Al tratar de comprender
el mundo humano de hoy en día
Encontramos la pregunta de preguntas:
¿Que ocurrió entre éstos dos extremos?
¿Hay alguien, realmente,
que lo pueda explicar
sin que le eche humo la cabeza?
Pero por el humo se sabe
dónde está el fuego.
Este fuego:
Porque no es cuestión de haber salido
del Homo habilis
que moldeo el hacha de piedra y llegó
a descubrir el secreto de la materia,
no: es el uso que se le dió a ello.
Aquí está el conundrum.
El hombre es el tabú.
Somos tabú para nosotros mismos.
Una sombra a la que se le prohíbe
ver el cuerpo de dónde sale.
(La Alegoría de la Caverna de Platon
pero en un plano filogenético
mucho más profundo)
Un vocabulario andante
de letras y palabras
que pertenece,
no a la comunicación natural
--y, por lo tanto,
no al pensamiento natural--,
sino a un aprendizaje de una comunicación
con la que no se nace
porque La Naturaleza no produce "sapiens",
los produce el hombre mismo:
nos creamos a nosotros mismos.
Somos nuestras propias creaciones,
por lo tanto reflejos
de un virtual mundo humano
que se reproduce asi mismo
sin más marco de referencias
que nosotros mismos,
por lo tanto es imposible
aprehendernos con objetividad.
Un uróboro de la vida real y virtual
que ha perdido el Hilo de Ariadna
en un Laberinto
que nos llevó desde el hacha de piedra
a nuestra propia destrucción.
Un río que se extravió camino del mar
y quedó convertido
en lago sin desembocar.
Hay en todo ésto una atávica
y misteriosa puerta
que no queremos abrir,
sólo cerrar,
porque inequívocamente presentimos
que si la abrimos
lo que encontraremos tras ella
no nos va a gustar
porque no va a encajar
con todo lo que nos hemos fabricado
acerca de nosotros mismos
y que ya, por tantos intereses creados,
no podemos borrar...
Por eso la pregunta de preguntas
carece de audiencia,
y sólo en la catumba de nuestra soledad,
cuándo han caído las máscaras,
y, afuera ya de todo programa
y letanías que nos hacen declamar,
cuándo tratamos entender y reflexionar
sobre qué somos y adónde va
todo éste extraño humano carnaval
...es cuándo nos asalta
la pregunta de preguntas
y se la echamos al papel,
a las teclas del cacharro dónde escribimos
o la pared frente a la que estamos,
no porque creemos
que nos van a contestar,
sino porque formulándola sintonizamos
con una banda especial
que nos pone
en un diferente estado mental
desde dónde podemos profundizar...
en qué carajo pasó realmente
entre esos dos puntos
para estar dónde estamos,
en el Lío que estamos,
y que nadie se atreve,
ni quiere,
ni puede desenliar...
Sum, ergo cogito,
señores del tribunal.