Al releer el 'post' anterior, en lo que respecta al fascismo en España, me quedé pensando en cómo ha sido posible.
Y pensé, primero: por qué ha prevalecido y anclado en la patria, de ésta forma tan inusual y única en el mundo donde en todas partes se han exorcizado sus reliquias, sus recuerdos, sus insignias, y sus protagonistas han sido procesados, sentenciados a muerte, perseguidos --como Laszlo Csatary-- y encarcelados; o, mas aun, sus líderes, como Mussolini, que fue colgado públicamente, con sus compinches, en una gasolinera de Milan, y su cuerpo arrastrado por la calles como trofeo popular...un poco diferente que en la patria donde el 'Mussolini' del lugar --con cuarenta años mas de crimenes que el Signor don Benito-- sigue reposando en una Basilica Santa en gloria y honor de heroe y santidad.
Y claro, la respuesta es por el obvio terror que acoquinó al país, pero debe de haber algún ingrediente más en ello dada la enorme magnitud de lo ocurrido, y es que sin la fascistificación de las masas ello no hubiese podido pasar.
Segundo: qué clase de biopatia tiene que producir el capitalismo para que en un país como en España se pueda dar la crasa esquizofrenia entre el fascismo existente --el rey y Jefe de Estado puesto a dedo por el Signor Francisco Franco-- y la llamada democracia burguesa parlamentaria.
Y, tercero: el hecho de que ésta esquizoide situación no se dé en ningun lugar del mundo porque, como decimos, los crimenes de lesa humanidad del fascismo han sido condenados hace tiempo.
Todo ello me llevó al "Anti-Edipo, Capitalismo y Esquizofrenia", de Gilles Deleuze y Felix Guattari, un libro nada fácil de leer, primero, porque hay que llegar a él después haber cruzado ciertos caminos, es decir, después de haberse canibalizado ciertas 'hormonas cognoscitivas'; segundo, porque es un profundo y verídico retrato del de-mente mundo actual, y para ésta clase de entendimiento no nos preparan.
(El Anti-Edipo --sacándole toda la carga libidinal del 'deseo'-- viene a ser como un Anti-Ego, una cierta insurrección militante, valga la expressión)
El Anti-Edipo empieza adheríendose a la seria cuestión que plateaba W. Reich sobre qué hace posible que las gentes acepten su propia opresión. (En su libro "Psicología de Masas del Fascismo", W. Reich establece que sólo con la fascistificación de las masas éstas pueden resignarse a su opresión: es decir, comulgando ideológicamente con sus verdugos, 'normalizando' sus conductas para justificar asi el miedo a la libertad. A ésta caracterología del "little man" la llamaba Reich la "plaga emocional". NOTA -A-) Deleuze y Gattari atacan la cuestión desde el proceso esquizofrénico del deseo --en cuánto que éste, para su realización, tiene que superar la maquinaria que, al mismo tiempo que lo usa, se opone a él--, siempre amarrado por entero al 'modus operandi' del régimen lo mismo que la cola vá inexpugnablemente unida al caballo.
Por ello sustituyen posicoanalisis por el 'esquizoanalisis' diciendo que es mejor estudiar a un esquizofrénico que sale a pasear que a un neurótico postrado en el sofa de un psicoanalista, porque el primero es mas representativo de la patología del régimen que el segundo. Pero no es aqui cuestión de hacerle una autopsia al libro, sólo tocaremos, a 'grosso modo', las partes que corresponden con nuestro tema.
Tanteemos ciertas coordenadas del libro para empezar a entendernos mejor.
"...La relación existente entre esquizofrenia y capitalismo va mucho mas honda que los los problemas vivenciales --implicitos en el régimen--, el medio ambiente, ideologia, etc. Por ello éste tema tiene que ser examinado en un nivel profundo, el mismo con el tenemos que analizar la economía y el mismo proceso de producción. El capitalismo produce esquizoides de la misma manera que produce otro producto comercial, champú, coches Ford, etc., la única diferencia es que el primero no es vendible y los segundos si lo son."
"Anti-Oedipus, Capitalism and Schizophrenia",
Gilles Deleuze and Felix Guattari,
University Of Minesota Press, 1983. Pag. 245)
"(El coplejo de) Edipo no es meramente una construcción del psicoanalisis...Edipo es una construcción de la cabeza figurativa del imperialismo, 'la colonización por otros medios', es una colonia interior...es nuestra intima eduación colonial'. Esta internalización del hombre por el hombre, ésta 'edipizacion' le proporciona al sufrimiento otro sentido: 'sufrimiento interno', y con ello le dá un Nuevo tono a la vida: el tono depresivo. Ahora la depresión no nos llega un día equis cualquiera...(es algo consubstancial al régimen, porque)...La depresión y el Edipo son ahora agencias del Estado, agencias de paranoya, agencias de poder, antes de que todo ello sea delegado a la familia. Edipo es la figura del poder como tal, lo mismo que la neurosis es el resultado del poder en los individuos. Edipo está en todas partes. Para los Anti-Edipos del contra Ego es una lucha que es 'parte de esas cosas que tienen que ser desmanteladas mediante un asalto unido y coordinado en las fuerzas políticas representativas'. Edipo es inyectado en el subconsciente, es lo que proporciona fé --en el regimen-- y nos roba nuestro potencial poder, es lo que nos hace desear nuestra propia represión. Todos somos edipizados y neurotizados, en la escuela, en el trabajo, en la familia. Asi, todos queremos ser fascistas."
(Pag. XX. Introduccion)
Deleuze y Gattari quieren saber porque ello tiene lugar, por qué esas creencias triunfan en arraigarse a las gentes cuándo, precisamente, van, "par excellence", contra sus genuínos intereses. Michel Foucault, en su prefacio del libro en inglés, trata de racionalizarlo.
Michel Foucault: Prefacio a la vida No-Fascista de la versión en inglés del "Anti-Oedipus, Capitalism and Schizophrenia", de Gilles Deleuze ans Félix Guattari.
"Durante los años 1945-1965 (me estoy refiriendo a Europa), (excluyendo a España, naturalmente) había una forma determinada de pensar correctamente, un estilo de discurso político determinado, y una ética del intelectual determinada. Uno tenía que estar familiarizado con Marx, y no dejar que los propios sueños se aparten demasiado de Freud. Y uno debía tratar los sistemas de signos—el significante—con el mayor de los respetos. Éstos eran los tres requisitos que hacían aceptable la extraña ocupación de escribir y enunciar una cuota de verdad sobre uno mismo y sobre su tiempo.
Luego vinieron los breves, apasionados, jubilosos y enigmáticos cinco años. A las puertas de nuestro mundo, allí estaba Vietnam, por supuesto, y el primer gran golpe a los poderes establecidos. Pero aquí, en el interior de nuestros muros, ¿qué era exactamente lo que estaba ocurriendo? ¿Una amalgama de políticas revolucionarias y antirrepresivas? ¿Una guerra librada en dos frentes: contra la explotación social, y la represión psíquica? ¿Una oleada de libido modulada por la lucha de clases? Tal vez.
En cualquier caso, fue ésta interpretación dualística tan familiar en la que se estructuró los eventos de aquellos años. El sueño que, entre la Primera Guerra Mundial y el fascismo, lanzó su hechizo sobre las partes más esperanzodoras de Europa—la Alemania de Wilhelm Reich, y la Francia de los surrealistas había vuelto y encendido la realidad misma: Marx y Freud en la misma luz incandescente. ¿Pero, fue realmente eso lo que ocurrió? ¿Se retomó el proyecto utópico de los treinta, ésta vez a nivel de la práctica histórica? ¿O hubo, por el contrario, un movimiento hacia luchas políticas que ya no se conformaban al modelo prescrito por la tradición Marxista?. Hacia una experiencia y una tecnología del deseo que ya no eran freudianas. Es verdad que se levantaron las viejas pancartas, pero el combate viró y se expandió hacia nuevas zonas. (En la patria seguíamos en las misma 'zona nacionalista')
El Anti-Edipo muestra al respecto, primero, todo el terreno que ha sido cubierto. Pero hace mucho más que eso. No pierde tiempo desacreditando viejos ídolos, aunque sí, se divierte mucho con Freud. Lo más importante, ello nos motiva a ir más lejos. Sería un error leer el Anti-Edipo como la nueva referencia teórica...ya se sabe, como esa tan anunciada teoría que finalmente abarca todo, que por fin totaliza y nos devuelve la confianza, aquella que nos han dicho que "necesitamos desesperadamente" en nuestros tiempos de dispersión y especialización en los que falta la"esperanza".
Uno no debe buscar una "filosofía" entre la extraordinaria profusión de nociones nuevas y conceptos sorpresa: el Anti-Edipo
no es un Hegel relumbrón. Creo que el Anti-Edipo puede ser leído, mejor, como un "arte," (....) como el análisis de la relación del deseo con la realidad y con la "máquina" capitalista para brindarnos preguntas concretas. Preguntas que no tienen tanto que ver con por qué esto o aquello, sino con cómo proceder. ¿Cómo introducir el deseo en el pensamiento, en el discurso, en la acción? ¿Cómo el deseo puede y debe desarrollar sus fuerzas dentro del dominio político y crecer en intensidad en el proceso de desbaratar el orden establecido? Ars erotica, ars theoretica, ars politica.
De aquí los tres adversarios confrontados por el Anti-Edipo. Tres adversarios que no tienen la misma fuerza, que representan grados distintos de peligro, y que el libro combate de maneras diferentes:
1.- Los ascetas políticos, los militantes tristes, los terroristas de la teoría, aquellos que quieren preservar el orden puro de la política y del discurso político. Burócratas de la revolución y funcionarios civiles de La Verdad.
2.-Los pobres técnicos del deseo—psicoanalistas y semiólogos de cada signo y síntoma—que quieren subyugar la multiplicidad del deseo a la ley doble de estructura y carencia.
3.-Y por último, pero no menos importante, el gran enemigo, el adversario estratégico: el fascismo. (....)
Y no solamente el fascismo histórico, el fascismo de Hitler y Mussolini—que fue capaz demovilizar y utilizar tan efectivamente el deseo de las masas—sino también el fascismo en todos nosotros, en nuestra cabeza y en nuestra conducta cotidiana, el fascismo que nos hace amar al poder, desear aquello mismo que nos domina y nos explota.
(....)
¿Cómo evitar ser fascista, aún (especialmente) cuando uno cree ser un militante revolucionario? ¿Cómo librar nuestros dichos y nuestros actos, nuestros corazones y nuestros placeres, del fascismo? ¿Cómo revelar y poner en evidencia el fascismo arraigado en nuestra conducta? Los moralistas cristianos buscaban las huellas de la carne alojadas en lo más profundo del alma. Deleuze y Guattari, por su parte, persiguen los rastros más tenues de fascismo en el cuerpo ofreciendo un modesto tributo a San Francisco de Sales* . Uno podría decir que el Anti-Edipo es una Introducción a la Vida No-Fascista . Es el arte de vivir contra toda forma de fascismo, ya sea actual o inminente
(.....)"
"¿Cómo librar nuestros dichos y nuestros actos, nuestros corazones y nuestros placeres, del fascismo?", aún no se ha podido responder completamente en España, y ésto es lo que la hace diferente del resto del mundo, aúnque ya está en marcha --después de más de siete decadas-- el "arte de vivir contra toda forma de fascismo, ya sea actual o inminente".
Pero aún el camino es angosto, aún está toda la arqueología fascista reinante en el Palacio de la Zarzuela, en el poder, en el yugo, en las flechas, en el ¡viva españa!, en la españa viva. Y aqui radica la biopatia capitalista en España que se manifiesta en trata de aunar dos vectores contrapuestos como son el fascismo y la llamada "democracia" burguesa con el consabido impacto bipolar que ello tiene que tener en las gentes, subconscientemente y conscientemente, una mella esquizofrenica que hasta hoy en día --si bien se empiezan a ver los primeros destellos de conciencia al respecto con el rechazo al rey franquista-- sigue sin haberse desterrado porque los vectores contrapuestos siguen si hallar su Resultante, ni políticamente ni sociológicamente ni psicológicamente, dado el poder reinante.
Lo que decía Foucault en su citado Prefacio de que no solamente el fascismo histórico, el fascismo de Hitler y Mussolini—que fue capaz demovilizar y utilizar tan efectivamente el deseo de las masas—sino también el fascismo en todos nosotros, en nuestra cabeza y en nuestra conducta cotidiana, el fascismo que nos hace amar al poder, desear aquello mismo que nos domina y nos explota, es el mismo que rige aún en España, el mismo que institucioanlizó y perpetuó el "atado y bien atado" del Sapo Iscariote --como llamaba Leon Felipe--, el mismo que juró su Sucesor Borbónico sobre los Santos Evangelios.
Toda una churriguresca, grotesca e insultiva mascarada que al pueblo español le hicieron tragar mediante los mecanismos esquizoides que se encumbran en el "Todos somos edipizados y neurotizados, en la escuela, en el trabajo, en la familia...", y que ahora, al paso de los años, está resurgiendo como una comida nunca digerida que se está empezando a vomitar, como un anacronismo esquizofrenico que el presente histórico ya no puede soportar porque mientras en el mundo se persiguen los crimenes de lesa humanidad de los Laszlo's Csatary's, en España tienen total impunidad. Algo que ha cobrado y está cobrando una factura clínica reflejada en el trauma de un pueblo cuya memoria histórica hasta ahora, plenamente y oficialmente, no ha podido recuperar.
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