--Hay -dijo O´Brien-- un estribillo del Partido que se relaciona con el dominio del pasado. Repítalo, por favor.
--Quíen domina el pasado, fiscaliza el futúro; quíen es dueño del presente, domina el pasado -repitió Winston, sumiso-
--Quíen es dueño del presente, domina el pasado -dijo O'Brien, asintiendo con la cabeza- ¿Cree usted, Winston, que el pasado tiene existencia real?
Otra vez la sensación de impotencia volvió a hacer presa en Winston. Se fijó en la esfera luminosa. No solamente ignoraba si afirmando o negando se salvaría del tormento, sino que ni siquiera sabía cúal había de ser la respuesta.
Esbozando una sonrisa, dijo O'Brien:
--La metafísica no es su fuerte, Winston. Nunca meditó usted sobre el verdadero significado de la existencia. A ver si logro hacerme entender, formulando la pregunta en términos mas precisos: ¿Existe en algún lugar un mundo de objetos corpóreos dónde el pasado sigue desarrollandose?
--No
--Entónces: ¿dónde existe ese pasado, si es que existe?
--En los documentos, en las constancias escritas.
--En los documentos; ¿y en dónde más?
--En el entendimiento, en la memoria de los hombres.
--En la memoria. Perfectamente. Pero nosotros,
El Partido, ejercemos el dominio sobre todas las constancias escritas y sobre la memoria de los hombres. Por consiguiente, también dominamos el pasado, ¿no es así?
--Pero ¿cómo pueden ustedes impedir que los hombres recuerden cosas? -exclamó Winston, olvidandose por un momento de la esfera- Lo que se recuerda es espontáneo, algo que se escapa a la voluntad. ¿Cómo es posible que ustedes dominen la memoria del hombre? ¿Acaso han dominado la mía?
Volvió O'Brien a asumir una expresión de severidad y puso la mano en la manija de la esfera.