicto contra una parte de la población sino contra una categoría de la población, pero ‎convoca lo Real, ataca la posibilidad misma de lo viviente. El poder, a través de la tecnociencia, ‎compite con lo que se le escapa permanentemente. ‎

El uso de la máscara es una anticipación de la captura de lo real humano. Se inscribe en un ‎procedimiento de evitación relacional que hace que el otro deje de existir. Se captura algo de ‎lo Real: el deseo de relacionarse. A partir de ahí, la gente que se pone la máscara ya no es ‎portadora de la palabra sino del grito de quien se ha convertido en nadie. Esa gente exhibe ‎a la vez el rechazo al otro y lo que resulta de ese rechazo, su propia aniquilación. ‎

El uso de la máscara-corona produce una pérdida de «la apetencia simbólica», de ese deseo de ‎relacionarse que se manifiesta más allá de la satisfacción de las necesidades elementales de la ‎supervivencia [14].‎

El «encuentro primordial» con el otro es un impulso pulsional, el de la pulsión de la vida, ‎esencial en la construcción de un vínculo con el exterior

Ese don, destinado a actuar al nivel del ‎conjunto de la vida, hoy está siendo atacado por el uso de la máscara. 

Se convierte en un ‎rechazo al otro, en una destrucción de la «apetencia simbólica», o sea de la condición ‎primordial llamada a garantizar la formación de un vínculo social. 

Es la materialización de un ‎rechazo al otro y a sí mismo como persona. Es la exhibición de un contagio, ya no de una ‎enfermedad, sino de una concepción escatológica de la imposibilidad de un porvenir humano. ‎

La torre de Babel

La obligación generalizada de portar la máscara es el símbolo de un derrumbe de las fronteras ‎colectivas e individuales, de las fronteras que delimitan los Estados así como de las fronteras que ‎permiten, al diferenciar lo que está afuera y lo que está adentro, la formación de un sujeto ‎individual y colectivo.

El uso generalizado de la máscara es una mordaza. Al suprimir toda singularidad e imponiendo ‎‎«una ausencia de lengua, una imposibilidad de hablar» [15], el uso generalizado ‎de la máscara construye una nueva torre de Babel. 

Ordena un «a puertas cerradas» ya que ‎se necesitan dos labios que se aparten uno del otro para poder hablar. La máscara-corona ‎impone así la instalación de una nueva universalidad monádica de la condición humana, donde ‎‎«nadie se distingue de los demás». ‎

La frontera es constitutiva del imaginario individual y social. Es lo que permite construir un ‎sentido. En la pandemia, al abolirse su función de mediación, las «instituciones imaginarias de ‎la sociedad», las organizaciones de la sociedad civil, son desactivadas y se convierten en ‎lo contrario de sí mismas. En lugar de establecer un límite ante la omnipotencia del poder, ‎se convierten en una simple correa de transmisión de las imposiciones de ese poder.


Se reducen ‎a un acto voluntario de automutilación como expresión de un superyó (surmoi) arcaico que ‎se puede calificar –como lo hace Lacan– de obsceno [16]. ‎

Sin que se identifique claramente un centro de decisión, el uso de la máscara se presenta ‎inmediatamente como una obligación mundial. 

Al suprimir las fronteras políticas, elimina también ‎toda demarcación entre uno mismo y el otro. La globalización de la «pandemia» borra toda ‎diferencia, exhibe una cuasi desaparición del Estado-nación y borra la persona como entidad ‎jurídica y psíquica. Se opera así, en todos los sentidos, una fusión entre el adentro y el afuera, ‎o sea se instala una sicosis generalizada, llevando a pueblos e individuos a consentir su propia ‎destrucción. ‎

De esa manera, el uso de la máscara-corona provoca una indiferenciación del yo y del no-yo, ‎del sujeto y del objeto. Privado de su capacidad de discernimiento, el individuo ya no puede ‎nombrar lo real. De esa indiferenciación resulta una fusión con las cosas mismas. La máscara-‎corona permite así la instalación de una estructura esquizofrénica, donde el individuo ‎se identifica con los objetos del discurso. Se convierte en su máscara. ‎

«Dar cuerpo» a la pandemia
o dar sentido al «sin sentido»

En Los hermanos Karamazov, Dostoievski nos recordó que lo que caracteriza al ser humano es ‎el abandono de su existencia [17] ‎para entregarla como ofrenda al poder.  Aquí, en el manejo de la «pandemia», la renuncia de las ‎poblaciones resulta de la destrucción de las instituciones imaginarias de la sociedad y de ‎su vínculo con el orden simbólico. Esas instancias –como el sindicato, la familia, la iglesia, ‎la prensa, el poder jurídico… organizaciones todas que constituyen una defensa contra el poder ‎absoluto y que son la base del vínculo social– hoy se ven no sólo desactivadas sino invertidas. Ya ‎no hacen cuerpo sino que, al contrario, están impactadas por el proceso de descorporización de ‎la sociedad y movilizadas en la «guerra sanitaria»

El cuerpo individual o social ya es sólo una ‎carne marcada por el discurso del poder, por el encuentro del «goce absoluto» [18] característico de la estructura psicótica ‎‎ [19].‎

Estableciendo una ruptura con el otro y consigo mismo, la máscara-corona impone una doble ‎división. Es ante todo un «hacer ver». De esa manera, los medios no deforman la realidad… ‎la fabrican [20]. Instalan un proceso ‎de sideración. El mundo es reducido entonces a un «hacer ver» que convoca al goce [21]. El goce limita y excluye el cuerpo que desea, no aporta sentido sino que ‎es parte de lo impensable, del sin sentido.‎

El goce, sin sentido y fuera del cuerpo, se hace entonces adictivo. El automatismo de la ‎repetición se impone sobre el principio de realidad. Instaura un goce del traumatismo que, ‎como máquina de repetición, tiene por afecto la liquidación de todo hecho de un sujeto, sea ‎individual o colectivo. Excluido del Otro, el cuerpo se reduce a su realidad anatómica y ‎se convierte en un simple soporte de la pulsión de muerte.

A partir de ese momento, el uso de la máscara es un consentimiento de las poblaciones a ‎su propia destrucción, es la aceptación del gesto de deponer nuestro cuerpo, como se deponen ‎las armas.

 El cuerpo debe desaparecer para que pueda aparecer la «pandemia».

Es también un «» a la muerte del sujeto parlante y es una aceptación del hecho de verse ‎capturado por el poder. 

La máscara actúa como una marca que da cuerpo a la enfermedad. En ‎esta situación, los individuos ya no tienen un cuerpo sino que son el cuerpo de la «pandemia», como antes fueron el cuerpo de las víctimas de la masacre [perpetrada en París, ‎en las oficinas de] Charlie Hebdo, al adoptar el eslogan «Je suis Charlie» (en español, ‎‎“Yo soy Charlie” [22]. ‎

«La inseguridad sufrida»,
una voluntad de goce

La «guerra contra el coronavirus» es una máquina de procurar goce. Basada en una supresión ‎del derecho, fusiona la violencia con lo sagrado. Nos confirma que la cuestión central en el ser ‎humano, como individuo sin comunicación con el Otro, no es el problema de la libertad sino, ‎más fundamental aún, el del goce. 

En este caso, el goce ya no está articulado al cuerpo y gira ‎sobre sí mismo, forma lo que el psicoanálisis llama una compulsión de repetición. Se trata de un ‎goce mortífero donde la energía vital, convocada por la orden del superyó, se vuelve contra ‎sí misma. 

Este goce constituye un imperativo categórico que rechaza todo lo que puede limitarlo. A través ‎del uso generalizado de la máscara, pone en escena lo obsceno. Convertido en «el amo del ‎tiempo» [23]», el virus encarna el Amo único y la ‎única Ley, a los cuales los individuos deben someterse voluntariamente. Los individuos ‎se convierten en soldados de la pandemia, actores de su propia destrucción. ‎

La inseguridad se hace general y obstaculiza la posibilidad de estar con el otro. Ya no estamos ‎en el plano del lenguaje sino de lo que se siente [24], ya no como el ‎‎«sentimiento de inseguridad», tal y como lo ha desarrollado la «lucha antiterrorista», sino en ‎‎«la inseguridad que se siente». Así, el uso de la máscara-corona produce, a través del discurso ‎del poder, un «sentimiento que alcanza un grado tal de intensidad… que ha generado ‎en muchos… un verdadero “deseo de catástrofe”» [25].

Ese sentimiento se convierte en voluntad ‎de goce, respaldando la ofrenda de su cuerpo y de su vida a los imperativos de la potencia ‎estatal.

Con ello se opera una transformación a nivel de la conciencia. Esta no es ya la de un objeto ‎determinado sino la de quien sufre, de un «dado originario» que sustituye la percepción.

 ‎El individuo se ve entonces desvinculado del lenguaje y se involucra «en la nada» [26]», en «la absoluta positividad cósica». Nos convertimos en la cosa de ‎una máscara, en portador de la mirada del poder. ‎

Cuando nos sufrimos, no podemos pensar ya que el lenguaje está instrumentalizado, ‎se convierte en un simple medio de comunicación, de «comunión» o de «contagio», como ‎plantea Georges Bataille.

 Para Bataille, comunicar es «una idea de fusión», es salir de sí mismo ‎y fundirse con el otro [27]. Aquí, la mónada, que se siente a través de la ‎pandemia, comulga y fusiona con el poder. ‎

(Mónada, cada una de las sustancias indivisibles, pero de naturaleza distinta, que componen el universo --en este caso la experiencia pándemica que vivimos-- Asi, la "mónada", la pandemia que nos hacen asimilar, comulga con el poder, se fusiona con él. Nosotros nos reproducimos en el poder. El poder se reproduce en nosotros. La pendemia nos unifica) 

Desenmascarar la pulsión de muerte‎

Confirmando que el principio de identidad reside esencialmente en el rostro, el uso de ‎la máscara se presenta como un dado originario, portador de un desorden obsesivo compulsivo ‎que impide toda inscripción del otro. Se ve así que «deshacerse temporalmente [del rostro] ‎‎mediante el uso de una máscara… es un acto donde el individuo… traspasa el umbral de una ‎posible metamorfosis» [28].‎

Si bien el rostro esconde «el ser para la muerte» y hace posible el vínculo social, la máscara-‎corona es un desvelamiento que escamotea los trazos de su portador. «Abre el cerrojo del yo y ‎libera la pulsión» [29]. El uso de la máscara-corona, como soporte del aparataje ‎pulsional, es el corazón del dispositivo «sanitario». Su función es descomponer el cuerpo ‎simbólico, aniquilar lo que nos hace humanos. ‎

Este «des-vínculo» desencadena la pulsión de muerte, productora de una automutilación de ‎su portador. Debido a la obligación de portar la máscara, esta pulsión insiste, se repite bajo la ‎forma de un trauma, rompiendo los cuerpos individual y social [30]. ‎

Al no poder articularse con el campo del otro, es una descorporización, un «flujo de lo vivido» ‎‎ [31] que se convierte en una compulsión repetitiva. ‎

El uso de la máscara impide toda ruptura con el discurso del poder y permite el eterno regreso ‎del trauma. Es un fetiche que sustituye cualquier simbolización. ‎

Sin embargo, el hecho de simbolizar ya es establecer una distancia con respecto a la conminación ‎del superyó y existir como un «nosotros», es rechazar que nos «asalten uno por uno» [32] en esta guerra contra el género humano y ‎contrarrestar así un «ataque contra el colectivo a través de los individuos». ‎

[1] Olivier Clain, «Fonder le symbolique? Sur la mort et la loi», Intervention au colloque du CNRS, Actualités du symbolique, 25 de ‎octubre de 2004, p. 9.

[2] Martine Coeren, «Dansez sur moi, dansez ‎surmoi», ‎‎Le Bulletin freudien, n° 45, enero de 2005.

[3] Para los sicoanalistas, el término ‎‎infas designa un bebé que todavía no tiene acceso al uso de la palabra. Nota de la ‎‎Red Voltaire.

[4] OMS, «Conseils sur le port du masque dans le cadre de la COVID-19: orientations ‎provisoires», 5 de junio de 2020.

[5] Alexandra Henrion-Caude, ‎‎«On vous dit tout sur les masques», 26 de septiembre de 2020.

[6] Dictionnaire des risques, sous la direction de Ives Dupont, Armand Colin, 2006, Introduction.

[7] Dictionnaire des risques, Op.cit.

[8] «Malgré les vaccins, il va falloir continuer à porter le ‎masque» [En español, “A pesar de la vacunación, habrá que seguir ‎usando la máscara”], Courrier International, 9 de diciembre de 2020.

[9] Tülay Umay, «Transparence», Solidarités, 9 de junio de 2009.

[10] La prisión de «tipo F» se basa en la concepción ‎carcelaria de aislamiento del preso político, lo cual quiere decir que la detención del preso ‎político es repensada de manera individual. Ese proyecto, de inspiración occidental, proviene del ‎modelo de tipo celular estadounidense.

[11] Jean-‎Claude Paye, L’Emprise de l’image, Editions Yves Michel, 2011, «Guantánamo comme réel de la ‎lutte antiterroriste», pp.140 a 147.

[12] Antonio Quinet, Le plus de regard, Destins de la pulsion scopique, Editions du ‎Champ lacanien, Paris, 2003.

[13] In Un taxi pour l’enfer, film documental ‎estadounidense, realizado por Alex Gibney en 2007.

[14] Gracilia C. Crespin, «La vitalité rationnelle du bébé», ‎‎Yacapa.be, p.9.

[15] Stéphane Zagdanski, «La tour ‎de Babel».

[16] Martine Coenen, Op. Cit, p.88.

[17] Ver, Jean-Claude Paye, Tülay Umay, «Coronavirus: Une nouvelle ‎inquisition» [En ‎español, “Coronavirus: una nueva inquisición”], Mondialisation.ca, 9 de diciembre de 2010.

[18] El autor utiliza ‎aquí el término francés «jouissance», corrientemente utilizado en el psicoanálisis lacaniano y ‎traducido como «goce». Nota de la Red Voltaire.

[19] Didier Moulinier, Dictionnaire de la perversion, L’Harmattan 2002. p.76.

[20] Conférence de Philippe Meirieu, «Les enfants de cinéma» – Rencontre nationale École et cinéma- octubre de 2004.

[21] Jacques ‎Lacan introdujo primeramente, en el campo del psicoanálisis, el término «goce» en relación con ‎su uso jurídico, o sea el goce de un bien como hecho separado de su sola propiedad. Lacan ‎aportaría después una redefinición de esa pulsión de muerte freudiana como una pulsación de ‎goce, y una pulsación de goce que insiste mediante y en la cadena significante inconsciente. Lacan ‎resitúa por tanto todo el tema del goce en el centro mismo del campo y de la función de la ‎palabra y el lenguaje.

[22] Tülay Umay, «Je suis Bruxelles», Mondialisation.ca, 1º de abril de 2016.

[23] Según el ex primer ministro belga Elio di Rupo, «es el virus el amo del tiempo». Ver, ‎‎Elio Di Rupo: «C’est le virus qui est le maître du temps», L’Avenir, 10 de marzo de 2021.

[24] Johannes Lohmann, «Le rapport de l’homme ‎occidental au langage, conscience et forme inconsciente du discours», Revue Philosophique ‎de Louvain, quatrième série, Tome 72, n° 16, 1974, pp. 721-766.

[25] Dictionnaire des risques, sous la direction ‎de Ives Dupont ,Armand Colin, introduction, p. 7.

[26] Jean-‎François Courtine, «Réduction, construction et destruction. D’un dialogue à trois: Natorp, ‎Husserl, Heidegger, ‎‎Archéo-Logique, 2013.

[27] Candy Hoffmann, «Le sacré chez Georges Bataille», ‎‎Communication, lettres et sciences du langage, Vol. 5, n° 1, agosto de 2011, p. 74, Universidad ‎de Montreal y Universidad París IV-Sorbona.

[28] David Le Breton, «Masquer», presentación de Le Breton D., ‎‎Des visages. Essai d’anthropologie, Métailié, París, 1992.

[29] Ibidem.

[30] Jean-Jacques Tyszler, «La ‎pulsion de mort», EPhEP, Cours Histoire et ‎Psychopathologie de J-J. Tyszler, 16 de octubre de 2014.

[31] Jean-François Courtine, Op. Cit., p. 574.

[32] Daniel ‎Sibony, «La pandémie corona, petit journal d’idées», Sur et ‎autour de Philippe Sollers, 28 de abril de 2020.

'CONTAGIO': A MEDIDA QUE SE EXPANDE EL MIEDO, SE EXPANDE LA SUMISION: ES EL GLOBAL "SOCIAL ENGINEERING" LLEVADO A LA PERFECCION


CONTRARRESTEMOS A LOS MEDIOS
DE TELEDESINFORMACION

Contagio: ‘A medida

 que se expande el

 miedo, se expande la

 sumisión’

En plena paranoia por el coronavirus, a Movistar se le ocurrió reprogramar la película “Contagio”, producida en 2012, muy pocos meses después de otra “gran crisis” epidemiológica: la del virus H1N1, del que ya nadie se acuerda.

No hay más que encender el ordenador o la televisión para darse cuenta de que en el mundo actual se está haciendo imposible discernir la realidad de la ficción, así que quien siga estas líneas no sabrá si hablamos de una película de Hollywood o de ese virus de rabiosa actualidad que asola a la humanidad ahora mismito.

Desde hace unos días lo han rebautizado Covid-19 porque es un nombre que mete más miedo que “coronavirus”, un término que se parece demasiado a una marca de cerveza o a “corinavirus”, que es otro microbio de rabiosa actualidad que alcanza a la Casa Real. Los “expertos de bata blanca” tienen que lograr por todos los medios que no seamos capaces de entender absolutamente nada

Empecemos por ahí: en realidad, nosotros no necesitamos saber nada; debemos limitarnos a obedecer las órdenes de los que saben, de los entendidos, los expertos y la autoridad establecida. 

Ese es el mensaje final de la película, de la televisión y de las tertulias: Usted se calla la boca, no haga preguntas y siga las instrucciones que le dicten. Es por su bien.

En la Guerra Fría las escuelas de Estados Unidos enseñaban a los niños lo que debían hacer en cuanto los malvados comunistas empezaran a lanzar bombas nucleares sobre sus cabezas: debían agacharse bajo el pupitre para evitar que el techo del aula les cayera encima. Por su propio bien.

Los médicos, los microbiólogos y la OMS también se esfuerzan por preservar la salud de la humanidad y por eso aconsejan lo que todos debemos hacer. Desinteresadamente. En nombre de la “ciencia” y por nuestro propio bien.

Ustedes deben entender que vivimos en un mundo lleno de peligros y que cuando no es el cambio climático, es una plaga. Todo lo demás (la crisis económica, la precariedad, los desahucios) es consecuencia de esas catástrofes “naturales”.

Las escuelas, las películas y las televisiones nos enseñan en quién debemos confiar y en quién debemos desconfiar (porque propagan noticias falsas, porque no son expertos, porque no tienen titulación académica).

Los expertos y la autoridad son una y la misma cosa o, por lo menos, funcionan de manera sincronizada. Hoy ningún gobierno del mundo haría nada que no tuviera un respaldo “científico”. Da lo mismo que gobierne un partido u otro; todos harían lo mismo: lo que digan los “expertos”. Por eso, en la película se acaba imponiendo la ley marcial, o sea, que los militares le dan una patada a los políticos y a la Casa Blanca la okupa una bicefalia de expertos y militares.

El papel de ambos (militares y médicos) es el mismo: lo que quieren es salvar a los seres humanos de una muerte segura. Si los militares no matan, los médicos tampoco. ¿Qué se habían creído? Por lo tanto, para frenar una epidemia son necesarias ambas cosas: una vacuna y, además, la ley marcial, porque es posible que las masas desconfíen de la primera (el médico) y haya que recurrir a la segunda (la bayoneta).

Las vacunas las suministran por el bien de todos, pero siempre hay gente egoísta que sólo mira por sí misma. ¿No se dan cuenta de que pueden contagiar a los demás, al mundo entero?

Además del miedo, el cine catastrofista tiene por objeto acostumbrar a millones de personas del mundo entero al sufrimiento y la angustia. Ustedes creen que viven una vida cómoda al abrigo de toda clase de peligros, pero se equivocan. Vivimos en un planeta lleno de riesgos.

En 2009, tras meses de noticias aterradoras, cuando el pánico se calmó, acusaron a la OMS de alarmismo y, sobre todo, de estar manejada por la farmafia, las grandes multinacionales farmacéuticas. 

El escándalo salpicó a los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades Contagiosas) de Estados Unidos, que fue uno de los organismos que financió la película.

Los CDC son quienes imponen al mundo el canon en materia epidemiológica y, a pesar de su nombre, fueron creados por… la Marina de Guerra de Estados Unidos. Sus médicos tienen graduación militar: son capitanes de corbeta, almirantes, contramaestres… Son el mejor ejemplo de que no hay mucha diferencia entre unos (curanderos) y otros (chusqueros).

Sí señores. Como bien dice el lema de la película “Nothing spreads like fear“ (Nada se expande más que el miedo). Es algo de lo que se encargan, al alimón, los “expertos”, las autoridades y los periodistas. Nuestro lema es un poco diferente: “A medida que se expande el miedo, se expande la sumisión”.

Cuando se acabe la crisis del Covid-19 (o como se llame) y respiremos aliviados, la crisis capitalista nos parecerá mucho más llevadera. Nos habrán despedido de nuestro trabajo pero, al menos, gozaremos de buena salud (o eso creeremos)

LA GENERALITAT DE CATALUNYA EMITE UNA ALERTA INTERNA POR LOS EFECTOS ADVERSOS DE LAS VACUNAS

mpr21

La Generalitat de Catalunya emite una alerta interna por los efectos adversos de las vacunas

"Dado el gran volumen de efectos adversos conocidos notificados para con las vacunas de la Covidien-19 mediante el Programa de Tarjeta Amarilla, y para favorecer la identificación de nuevos problemas de seguridad con las vacunas de la COVID-19, le pedimos que a partir de ahora únicamente nos notifique los efectos adversos siguientes"

Así reza la alerta de seguridad 2021016 emitida por el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluyna en febrero de este año, que pide a los profesionales sanitarios reporten aquellos casos que, tras la inoculación de la vacuna contra el coronavirus produzcan episodios «desconodidos/graves, sobre todo si motivan un ingreso hospitalario, ponen en peligro la vida o tienen un desenlace mortal.»

La nota hace hincapié en que se reporten los siguientes efectos secundarios: «anafilaxia, arritmia, fallo cardiaco, cardiomiopatía de estrés, enfermedad arterial coronaria, miocarditis, muerte súbita o muerte de cualquier causa, síndrome de Guillain-Barré, encefalomielitis diseminada aguda, narcolepsia, convulsión generalizada , meningoencefalitis, mielitis transversa, parálisis facial de Bell, vasculitis cutánea, eritema multiforme, microangiopatía, alteraciones de la coagulación (tromboembolia y hemorragias), trombocitopenia idiopática, artritis aséptica aguda, síndrome del distrés respiratorio agudo, Covidien-19 (enfermedad aumentada tras la inmunización), anosmia y ageusia y daño hepático o renal agudo.»

Fuente: Generalitat de Catalunya

Sunday, April 25, 2021

LA EXTRACCION DE LA PIEDRA DE LA LOCURA YA NO ES POSIBLE: HEMOS IDO DEMASIADO LEJOS CON ELLA--POST DATA: ESTA ES NUESTRA IDENTIDAD: UNA PIEDRA DE LA LOCURA QUE YA NO SE PUEDE EXTIRPAR

A la memoria de Raimond Cuxart,
con el que siempre compartíamos
éstas inquietudes

 https://www.dsalud.com/reportaje/se-estan-utilizando-ya-armas-psicotronicas/


"La doctora Elisabeth Rauscher (física nuclear que dirigía el Laboratorio de Investigación Tecnológica de San Leandro, California) es una de las que, por ejemplo, llevó a cabo concienzudas investigaciones sobre la posibilidad de las ondas ELF (siglas en ingles por Extremadamente Bajas Frecuencias) y consiguió encontrar especificas frecuencias que permitían inducir a distancia en alguíen tanto nauseas como estados de euforia. Fueron tales sus hallazgos que llegó a afirmar: 'Si me dieran suficientes fondos, en tres meses sería capaz de modificar el comportamiento del 80% de los habitantes de esta ciudad sin que lo supiesen. Podría hacer que fueran felices --o al menos que creyeran ser felices-- o hacerlos agresivos' "


En los tiempos del sabio cordobés Lucio Anneo Séneca aún era posible la Extracción de la Piedra de la Locura porque la felicidad se podía lograr mediante la armónica cohesión espiritual y mental.

Pero hoy, con la posiblidad de manejar las ondas ELF...todo se nos ha venido abajo y ya la citada extracción se ha hecho imposible porque hemos ido demasiado lejos con Ella --con la piedra--

Vamos en la dirección direccionada hacia lograr el Everybody's Happy Nowadays, todo dependerá de encontrar las específicas frecuencias al respecto. 

Desde el Big-Bang,
hace Catorce Mil Setecientos
Millones de Años,
nada igual -como nosotros-
apareció en el Universo.
Algo parecido a ésto:


:::::::::::::::::::::::::::::

POST DATA

¿Qué ha pasado?
¿Qué nos ha pasado
para que con la tecnología
y los medios alcanzados
todos -todos- hubiésemos podido
vivir en éste Planeta Paradisíaco,
y en lugar de ello vamos,
a todo máquina,
hacia el Iceberg 
que nos está esperando?
¿O es que también 
nos creemos inundibles y a salvo?
Que extraño...

En el Oráculo de Delfos
el llamado está escrito y claro:


Conócete a ti mismo

¿Cómo es posible,
con todas las ciencias
y el saber acumulado,
que nada haya servido
paran contestar
al Oráculo de Delfos citado?

¿Tanto miedo tenemos
de conocernos a nosotros mismos?

La Razón, si, ha construído
grandes cosas que nos han servido
para sobrevivir como la especie
mas exitiosa en la Tierra. 
Bien
Pero terminemos de conocernos,
Nosce Te Ipsum,
también ha creado Monstruos:
¿cómo es posible?,
¿cómo es posible 
que con la misma mano
que nos damos Vida
nos Destruyamos? 

"MUTUAL ASSURED DESTRUCTION",
'MAD', LOCURA, LA PIEDRA DE LA LOCURA









































Einstein decía
que Dios no juega a los dados,
pero Niels Bohr --la mecánica cuántica,
que es la que maneja el cotarro
postulaba que si, 
que Dios estaba constantemente jugando

¿Será también la Piedra de la Locura humana
un capricho y una anomalía del Universo
(Erich Fromm), otro juego evolutivo 
que nació por carambola
y saldrá de la escena
de la misma forma que entró?

No me gusta ésto.
Lo deja todo como 
muy al reductio ad absurdum,
sin mucho sentido, al azar,
ni chicha ni limoná,
dónde no sabemos, 
en la siguiente movida del dado,
qué saldrá...
No no me gusta.

Preferimos creer 
que estamos mochales y ya está.
Solucionado.
Preferimos creer que, desde el Big-Bang,
hace Catorce Mil Setecientos
Millones de Años,
nada igual -como nosotros-
apareció en el Universo.
Esta es nuestra identidad.
Una Piedra de la Locura
que ya no se puede Extirpar.

(Pero mientras tanto, 
mientras tanto continuemos 
en éste Çarnaval,
que no se nos olvide,
 estemos junto a los Cirujanos 
que aún, luchando,
la tratan de extirpar.)

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