lo mató la realidad-
siempre corría de ella-
al principio, despacio,
como si aún no le asustara mucho,
mirando hacia adelante y hacia atrás,
calibrando sus posibilidades,
justificando sus pasos,
aceptando lo que todos parecían aceptar,
creyendo lo que le contaban de ella,
sin dudar, sin criticar,
había que sobrevivir,
el mar estaba revuelto y él no sabía nadar-
y asi fue pasando el tiempo,
despacio, pasos cortos, pero seguros,
sin ariesgarse,
siempre mirando hacia adelante y hacia atrás,
y, de vez en cuando,
a la izquierda, a la derecha,
por si acaso había escollos laterales que evitar-
y asi fue pasando el tiempo,
esa criatura misteriosa
que nos lleva sin hacerse notar-
caminando siempre al mismo paso,
se sentía confortable
con mantener su distancia con la realidad,
disfrutaba de ella sin pagar por ello
lo que otros le decían
que un día tendría que pagar-
su madre siempre le había dicho
que la realidad es como un oso,
que si se encuentra,
hay que retirarse de él
despacio, sin alertarlo y sin correr,
y eso es lo que hacía él con su existencia
todos los días,
despacio,
sin alertarla,
sin enfadarla,
sin correr,
tranquilos los dos,
ella y él-
y asi fue pasando el tiempo,
esa criatura misteriosa
que nos lleva sin hacerse notar-
pero un día,
caían nubes altas,
y, sin saber por qué,
se sintió incomodo,
como si empezara a cansarle el ir despacio,
siempre despacio,
con la misma rutina,
con la misma monocorde marcha
que lo aburría ya...-
fue el día que, al mirar hacia atrás,
vió la realidad más cerca que nunca,
y era fea, desagradable,
muy distinta de lo que él siempre había pensado-
¿qué habría pasado?,
¿habría disminuido su velocidad
o era ella, la realidad,
que habría aumentado la suya
y se le acercaba de forma brutal?-
pero no había tiempo para dilucidar
preguntas o reflexionar,
e, instintivamente, comenzó a caminar más ligero,
en esa clase de marcha que hay
entre el andar y el correr
y en la que se mueven las caderas
ladeándose de un lado para otro
tratando siempre de tener un pie en el suelo,
y eso es lo que ahora hacía él,
para que la realidad no supiéra
que quería echar a correr-
porque no podía ver aquella cara,
aquella figura,
que él siempre había adornado y compuesto
con pinceles de alta calidad
y que ahora cobraba un aspecto feroz
que no sabía descifrar
y que le amenzaba a pesar de la distancia
que su rutinario andar de antes
siempre había sabido mantener y completar-
nunca supo el por qué,
de pronto, echo a correr,
no,
no podía soportar aquello,
era demasiado para él-
Al día siguiente encontraron
el cuerpo de un hombre tirado en el suelo.
Los campesinos que lo vieron
dieron la explicación:
dieron la explicación:
Ha sido el oso.
Hace tiempo
que ronda por aqui.
Un oso pardo de gran tamaño.
