Eva Golinger
El Departamento de Estado patrocina una Cumbre sobre el uso de las nuevas tecnologías para cambiar regímenes
Eva Golinger
Durante los días 15 y 16 de octubre de 2009, la Ciudad de México es la sede de la segunda Cumbre de la Alianza de Movimientos Juveniles (“AYM” por sus siglas en inglés). Patrocinado por el Departamento de Estado, el evento cuenta con una oradora de lujo –vía Internet- la Secretaria de Estado Hillary Clinton.
Adicionalmente, hay varios “delegados” invitados por la diplomacia estadounidense, incluidos personajes vinculados con movimientos de desestabilización en América Latina.
Los nombres que figuran en la lista de participantes incluyen a los venezolanos Yon Goicochea (Primero Justicia), el dirigente de la organización Venezuela de Primera (grupo fundado por Goicochea), Rafael Delgado, y la ex dirigente estudiantil Geraldine Álvarez, ahora miembro de la Fundación Futuro Presente, organización creada por Yon Goicochea con financiamiento del Instituto Cato de Estados Unidos. También asisten Marc Wachtenheim de Cuba Development Initiative (proyecto financiado por el Departamento de Estado y la USAID a través de la Fundación del Desarrollo Panamericana “PADF”), Maryra Cedeño Proaño, de la Corporación Foro de la Juventud Guayaquil, entidad ecuatoriana financiada por la USAID, y Eduardo Ávila de Voces Bolivianas, organización promovida por la embajada de Estados Unidos en Bolivia con financiamiento de la USAID.
Son 43 delegados en total, de países de todo el globo, de Sri Lanka, la India, Canadá, Reino Unido, Colombia, Perú, Brasil, Líbano, Arabia Saudí, Jamaica, Irlanda, Turquía, Moldavia, Malasia, Estados Unidos y México.
Los panelistas y patrocinadores son una extraña mezcla de representantes de las nuevas tecnologías y funcionarios de las agencias de Washington, especialistas en la subversión y desestabilización de gobiernos no subordinados a su agenda. Oradores de Freedom House, el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Departamento de Estado y el Banco Mundial figuran en la agenda de la cumbre, junto con jóvenes creadores de tecnologías como Twitter, Facebook, Google, Gen Next, Meetup y Youtube.
Los únicos medios tradicionales invitados al evento por el Departamento de Estado son CNN en Español y CNN en inglés, dato curioso que evidencia su estrecha relación.
Sin duda, esta unión entre las agencias de Washington, las nuevas tecnologías y los jóvenes dirigentes políticos seleccionados por el Departamento de Estado, es una receta para una nueva estrategia de “cambiar regímenes”.
Además, este evento reafirma el apoyo político y financiero al movimiento estudiantil de la oposición en Venezuela por parte de Estados Unidos y coloca ante la opinión pública una evidencia irrefutable de la siniestra alianza entre Washington y las nuevas tecnologías.
Centro para la diplomacia digital
Según su propia definición, la AYM nació en 2008 debido a la aparición “…en la escena mundial [de] una serie de casi desconocidos, generalmente jóvenes [que] dominan las técnicas más recientes y han hecho cosas asombrosas. Han causado grandes transformaciones en el mundo real en países como Colombia, Irán y Moldavia, valiéndose de esas técnicas para mover a la juventud. Y esto ha sido sólo el comienzo.”
Las agencias de Washington no podían desaprovechar un atractivo escenario donde los jóvenes, ya adictos a las nuevas tecnologías como Internet, Facebook, Twitter y MySpace, entre otras, que podrían convertirse en dirigentes y promotores de movimientos sociales al servicio de los intereses imperiales. Pero había un problema, según los fundadores de la AYM. “Estos movimientos del siglo XXI constituyen el porvenir de la sociedad civil pero todavía no se dispone de mecanismos para ayudar, capacitar y potenciar a estos dirigentes que en lugar de oficinas tienen direcciones electrónicas. Tampoco existe una entidad que capacite a las asociaciones y a los movimientos ya conocidos del siglo XX en el uso eficaz de los instrumentos y medios del siglo XXI para el logro de sus objetivos.”
¿Sus objetivos? ¿O los objetivos de Washington?
Una de las primeras operaciones exitosas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en los años cincuenta y sesenta fue la creación del Congreso por la Libertad de la Cultura en Europa para impregnar y utilizar los espacios de arte, las universidades, los intelectuales y los movimientos sociales para neutralizar la expansión del comunismo. El uso de la cultura para promover la agenda imperial no terminó después de la Guerra Fría. Mientras crece la adicción a la tecnología, este eficaz mecanismo está siendo refinado y aplicado.
Nuevas tecnologías como Facebook y Twitter, desarrolladas con financiamiento de empresas de la CIA como In-Q-Tel, especialista en la “minería de data”, hoy en día funcionan como redes para reclutar y captar “agentes” dispuestos a promover los intereses imperiales.
El uso potencial de estas tecnologías para promover operaciones psicológicas y propaganda es ilimitado. Su fuerza es la rapidez de la diseminación de los mensajes y su cobertura mundial.
Sólo hacía falta diseñar la estrategia que permitiría alcanzar ese potencial.
La campaña de Obama como “modelo”.
“La Alianza de Movimientos Juveniles (AYM) es la respuesta a esa necesidad. Comenzó con una reunión cumbre en diciembre de 2008, en la cual el Departamento de Estado se asoció con MTV, Google, YouTube, Facebook, Howcast, AT&T, JetBlue, GenNext, Access360Media y la Facultad de Derecho de Columbia University para reconocer y convocar a los movimientos del siglo XXI y dialogar con ellos por Internet por primera vez en la historia”.
Durante la primera cumbre de la AYM, participaron miembros de la organización opositora venezolana Súmate (financiada por la NED y USAID), y los creadores colombianos de las marchas “No más Chávez” y “Un millón de voces contra las FARC”. Los principales panelistas eran tres asesores de la campaña de Barack Obama para la presidencia, incluidos Joe Rospars, director de Nuevos Medios de la campaña, Scott Goldstein, director en línea de Obama para América, y Sam Graham-Felson, director de blogging para la campaña Obama 2008.
También participaron Sherif Mansour, de Freedom House, Shaarik Zafar, asesor del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos (Homeland Security) y ocho altos funcionarios del Departamento de Estado, junto a representantes de diferentes multinacionales de la comunicación y las nuevas tecnologías.
Los creadores de la exitosa campaña “súper-tecnológica” de Obama se juntaron con las agencias de Washington para diseñar la estrategia perfecta. Combinaron dos fuerzas novedosas en la política -la juventud y las nuevas tecnologías-. Era una combinación capaz de lograr lo que durante varios años le habían dificultado a la CIA: el cambio de régimen en países no subordinados a los intereses de Estados Unidos, sin que apareciera la mano de Washington.
El movimiento estudiantil “manos blancas”, en Venezuela, financiado y formado por las agencias estadounidenses, las protestas anticomunistas en Moldavia, las manifestaciones contra el gobierno iraní y las últimas protestas virtuales contra el Presidente Chávez son ejemplos de esta nueva estrategia. Las nuevas tecnologías –Twitter, Facebook, YouTube y otras– son las principales armas, y los medios tradicionales, como CNN y sus afiliados, ayudan exagerar el impacto real de estos movimientos promoviendo matrices de opinión falsas y distorsionadas sobre su importancia y legitimidad.
La Alianza de Movimientos Juveniles es otro capitulo más dentro de los planes de desestabilización contra países soberanos antiimperialistas que rechazan la dominación imperial. La doble moral de Washington reafirma este hecho. Mientras que el Departamento de Estado promueve, financia y patrocina la formación de jóvenes de otros países en el uso de las nuevas tecnologías para desestabilizar sus gobiernos, el uso de Twitter y Facebook para convocar protestas contra las políticas de Washington dentro de Estados Unidos se criminaliza. Así se demostró hace tres semanas cuando dos ciudadanos estadounidenses fueron arrestados por utilizar Twitter para informar a los manifestantes contra la cumbre G-20 en Pittsburgh sobre las acciones represivas de la policía.