Hace cuarenta y siete años, en 1963,
en Barcelona, Pere Sariola Mayol me dió el libro,
"Antología Rota", de León Felipe.
Hace cuarenta y siete años que lo leo.
Hace cuarenta y siete años que leo "Un poderoso talisman",
título de las palabras con las que el poeta español,
en un homenaje que se le hizo en México,
el 11 de Abril de 1954,
con motivo de su setenta cumpleños,
respondió a aquel tributo que le ofreció
el coro del exilio español y sus amigos mexicanos.
Hace cuarenta y siete años que me digo:
'El día que yo cumpla setenta años haré
mío también ese Poderoso Talisman
que nos entregó Leon Felipe a todos'.
Ese día, para mí, es pasado mañana.
Nunca pensé que pudíera llegar,
--aúnque aún no ha llegado--
Pero en el 'mysterium tremendum'
de "la bola ovillada del hilo del Tiempo,
fuera de la madeja de los siglos..."
--como él decia--,
todos los días que esperamos son mañana,
pasado mañana...
dónde "poderosos talismanes",
los que trae y lleva el Viento,
--su Viento--
empujan velas o amortajan almas.
"Fea y condenada es la palabra amortajar...
Pero no os asustéis. Voy a embellecerla y redimirla..."
UN PODEROSO TALISMAN
Amigos:
¿Y por qué no ha de ser este agasajo
una graciosa despedida?
Hubiese querido que alguno de los oradores
hubiese pronunciado estas palabras:
"El viajero se va. Ha vivido largo tiempo con nosotros
--setenta años-- ¡Despidámosle con el vino y el pan
de los banquetes ditirambicos...!"
Despedir, aqui ahora, quiera decir acaso jubilar.
Más como yo no tengo oficio ni galones,
ni un silloón académico...,
ni siquiera la humilde silla
de un maestro de párrvulos,
nada vine a enseñar,
tal vez, a última hora,
jubilar quiera decir también amortajar.
Siento haber lanzado ésta horrible palabra
--oscura y áspera como la piedra de un volcan--
entre los reflejos del vino y la alegría de la fiesta.
¿He roto alguna copa?
Fea y condenada es la palabra amortajar...
Pero no os asustéis. Voy a embellecerla y redimirla.
Será un acto poético sencillo
que os parecerá como un milagro.
Escuchadme sin repugnancia y sin asombro:
'Yo mismo' ya me he mortajado muchas veces.
La mortaja no es triste ni sombría.
La mortaja no es más que un ligero vestido de viaje.
Los clásicos sastres funerarios solían cortarla amplia
y de una blanca y recia tela de lino...
'como la vela de una barca latina'.
Habia que darle ventajas y facilidades al Viento...
Que el Viento es quíen nos mueve y nos empuja,
quíen nos trae y nos lleva sin descanso
en éste trasiego incesante de la Vida.
¡Oh, Viento amigo y trajinero!
Alguíen ha dicho alguna vez
que acaso yo fuese el poeta del Viento.
¿Qué se quiso decir?
¿Que el Viento es para mi una divinidad
propicia y misteriosa?
No es un Dios, desde luego.
Yo pienso que es el medianero
entre el Hombre y la Luz.
Si he de llegar alguna vez a mi estrella lejana...
lejanisima...sera, sin duda, a bordo del Viento.
"El poeta del Viento" es un viajero rezagado
de los caminos asperos y purgativos
que conducen al poético reino de la Gracia.
"El poeta del Viento" esta muy lejos todavía de la Luz.
Y el Viento no es más que un motor, un vehículo...
A veces, en ésta gran aventura de la Vida,
he pensado que el Viento es como un águila enorme
que me lleva entre sus garras prisionero...
Y en los días de tormenta,
en las horas de cansancio y desamparo,
a él me he atrevido a decirle:
"Viento... suéltame ... dejame morir... !acuéstame!;
quiero dormir... dormir...¡dormir!.
Siembra mis sueños... ¡entíerrame!.
Cúbreme ya con una frazada de tierra caliente
y déjame crecer...¡Quiero crecer!
Dormir es crecer...morir es crecer...
¡acuéstame!..entíerrame!
¡Siembra mis sueños!
Cuándo haya crecido y ya sea
un pino duro, místico y derecho en la orilla del mar,
para ofrecerme como el palo mayor de la fragata
y llevar las velas más seguro que ahora,
¡ven a despertarme!,
¡a arráncarme de la tierra otra vez!
Tal vez entónces podamos pasear juntos
entre las nubes oscuras y rotas ya de la tormenta,
el gallardete ya invicto y luminoso".
Tengo que recordar algunos versos mios antiguos.
Temo que no me haya explicado bien en mis poemas
y que ya no tenga tiempo de explicarme.
"El barco va a partir... y está esperando el Viento"
Pero -un momento-, ¿es la muerte el Viento?
¡Silencio! ¡No hay muerte!
Ya os he dicho que una mortaja es una vela...
y el viajero se va. Luego viene otra vez...
y se vuelve a marchar...
Todo es cómo un comercio marinero y contínuo
entre unas tierras bajas y sombrías
y otras más lejanas que están cerca del Sol.
Y caminamos con la mortaja... con la vela izada...
por un espacio misterioso y redondo que es el Tiempo.
Esto es lo que sé...lo que tengo...y lo que puedo daros.
Quisiera pagaros esta fiesta con un Poderoso Talisman,
y que éstas palabras fueran el último
y el mejor de mis poemas,
un poema de velas blancas y sueños encendidos.
Yo he soñado mucho, como buen marinero.
El poeta no tiene mas argumentos que sus sueños.
Sueña la sangre... la sangre del Hombre.
Y los sueños son como los dogmas de la sangre...
de la sangre del Mundo.
Y ésto he soñado alguna vez:
No es una sombra negra y pesada la Muerte ;
sino algo que se mueve sin cesar,
que va y viene,
que sube y baja,
que nos trae y nos lleva,
que transporta el polvo,
el polen y el aliento,
y que derriba los muros y las torres
dónde los hombres quieren atrapar
y encarcelar grosera y policíacamente la Luz.
Y el Viento no es só1o el misterioso trajinero
entre éste arrecife hondo y oscuro de la Vida,
y la alta y abierta ensenada luminosa,
sino que es tambien 'el que hace la Historia'.
Cuento mis sueños nada más.
Refiero ciertos sobresaltos de la sangre.
Otro día hablaran el filósofo
y los historiadores con los ojos alerta...
Ahora, aunque sea apresuradamente,
dejad que diga yo lo que he visto con los ojos cerrados.
El hombre ha compuesto sus grandes cronicones
y ha escrito con letras abirragadas y barrocas
ríos inmensos de nombres y flechas
que ha guardado después en fuertes casilleros y registros.
Y también ha plantado arboles genealógicos
que ha cargado de montes y de sígnos heráldicos
como los frutos de una hipertrofiada vanidad.
A veces, en epocas como ésta en que vivimos,
dónde todo está desencajado y revuelto,
grandes especialistas construyen
férreos y blindados tarjeteros.
Siempre ocurre lo mismo en los días
de gran confusión y desarreglo.
Y en un siglo tan caótico como el nuestro,
surge de pronto una mecánica perfecta
de definiciones y clasificaciones.
Y se dice: "Todo esta puntualizado y archivado".
La policía tiene ahora el mismo alfabeto
de señales que la ciencia y la erudición.
Y, como hay tarjetas para definir,
morfológicamente, a un insecto,
hay también tarjetas para definir,
políticamente, a un ciudadano.
Parece que la Historia la están haciendo hoy en día
el entomólogo y el detective...
porque el hombre no es ya más
que un insecto preso y rotulado.
Hay tenazas y pinzas para coger al insecto y al hombre
por el costado mas vulnerable y específico.
Y no hay escapatoria.
Aquí está... ¡Miradle!
Se llama Pedro, Conrado, Rodriguez, Smith...
Aquí está... igual que un abejorro o un gusano.
Todo es como un sistema carcelario.
Se trata de que no se escape nadie,
¡ni por los escotillones de la muerte!
¡Y yo que he estado pensando toda mi vida
en salirme por la puerta trasera del corralon,
sin que nadie me viese...sin un papel,
sin cedula y sin pasaporte en el bolsillo,
por la puerta abierta a la gran libertad de los espacios,
dónde ya no hay portero ni sochantre...
nadie que le pida al hombre la fé de bautismo
ni le cante el último responso...
Por la puerta del Viento!
El hombre trabaja, inventa, lucha, canta...
pero el Viento es el que selecciona las hazañas,
los milagros, las canciones, y el que sepulta las pirámides.
Contra el Viento nada puede la voluntad del hombre.
Y digo otra yez que el Viento hace la Historia.
No sé como me atrevo a hablar asi
ante este grupo de amigos que saben más que yo,
y dónde veo filósofos, arqueólogos, historiadores...
entomólogos todos, conspicuos y gloriosos.
(El hombre es un insecto... y no hay más que entomólogos)
Hoy tenéis que perdonarmelo todo,
también estas piruetas cínicas de juglar.
Soy un poeta imprudente y temerario
que ha cumplido setenta años ésta noche
y empieza a chochear.
Sed piadosos, y dejádme seguir.
Y un día el Viento,
cansado de tantas células y pasaportes,
de tantos carnets y documentos,
de tantos cronicones y títulos heráldicos,
de tantas confirmaciones y bautizos,
de tantas legalizaciones notariales,
de tantos gloriosos epitáfios,
y de tantos porteros y soldados
para guardar tanto epitáfio
(no hay mas que epitáfios),
un día, el Viento, digo,
soplará malhumorado y se llevará
todos los registros de la Tierra.
No quedaran, entonces, ni los nombres.
¡Ni un nombre ni una fecha!
¡Y todos . . . hospicianos otra vez!
¡Hospicianos!...
Hijos legítimos de la cópula oscura
de la arcilla y el Viento...
Y otra vez, de nuevo...a empezar...desnudos,
absolutamente desnudos,
cómo en la primera página del Génesis.
Tal vez aquel día se salve sólo la canción...
la canción suelta, sin lengua y sin garganta.
Porque en la Tierra no hay más que una canción
que el Viento transporta
cómo el polen sagrado y anónimo.
Y la gracia del Mundo está en cantar
esa canción sin saber quien la compuso.
Que queden solamente el hombre y la canción:
La canción del hombre,
la cual no tendrá nunca ni rúbrica ni dueño.
Que un día el Tiempo ya no será como la cuerda
de un rosario y no sabremos contar ni las horas ni los siglos...
ni sabremos tampoco cuando un poeta
cumple setenta años o setenta mil.
Nunca ha habido poetas.
Esta vieja canción la ha escrito el Viento.
Y la Poesía,
la gran Poesía,
como la gran Historia,
la seguirá haciendo,
también, eternamente el Viento.
El poeta no existe... no es nadie.
El poeta es un viejo y hueco embudo de trasiego,
abandonado en el repecho de la colina
o en el rincón más oscuro de la cueva,
por donde el Viento sopla,
a veces, y artícula unas palabras.
Aqui no hay hombres tampoco... ¡ni fechas!...
Y en el índice de los cancioneros antológicos,
lo mismo que en el índice de los gloriosos cronicones,
dentro de unos años, nadie encontrará,
por ejemplo, mis huellas dactilares.
Con la baraja de todos mis poemas
hará mañana el Viento un revoltijo de naipes
que se perderán en el silencio,
y del que no se salvaran,
seguramente, ni la Reina ni el As.
Pero en el mar amargo e infinito,
en la historia dolorosa del Hombre,
y en la canción eterna y anónima del Mundo,
habrá una gota perdida de mi llanto...
una lágrima mía.
Esta lágrima será mi cédula, mi pasaporte
y mi carta legítima de naturaleza...
de naturaleza divina e inmortal.
Por ésta lágrima me conocerán
ya siempre las constelaciones y los dioses...
Y con ésta célula me abrirán las puertas,
sin bisagras ni cerrojos, del Mundo
por dónde se entra a navegar en los espacios infinitos...
He aquí el talisman...con éste poderoso talisman
iré en busca del primero y del último Dios...
de esa incógnita isla que incansablemente persigue
el navegante...y que se halla escondida
en la bola ovillada del hilo del Tiempo,
fuera de la madeja de los siglos...
y al otro lado de la última lágrima del Mundo.
Mexico, a 11 de abril 1954.
San Diego, a 27 de octubre 2010