Hoy,
cansados físicamente,
metafísicamente,
espiritualmente,
ontológicamente,
mundanalmente,
de tanta mierda humana
(la misma vida, de per se, cansa:
no podemos aguantar su fuerza de gravedad
mas de una decena y media de horas
hasta caer desplomados
bajo esa misma fuerza),
nos hemos pasado todo el santo y ateo día,
mientras corrientes subterraneas recapitulaban
los aspectos mas humillantes, lacerantes
y fracasados de nuestra vida
(algo que tenemos que reconocer
es un lujo de aristocrático
en éstos embrutecidos y pragmáticos tiempos
dónde el espíritu crítico con uno mismo
es avis raris rarissima),
oyendo,
viviendo,
sintiendo
y envueltos en:
El Requiem de Berlioz de "La Grande Messe des Morts", Op. 5", con la Orquesta Nacional del Capitolio de Toulouse conducida por Tugan Sokhiev y el Coro del Teatro Bolshoi dirigido por el genial Valery Borisov con el tenor Saimir Pirgu.
Hay que estar com-primidos y de-primidos
(es decir, muy exprimidos)
y muy cansados metafisicamente
(los que estan contentos mejor que se mantengan apartados de la audiencia)
para poder apreciar toda la himaláyica profundidad de esta pieza musical.
Solo necesitamos soledad y el jardin
de la desesperanza nímbica y aterciopelada
que es desde dónde mejor
se puede apreciar éste Requiem...
que también es un canto a los vivos,
a los vivos muertos,
a los muertos vivos,
--coincidentia oppositorum--
que siempre es un binomio que se complementa
y se retroalimenta para parir y criar
a sus propios descendientes
No se encuentra en Youtube.
Lo escuchamos en el canal Mezzo de la gloriosa TV.
'La Grande Messe des Morts'
es también la Gran Misa de los Vivos
Vivos y Muertos, Muertos y Vivos,
¿que diferencia hay?
Todos los muertos estuvieron vivos
todos los vivos estaremos muertos,
¿que línea, que frontera los separa?
Ninguna
No hay bordes entre ambos.
Y el genio de Berlioz lo sabía.
Por eso logró esta obra maestra.
Y sólo la música lo puede llevar a cabo
porque al estar a la vez en ambos lados
...los diluye, los absorve,
y, al conjuntarlos, los sublima
y nos los mastica para que los podamos digerir
sin contradicciones.
Pero cuidao, danger, caution...
hay que estar bien preparado para captarlo
porque vamos a bajar a las entrañas
de lo que acarreamos y vamos a enfrentar
a la Esfingie que siempre evitamos...
Asi que cuidao...porque también puede pasar
que salgamos corriendo al sentir el túnel
que Berlioz nos tiene preparado...no vaya ser
que al correr el aire nos apague el candil
y en la oscuridad no sepamos regresar
a por dónde hemos entrado...
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Post Data:
Viernes
Seguimos con el Requiem requiemmizados.
Y recordamos, temps retrouvé,
nuestros tiempos de monaguillo
con Don Pablo, el cura,
en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús
de Huelva, 1949.
'Annus mirabilis', "miraculous year" ,
cuándo se producían todos los milagros
sin tener que ir a Fátima o Lourdes.
"Dominus Vobiscum"
"Et cum spiritu tuo"
No sabíamos lo que hablabamos.
Ni que lengua era aquella tan lejana,
tan ajena a lo que pasaba,
a lo que se tapaba,
a lo que se enterraba.
Lo tremendo para un niño eran los entierros.
No hacía falta la dirección del muerto.
Los gritos, recorriendo el espacio abierto,
indicaban la dirección y los llevaba el viento.
Hacia allí se caminaba el Requiem
del cura y los monaguillos muy serios.
Una chabola hacinada con personas
llorando y gritando dentro
que impedían sacar el férretro
acogía la procesión que todos llevabamos dentro.
Algunas veces tenía que intervenir la autoridad
--la guardia civil también
se encargaba de los muertos--
para arrancarle a los seres queridos del muerto
el ataud al que se agarraban como última posesión
a la que no estaban dispuestos a dejar que se llevaran como ignominioso y barbárico sacrilegio.
Antes valían más las vidas,
y los muertos; nos hacíamos más falta
los unos a los otros como equipos
de rescate, de superviviencia y de salvamento.
Y el niño monaguillo todo absorviendolo
en sus sótanos infantiles dónde todo permanecía
en oscuridad y en silencio,
sin palabras, durmiéndo,
tan sólo esperando ese despertar
que un diá encontramos
en el misterio del recuerdo.
Después, en la majestuosa y negra carreta
de barrocas columnas y caballos emplumados,
a la iglesia llegaba el muerto.
Y el Requiem continuaba
como si se hubiése
clavado en el cielo.
El ataud en el suelo.
El muerto dentro.
Requiem aeternam dona eis,
Domine et lux perpetua luceat eis.
Kyrie eleison,
Christie eleison.
Y el agua bendita del gisopo sacerdotal
caía sobre sobre el ataud
dejando gotas de agua
que a mi me parecía que estaba lloviendo.
Ha llovido mucho desde entónces.
Pero recuerdo que después llegaba a casa
con el Requiem clavado en las esferas del alma.
Taciturno y reservado, mi madre lo notaba.
Sólo su mirada hablaba sin decir nada.
Porque ella también iba de luto
y sin palabras...
Hoy, Viernes,
también con el Requiem de Berlioz,
Kyrie eleison,
Christie eleison,
nos adentramos en lo arcano
de la vida y la muerte
que ya, a tan temprena edad,
se nos coló por las rendijas de la infancia.