Al fin, el IV Reich Internacional recapacitó, después de tantos años, y Obama viajó a Hiroshima a cumplir una misión que el mundo había esperado por tanto tiempo. Y con suma equidad supo reconocer a todas las víctimas por igual:
"Estamos aquí tratando de imaginar el momento en el que cayó la bomba (…). Las víctimas estadounidenses y japonesas son iguales"
--Dijo el Emperador sin pestañear--
De dónde salió la orden de ir a la escena del holocausto?
Con qué geo-estratégica intención?
Y por qué en éste cuadrante histórico?
No lo sabemos.
Pero no importa.
Lo que importa es que el señor presidente,
en una lápida de We're Sorry que, días antes,
se había instalado ex professo
en la cara de una de las dos pirámides blancas
que recuerdan el acontecimiento,
depositó una corona de flores
al mismo tiempo que sonaba la clásica canción
de Mireille Mathieu, Pardonne-moi ce caprice d'enfant,
(tener el volume abierto para oírla)
que ha sido muy bien recibida en todo Japón
Después se dió una recepción en honor del ilustre visitante
a la que asistieron importantes figuras del gobierno japonés.
Al final de la misma se proyectó
la famosa película "Hiroshima Mon Amour"
que fue muy aplaudida.
