ATILIO BORÓN ANALIZA LAS ELECCIONES EN RUSIA SACANDONOS DEL BURDO ENGAÑO


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BOMBAS Y PAQUETES DE COMIDA SOBRE GAZA

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SI OMITIERAMOS ESTOS HORROROSOS CRIMENES, PARTICIPARIAMOS EN ELLOS, "PARTICEPS CRIMIS"

"NOT FOUND"... ¡MENTIRA!...ES QUE NO QUEREIS QUE VEAMOS EL INFINITO DOLOR QUE ESTAIS CAUSANDO! ARRIBA, PINCHAR EN ESTO: pic.twitter.com/XGlL5BYLTt Y DESPUES: View

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GAZA: ARCOIRIS APAGADO: LA LUZ HAN ASESINADO

¿Quedará todo Impune y nunca más podrán los pájaros volar? "Facit indignation versum"

FREE WORLD TOUR AND COLLAGE

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EL GRAN INFANTICIDIO

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AL GRANO: THE "AMERICAN LEADERSHIP" TIENE QUE SER PARADO O "LOS DAÑOS COLATERALES" SERAN EL COLAPSO

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LOS DAÑOS COLATERALES DE UNA GUERRA NUCLEAR SON LA HUMANIDAD


Fidel leyéndoselo a Michel Chossudovsky cuándo se entrevistaron en La Habana en el 2010

...¿SOMOS AUN CURABLES? NO, POR ESTO:

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¿DONDE EMPIEZA AUSCHWITZ? RESPUESTA: EN GAZA

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POR QUÉ ASESINÓ EL FRANQUISMO A LORCA

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"La situación del capitalismo hoy en día no es solamente una cuestión de crisis económica y política, sino UNA CATASTROFE DE LA ESENCIA HUMANA que condena, meramente, cada reforma económica y política a la futilidad e incondicionalmente DEMANDA UNA TOTAL REVOLUCION" Herbert Marcuse, 1932 (Acotado de: "Marx, Freud, and the Critique of Everyday Life", Bruce Brown; p. 14.) ¿Qué hubiese dicho hoy, 89 años después?

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¿HACIA LA IZQUIERDA O HACIA EL "SPREADING FREEDOM AROUND THE WORLD" DE LA DERECHA?




"UN SISTEMA ECONÓMICO CRUEL


AL QUE PRONTO HABRÁ

QUE CORTARLE EL CUELLO"

Federico García Lorca ('Poeta en Nueva York')

¡ QUÉ GRAN VERDAD !
PORQUE FUÉ ESE MISMO
SISTEMA ECONÓMICO CRUEL,
PRECISAMENTE,
¡ EL QUE LE CORTÓ EL CUELLO A ÉL !


Friday, December 5, 2014

"EL FINAL DE LA GUERRA. LA ULTIMA PUÑALADA A LA REPUBLICA", Paul Preston

                                  
La puñalada continua sangrando al pueblo español.
Porque hay puñaladas que cicatriza la historia,
pero otras son tan profundas y hondas,
tan cargadas de lágrimas y dolor,
que perennemente supuran
aúnque le vayamos cambiando 
los paños que absorven su sangre
y su traumatica resignación,
aúnque cambien los escenarios
y el apuñalador se vista con nuevas máscaras
para borrar el pasado y engañarnos mejor.
Sólo la conciencia historica,
la realización de saber realmente lo que ocurrió,
puede crear el balsmo
que cure la herida
de aquella impune y colosal puñalada
que sufrió y aún padece el Pueblo Español.
 


El final de la guerra.
La última puñalada a la República
Paul Preston


Esta es la historia de una tragedia humanitaria evitable que costó muchos miles de vidas y arruinó decenas de miles más. Tiene numerosos protagonistas, pero se centra en tres individuos. El primero, el doctor Juan Negrín, víctima de lo que se podría llamar una conjura de necios, trató de impedirla. Los otros dos fueron responsables de lo acontecido. Uno, Julián Besteiro, actuó con ingenuidad culposa. El otro, Segismundo Casado, con una sorprendente combinación de cinismo, arrogancia y egoísmo.

El 5 de marzo de 1939, el coronel Casado, un eterno insatisfecho que desde mayo de 1938 era comandante del Ejército Republicano del Centro, lanzó un golpe militar contra el Gobierno de Juan Negrín. Irónicamente, así provocó que el final de la Guerra Civil española fuese casi idéntico al comienzo.

Como habían hecho Mola, Franco y los demás conspiradores de 1936, Casado dirigió a una parte del ejército republicano en una revuelta contra su Gobierno. Aseguraba, como habían hecho los anteriores, y también sin fundamento alguno, que el Gobierno de Negrín era una marioneta del Partido Comunista y que se avecinaba un golpe de Estado inminente para instaurar una dictadura comunista.

Esa misma acusación fue vertida por anarquistas como José García Pradas, quien dijo que Negrín estaba encabezando personalmente un golpe comunista.1 Nada apunta a que fuera así; merece la pena recordar la valoración que hizo de Negrín el gran corresponsal de guerra estadounidense Herbert Matthews, que lo conocía bien:

Negrín no era comunista ni revolucionario... No creo que Negrín se planteara la idea de una revolución social antes de la Guerra Civil... Durante toda su vida, Negrín mostró cierta indiferencia y ceguera hacia los problemas sociales. Paradójicamente, eso lo alineó con los comunistas en la Guerra Civil. Era igual de ciego en un sentido ideológico. Fue un socialista de preguerra solo de nombre. Rusia fue la única nación que ayudó a la España republicana; los comunistas españoles figuraban entre los mejores y más disciplinados soldados; las Brigadas Internacionales, con su cúpula comunista, eran inestimables. Por tanto, el presidente Negrín trabajó con los rusos, pero nunca sucumbió a ellos ni aceptó sus órdenes.2

El doctor Marcelino Pascua, un amigo suyo de toda la vida, expresaba una opinión parecida:

¿Negrín era comunista? ¡Qué gran disparate! Ni a mil leguas. Tenía congenitalmente un fuerte individualismo, en nada propicio a seguir un régimen de disciplina mutua ni una conducta de cooperación colectiva ni a soportar constreñido reglamentaciones y normas dictadas por un partido, ni para atenerse a ciertos comportamientos personales que, como es bien sabido, los instrumentos de ideologías marxistas imponen a sus adherentes. En su «hero worship», el máximo admirado como político era Clemenceau (y no su contemporáneo Lenin) no obstante serle conocida la política represiva y reaccionaria que este tuvo en el poder para con el campo sindical y la persistente enemiga y hasta aversión respecto a los socialistas franceses. Yo interpreté siempre esta veneración suya al «Tigre» como seducido en el fondo por su energía personal y por la eficacia que desplegara como jefe del Gobierno durante la Primera Guerra Mundial. Lo cual aminora la aparente contradicción primordialmente por esa razón de entereza y resolución apuntadas, con la gestión política que Negrín tuvo, o mejor dicho quiso tener, en pragmatismo imperativo que pudiéramos llamar de imbuición clemencista para ganar la guerra cuando ejerció la presidencia del Consejo, catalogado como «socialista».

Según Pascua, Negrín adoptó como eslogan particular el comentario de Clemenceau, según el cual: «Dans la guerre comme dans la paix le dernier mot est à ceux qui ne se rendent jamais».3

Casado afirmaba que había lanzado el golpe porque estaba convencido de que podría frenar la que era una matanza cada vez más insensata y de que sería capaz de obtener la clemencia de Franco para todos, a excepción de los comunistas.

Aunque realmente fuera esa su altruista motivación, y existen abundantes pruebas que apuntan a lo contrario, lo hizo de la peor manera imaginable. En sus tratos con Franco se comportó como si no tuviera nada con que negociar. Pareció olvidar el hecho de que Franco estaba obsesionado con Madrid, el símbolo mismo de la resistencia, donde había fracasado en 1936, y al año siguiente en el Jarama y Brunete.

A diferencia de Negrín, que podía amenazar con una resistencia continuada cuando Franco recibía las presiones de sus aliados alemanes e italianos para que pusiera fin a la guerra a la mayor brevedad, Casado adoptó la postura de que el conflicto ya estaba perdido.

Por tanto, su única esperanza era la idea ingenua y bastante arrogante de que Franco se dejaría convencer por una vaga retórica de patriotismo compartido y espíritu fraternal de la gran familia militar, como si en cierto sentido ambos fuesen iguales.4

A consecuencia de ello, sus acciones provocaron miles de muertes.

Sin duda, la derrota de la República española ya estaba en el horizonte. No obstante, todavía era factible que el desenlace de la guerra permitiera la evacuación de los políticos y soldados que corrían mayor riesgo y que ofreciese garantías a la población civil que quedaba atrás.

Tal como había comentado Negrín a Juan-Simeón Vidarte, del Comité Ejecutivo del Partido Socialista: «La paz negociada siempre; la rendición sin condiciones para que fusilen a medio millón de españoles, eso nunca».5

Ernest Hemingway resumía la postura de Negrín de este modo:
En una guerra nunca puedes reconocer, ni siquiera a ti mismo, que todo está perdido. Porque, cuando reconoces que está perdido, te machacan. Aquel que está siendo machacado y se niega a reconocerlo y sigue luchando por más tiempo, gana todas las batallas definitivas; a menos, por supuesto, que lo maten, se muera de hambre o se vea privado de armas o traicionado. Todas estas cosas le ocurrieron al pueblo español. Muchos murieron, sucumbieron al hambre o fueron privados de armas o traicionados.6
Puesto que la República española estaba agotada e internacionalmente aislada, la funesta iniciativa de Casado no hizo sino precipitar su derrota en las peores condiciones imaginables. Su revuelta contra el Gobierno desencadenó una mini guerra civil en el Madrid republicano, que costó la vida de dos mil personas, en su mayoría comunistas, y desbarató los planes de evacuación de centenares de miles de republicanos.7

Se ha afirmado que lo ocurrido fue consecuencia del «hecho» de que Casado era un agente británico. Es poco probable que fuera «agente», ni siquiera que estuviera a sueldo, pero desde luego mantenía contacto con enviados británicos: el representante diplomático Ralph Skrine Stevenson y Denis Cowan, de la Comisión Chetwode, que estaba intentando organizar intercambios de prisioneros. Puesto que el Gobierno británico daba por sentado desde hacía mucho que la República sería derrotada y quería quitarse de encima lo que juzgaba un problema innecesario, no cabe duda de que Stevenson y Chetwode como mínimo animaron a Casado en sus esfuerzos por poner fin a la guerra.

El ex comunista Francisco-Félix Montiel afirmaba que «detrás de Casado estaba Londres».8 A finales de febrero de 1939, Casado se reunió con altos mandos comunistas en su cuartel general, conocido en clave como «Posición Jaca». Totalmente fuera de contexto, les aseguró que «no eran ciertos los rumores de que fuera agente del Intelligence Service y que no era responsable de las atenciones y visitas que le hacían miembros de la embajada inglesa».9

La camarilla de Negrín creía que los británicos habían participado en el golpe. Todavía en 1962, el periodista estadounidense Jay Allen escribió a su colega Louis Fischer, ambos amigos de Negrín: «Aparte de Rafael Méndez, cuya dirección no tengo, ¿quién podría informarme sobre el papel del agente del servicio secreto británico que ayudó a llevar a cabo el golpe de Casado?».10

Casado nació el 10 de octubre de 1893 en Nava de la Asunción, en la provincia de Segovia. Fue criado en la estricta disciplina impuesta por su padre, un capitán de infantería, y a los quince años ya era cadete. En 1920 ascendió a teniente e hizo carrera en los despachos, aunque de forma muy competente.

Aparte de un período corto y relativamente tranquilo de ocho meses en Marruecos, carecía de experiencia en el campo de batalla. No tenía vínculos políticos, si bien en enero de 1935 fue nombrado jefe de la guardia presidencial de Alcalá Zamora, a quien admiraba. Cuando Alcalá fue reemplazado por Manuel Azaña en mayo de 1936, Casado, que había alcanzado el rango de comandante, consideró que el cargo resultaba mucho menos grato.

En agosto de 1936 dimitió de la guardia presidencial aduciendo que trabajar con Azaña era «una horrible tortura». Tras su ascenso a teniente coronel pasó a ser jefe de operaciones del Estado Mayor cuando Largo Caballero se convirtió en presidente y ministro de Defensa. Casado aspiraba a ser jefe del Estado Mayor, pero cuando se le dio ese cargo a Vicente Rojo, fue nombrado inspector general de Caballería. Nunca lo perdonó, y mantuvo un profundo resentimiento hacia Rojo y los comunistas.

Sus experiencias en combate —en Brunete en julio de 1937 y en Zaragoza en octubre del mismo año— no salieron bien. No obstante, en 1938, ya ascendido a coronel, consiguió dos puestos importantes como jefe del Ejército de Andalucía y, poco después, del Ejército del Centro.11

Al parecer, el 25 de julio de 1938 mantuvo un encuentro sumamente cordial con la cúpula del PCE en Madrid. Uno de los temas de conversación fue cómo podía organizarse una evacuación escalonada en caso de derrota republicana. Francisco-Félix Montiel aseguraría más tarde que el objetivo del PCE en aquel encuentro era cerciorarse de que pusiera fin a la guerra un traidor incompetente y eximir así al partido de cualquier responsabilidad.

En realidad, es mucho más plausible que el propósito de la reunión fuese procurarse la lealtad de Casado y el Ejército del Centro justo cuando las tropas republicanas cruzaban el Ebro. Pero si los comunistas dudaban de la lealtad de Casado, Rojo dudaba de su competencia.12

Casado era un oficial irascible, célebre por su rectitud y austeridad. De hecho, su mal carácter y su ascético estilo de vida hallaban cierta explicación en las dolorosas úlceras de estómago que padecía. Cuando el vicepresidente del sindicato socialista Unión General de Trabajadores, Edmundo Domínguez Aragonés, fue nombrado comisario inspector del Ejército del Centro a finales de diciembre de 1938, fue a presentarse a Casado y lo encontró postrado en la cama. Las injustificadas y gratuitas aseveraciones sobre su lealtad hicieron saltar las alarmas:
Yo soy un militar que solo tiene el deber de respetar al Gobierno y obedecerle. Ya ves, tan pegado estoy a este deber, que otro en mi caso, con una úlcera que le atraviesa las entrañas, tendría pretexto para abandonarlo todo y procurar por su salud. Yo no. Este Madrid me ha sido confiado, y le defenderé o moriré defendiéndole. Si me marchara, se diría que soy un cobarde.

A Domínguez le sorprendió que, «muy pagado de sí mismo», Casado afirmara con vehemencia que su máxima preocupación era aliviar el sufrimiento de las mujeres y los niños de la capital. Lejos de quedar convencido, Domínguez empezó a sospechar que Casado estaba siendo poco sincero e intentaba ocultar algo.13

Fernando Rodríguez Miaja, sobrino y secretario privado del general Miaja, tenía dudas similares sobre Casado:
Casado, inteligente y muy buen técnico militar, era hombre ambicioso, ególatra y teatral, de carácter agrio y amargado... Poseía un desmesurado afán de protagonismo y gran proclividad a ser personaje central en cualquier escenario. Vivió y actuó siempre en primera persona singular. Estas características de su personalidad tuvieron mucho que ver con el desenlace de la guerra de España.14

Es cierto que su comportamiento en los últimos meses de la Guerra Civil española denotaba una arrogancia ventajista alimentada por la ambición de pasar a la historia como el hombre que acabó con el conflicto. Ello se evidenciaba claramente en la dedicatoria (a M.O.) de las memorias escritas poco después de su llegada a Londres. «Salí de mi patria porque cometí el grave delito de terminar una lucha fratricida, ahorrando a mi pueblo mucha sangre, que hubiera sido estérilmente derramada.»

Asimismo, comentaba la trascendencia histórica de sus acciones.15 Cuando todavía residía en España, había dicho a Diego Medina, su médico personal y miembro de la Quinta Columna, que su intención era asombrar al mundo.16 A juicio de Vicente Rojo, Casado era un megalómano inane y siniestro.
«Casado es un hombre de frases. Casado no sirve ni ha servido nunca al pueblo. Es el militar más político y más avieso y medroso de cuantos profesionales servían a la República.»17

Todavía era más cáustica la opinión de Dolores Ibárruri: «Es difícil imaginarse una alimaña más cobarde y escurridiza que el coronel Segismundo Casado».18

La animosidad de la Pasionaria es comprensible, habida cuenta de que los comunistas estuvieron entre las víctimas más inmediatas del golpe de Casado. Tampoco es muy favorable el punto de vista de su colaborador, el general José Miaja, que se refería a él en privado como «cuatrocaras» porque decir que tenía «doble cara» le parecía escaso y poco ajustado a la realidad.19

Más llamativo resulta el desdén del falangista Antonio Bouthelier España, uno de los contactos de Casado con la Quinta Columna franquista. Bouthelier equiparaba a Casado con los «militares que no sintieron el gusto de su profesión, que desconocían el significado de la palabra “servicio”, inquietos y ambiciosos, envidiando a los políticos de chistera y levita, autores de discursos y solemne... Casado era de estos... Eterno descontento... solo con miras puramente personales».20

En realidad, la derrota final de la República siempre había parecido inevitable. El alzamiento militar se produjo la noche del 17 de julio de 1936 en la colonia española de Marruecos y a la mañana siguiente en la Península. Los conspiradores estaban convencidos de que todo habría terminado en unos días.

El golpe fue un éxito en las zonas católicas de minifundios que votaron a la derecha: las capitales de provincia del León rural y Castilla la Vieja y ciudades con mercado y catedral como Ávila, Burgos, Salamanca y Valladolid. Sin embargo, en los bastiones izquierdistas de la España industrial y los latifundios del sur profundo, el levantamiento fue contenido gracias a las acciones espontáneas de las organizaciones de clase trabajadora.
No obstante, en ciudades importantes del sur como Cádiz, Córdoba, Granada y Sevilla, la resistencia de la izquierda pronto sería salvajemente aplastada.

En cuestión de días, el país quedó dividido en dos zonas de guerra. Los rebeldes controlaban un tercio de España en un bloque septentrional que incluía Galicia, León, Castilla la Vieja, Aragón y parte de Extremadura, además de un triángulo andaluz que iba desde Huelva hasta Sevilla y Córdoba. Dominaban las grandes zonas de cultivo de trigo, pero los principales centros industriales —y de consumo de alimentos— seguían en manos republicanas.

Tras varios esfuerzos estériles por llegar a un acuerdo con los rebeldes, se formó un Gabinete de republicanos moderados con el profesor de química José Giral a la cabeza. Había razones para suponer que la República podría aplastar el levantamiento. El Gabinete republicano moderado de Giral controlaba las reservas nacionales de oro y divisas y prácticamente toda la capacidad industrial de España. Sin embargo, carecía de una maquinaria burocrática fiel y eficaz, sobre todo en los ámbitos del orden público y la economía.

Los militares rebeldes gozaban de tres importantes ventajas que a la postre decidirían el conflicto: el Ejército de África, la ayuda masiva de las potencias fascistas y el apoyo tácito de las democracias occidentales. Los acorazados republicanos solo pudieron impedir durante tres semanas el transporte entre Marruecos y España de la mejor baza de los rebeldes: el feroz ejército colonial capitaneado por Franco.

Por añadidura, el hecho de que el poder en las calles de las grandes ciudades españolas estuviese en manos de los sindicatos y sus organizaciones obstaculizó los esfuerzos del Gobierno de Giral por recabar ayudas de las democracias occidentales.

Inhibido por las divisiones políticas internas y, al igual que los británicos, temeroso de una posible revolución y de provocar una guerra general, el primer ministro francés Léon Blum se retractó rápidamente de sus promesas iniciales de ayuda.

Por el contrario, en el norte de África, Franco pudo convencer a los representantes locales de la Alemania nazi y la Italia fascista de que él era el hombre a quien debían respaldar. A finales de julio, varios aviones de transporte Junkers 52 y Savoia-Marchetti 81 iniciaron el traslado de la Legión Extranjera, cuyos integrantes estaban sedientos de sangre, y los denominados regulares indígenas a Sevilla cruzando el estrecho de Gibraltar. Llegaron 15.000 hombres en diez días y un golpe de Estado fallido se convirtió en una guerra larga y sangrienta. Ese apoyo crucial recibido en los primeros días vino seguido de un flujo constante de recursos de alta tecnología.

En contraste con el equipamiento de vanguardia llegado de Alemania e Italia, que incluía técnicos y recambios y los manuales de uso correctos, la República, rehuida por las democracias, tuvo que arreglárselas con material caro y obsoleto suministrado por traficantes de armas privados.

Al poco, los rebeldes emprendieron dos campañas que mejoraron enormemente su situación. Mola atacó la provincia vasca de Guipúzcoa y la dejó incomunicada de Francia. Por su parte, el Ejército de África franquista avanzó rápidamente hacia el norte, rumbo a Madrid, y dejó un horrible rastro de muerte a su paso, incluida la masacre de Badajoz, en la que 2.000 prisioneros fueron ejecutados. El 10 de agosto habían unido las dos mitades de la España rebelde.

Los sublevados consolidaron notablemente su posición en agosto y septiembre, cuando el general José Enrique Varela conectó Sevilla, Córdoba, Granada y Cádiz. En el caso de los republicanos, no se produjeron avances espectaculares, tan solo retiradas y dos operaciones frustrantes: el asedio de la guarnición rebelde del Alcázar de Toledo y el fútil intento de las columnas anarquistas de Barcelona por reconquistar Zaragoza, que había caído rápidamente en manos rebeldes.

La República española no solo se enfrentaba a Franco y a sus ejércitos, sino, cada vez más, al poder military y económico de Hitler y Mussolini.

(Ni que decir tiene que, en su consolidación, no fue una guerra civil sino una guerra internacional de la Plutocracia contra la Democratica Republica española. En ella participó, fundamentalmente, la plutocracia de los USA surtiendo de petroleo --a credito--, transporte --camiones-- y bombas, a la maquinaria de guerra fascista. Sin estas ayudas del capitalismo internacional a los bandidos fascistas amotinados, la Republica hubiese aplastado el motin en solo semanas)

Despreciado por Francia y Gran Bretaña, Giral, el presidente del Gobierno republicano, recurrió a Moscú. La reacción inicial de la Unión Soviética fue de profundo bochorno. El Kremlin no quería que lo que estaba aconteciendo en España menoscabara sus planes tan delicadamente preparados de alianza con Francia. Sin embargo, a mediados de agosto, la ayuda de Hitler y Mussolini a los rebeldes entrañaba el riesgo de un desastre aún mayor si caía la República española. Ello alteraría gravemente el equilibrio de poderes europeo y dejaría a Francia con tres naciones fascistas hostiles en sus fronteras. A la postre, la reacia decisión que tomó Stalin de prestar ayuda a España se basó en una razón de Estado.

La distancia y el caos organizativo supusieron que el transporte de material a España no se produjera hasta mediados de septiembre. El primer envío de vetustos rifles y ametralladoras llegó el 4 de octubre. Hasta finales de septiembre, una vez que la República aceptó enviar sus reservas de oro a Rusia, no se adoptó la medida de mandar aviones y tanques modernos, que hubo que pagar a precios inflados.

Mientras tanto, el Gabinete del profesor Giral, compuesto enteramente de republicanos, había dado paso a un Gobierno más representativo que incluía republicanos, socialistas y comunistas bajo el liderazgo del veterano sindicalista Francisco Largo Caballero.

Aunque era popular entre los trabajadores, Largo Caballero carecía de la energía, la determinación y la visión necesarias para llevar un esfuerzo bélico a buen término. No comprendía que una campaña efectiva exigía un aparato estatal centralizado.21

Mientras la República fracasaba en su búsqueda de ayuda internacional y sus desorganizadas milicias retrocedían hasta la capital, los rebeldes reforzaban su estructura de mando.

El 21 de septiembre, en un aeródromo situado en las proximidades de Salamanca, los principales generales rebeldes se reunieron para nombrar un comandante en jefe, tanto por motivos militares obvios como para favorecer las relaciones con Hitler y Mussolini.

Franco, que ya mantenía buenas relaciones con el Führer y el Duce, fue su elegido. El mismo día decidió desviar sus columnas, que en aquel momento se encontraban a las puertas de Madrid, hacia Toledo, en el sudeste. De ese modo perdió una oportunidad irrepetible de irrumpir en la capital antes de que sus defensas estuviesen preparadas. Sin embargo, con la liberación del Alcázar, reafirmó su poder gracias a una victoria emocional y un gran golpe mediático.

También pudo aminorar el ritmo de la guerra y efectuar así una exhaustiva purga política del territorio conquistado. El 28 de septiembre, Franco fue confirmado como jefe del Estado Rebelde. A partir de entonces, gobernó su zona de modo sumamente centralizado. Por el contrario, la República ya se veía gravemente obstaculizada por las intensas divisiones entre los comunistas, los republicanos de clase media y los socialistas moderados que estaban reconstruyendo el aparato de Estado para priorizar el esfuerzo bélico, y los anarquistas, trotskistas y socialistas de izquierdas que querían poner el acento en la revolución social.

El 7 de octubre, el Ejército de África retomó la marcha hacia un Madrid inundado de refugiados y con grandes problemas de abastecimiento. El 4 de noviembre, en un esfuerzo por cohesionar a la población, Largo Caballero incorporó a dos ministros anarco-sindicalistas a su Gabinete. La demora de Franco levantó la moral de los defensores de Madrid con la llegada a principios de noviembre de aviones y tanques de la Unión Soviética, además de las columnas de voluntarios conocidas como las Brigadas Internacionales.

El sitio de Madrid propició actos heroicos de toda la población. El 6 de noviembre, el Gobierno, que preveía una pronta caída de la capital, había huido a Valencia. La ciudad quedó en manos del general José Miaja. Con el respaldo de la Junta de Defensa, dominada por los comunistas, el desaliñado Miaja reunificó a la población mientras su brillante jefe de Estado Mayor, el coronel Vicente Rojo, organizaba a las fuerzas de la ciudad.

Las primeras unidades de las Brigadas Internacionales llegaron a Madrid el 8 de noviembre, y consistían en antifascistas alemanes e italianos, además de algunos izquierdistas británicos, franceses y polacos. Los brigadistas, esparcidos entre los defensores españoles en una proporción de uno a cuatro, les levantaron la moral y les enseñaron a utilizar ametralladoras, conservar la munición y buscar refugio. Resistieron con éxito a las columnas africanas de Franco y, a finales de noviembre, este tuvo que reconocer su fracaso.

La asediada capital resistiría dos años y medio más, hasta la funesta secuencia de acontecimientos desencadenada por el coronel Casado.

La llegada de equipamiento ruso y voluntarios internacionales en otoño contribuyó a salvar Madrid. No obstante, su presencia también sería utilizada por los simpatizantes de Franco para justificar la intervención de Hitler y Mussolini e inhibir a las potencias occidentales. La motivación de Alemania e Italia consistía fundamentalmente en minar la hegemonía anglo-francesa en las relaciones internacionales, aunque en Londres sonó muy bien que ambos dictadores afirmaran que estaban en España para combatir el bolchevismo.

La República, asediada desde el exterior, también acusaba enormes problemas internos que no se daban en la zona brutalmente militarizada de Franco.

El desmoronamiento del Estado burgués en los primeros días de la guerra había provocado la rápida aparición de órganos revolucionarios de poder paralelo: los comités y las milicias relacionados con los sindicatos y partidos de izquierdas.

Se produjo una gran colectivización popular de la agricultura y la industria. Los amplios experimentos colectivistas de otoño de 1936, que resultaron emocionantes para los participantes y para observadores extranjeros como George Orwell, supusieron un obstáculo para la creación de una maquinaria de guerra.

La ambivalencia sobre si debía darse prioridad a la guerra o a la revolución constituyó la esencia del conflicto interno en la zona republicana hasta mediados de 1937.

El presidente republicano Manuel Azaña y líderes socialistas moderados como Indalecio Prieto, ministro de la Armada y las Fuerzas Aéreas, y Juan Negrín, ministro de Hacienda, estaban convencidos de que un aparato de Estado convencional con un control centralizado de la economía y los instrumentos institucionales de movilización de masas eran esenciales para una campaña militar eficaz.

Los comunistas y los asesores soviéticos coincidían: tenía sentido y esperaban que poner freno a las actividades revolucionarias de los trotskistas y los anarquistas tranquilizara a las democracias burguesas a las que la Unión Soviética estaba cortejando.

La República, absorta en las consiguientes discrepancias internas y todavía carente de un ejército convencional, no pudo sacar rédito de su victoria en Madrid. La respuesta inmediata de Franco fue una serie de intentos por cercar la capital. En las batallas de Boadilla (diciembre de 1936), Jarama (febrero de 1937) y Guadalajara (marzo de 1937), sus fuerzas fueron repelidas, pero con un enorme coste para la República.

Concentrarse en la defensa de Madrid significó abandonar otros frentes. Málaga, situada al sur, cayó a principios de febrero en manos de las tropas italianas recién llegadas. No hubo victorias fáciles en la España central. En el Jarama, el frente rebelde avanzó varios kilómetros, pero no cosechó ningún logro estratégico. Los republicanos perdieron 25.000 efectivos, entre ellos algunos de los mejores brigadistas británicos y estadounidenses, y los rebeldes unos 20.000. En marzo, los rebeldes continuaron con sus esfuerzos por rodear Madrid atacando cerca de Guadalajara, unos sesenta kilómetros al nordeste de la capital. Un ejército de 50.000 hombres, el contingente mejor equipado y armado que había participado en la guerra hasta la fecha, consiguió avanzar, pero fue derrotado en un contraataque republicano.

En adelante, mientras la República organizaba su Ejército Popular, el conflicto se convirtió en una guerra más convencional de maniobras a gran escala.
Incluso después de la derrota en la batalla de Guadalajara, en la que participó un numeroso contingente de tropas italianas, los rebeldes siguieron llevando la iniciativa, ya que, con cada revés de Franco, los dictadores del Eje aumentaban su apoyo.

Esto quedó demostrado durante la campaña rebelde en el norte de España en primavera y verano de 1937. En marzo, Mola lideró 40.000 efectivos en un ataque al País Vasco respaldado por la experiencia de la Legión Cóndor alemana en los bombardeos de desgaste. En un ensayo para la blitzkrieg de Polonia y Francia, Guernica fue arrasada el 26 de abril de 1937 para hundir la moral vasca y erosionar la defensa de la capital, Bilbao, que cayó el 19 de junio. Después, el ejército rebelde, ampliamente pertrechado de tropas y material italianos, conquistó Santander el 26 de agosto.

Asturias no tardó en sucumbir durante los meses de septiembre y octubre. La industria del norte ahora estaba al servicio de los rebeldes. Esto les concedió una ventaja decisiva que se sumó a su superioridad en número de hombres, tanques y aviones.

Las derrotas encajadas por la República a principios de 1937 conducirían a la creación el 17 de mayo de un Gobierno sólido presidido por Juan Negrín y del que los anarco-sindicalistas fueron excluidos.

Negrín, como ministro de Hacienda y con la ayuda de su subsecretario, Francisco Méndez Aspe, ya había sistematizado las exportaciones de materias primas y las importaciones de armamento y comida de la República. Había reorganizado el Cuerpo de Carabineros para acabar con el contrabando y las exportaciones ilegales. Es imposible exagerar su aportación al esfuerzo bélico.22

Ahora, como presidente, Negrín depositaba su fe en el coronel Vicente Rojo, un brillante estratega que intentó frenar el inexorable avance rebelde con una serie de maniobras ofensivas de despiste. En el pueblo de Brunete, al oeste de Madrid, 50.000 soldados cruzaron las líneas enemigas el 6 de julio, pero los rebeldes disponían de refuerzos suficientes para tapar el hueco. A lo largo de diez días, los republicanos fueron pulverizados con ataques aéreos y de artillería en uno de los choques más sangrientos de la guerra.

Con un coste enorme, la República demoró ligeramente la derrota definitiva en el norte. Brunete quedó arrasado hasta los cimientos. En agosto de 1937, Rojo realizó un osado movimiento de pinza contra Zaragoza.

En el pequeño municipio de Belchite, la ofensiva se frenó en seco a mediados de septiembre. Al igual que en Brunete, los republicanos obtuvieron una ventaja inicial, pero carecían de fuerza suficiente para asestar el golpe de gracia.

En diciembre de 1937, Rojo lanzó otro ataque preventivo contra Teruel con la esperanza de desviar la última ofensiva de Franco sobre Madrid. El plan funcionó. Con un frío sumamente intenso, los republicanos conquistaron Teruel el 8 de enero en la única ocasión en que una capital de provincia era arrebatada a los rebeldes.

Sin embargo, fue una victoria pírrica, y el triunfo, efímero. Las fuerzas republicanas fueron desalojadas tras seis semanas de duros embates de la artillería y los bombarderos. Después de defender un pequeño avance a un alto precio, los republicanos tuvieron que replegarse el 21 de febrero de 1938, fecha en que Teruel estaba a punto de ser rodeada. Las bajas en ambos bandos habían sido enormes.

Los republicanos estaban agotados, escasos de armas y munición y desmoralizados tras la derrota en Teruel. Franco aprovechó la coyuntura con una gran ofensiva en la que cruzó Aragón y Castellón en dirección al mar. Cien mil soldados, doscientos tanques y casi mil aviones alemanes e italianos emprendieron el avance el 7 de marzo de 1938.

A principios de abril, los rebeldes habían llegado a Lérida y descendieron por el valle del Ebro, lo cual dejó a Cataluña incomunicada del resto de la República. El 15 de abril habían llegado al Mediterráneo. A causa de ello, no eran pocas las grandes figuras del bando republicano que consideraban que ya no podía ganarse la guerra.

Entre ellos se hallaban el coronel Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor, el coronel Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de las fuerzas aéreas, y el eterno pesimista Indalecio Prieto. No obstante, Negrín se negaba a reconocer esa posibilidad, pues era consciente de los peligros del derrotismo.23

Seguía confiando en que recibirían de Rusia un apoyo logístico constante. Sin embargo, a partir de junio de 1938, los suministros rusos empezaban a escasear. A finales del verano de 1937, los ataques contra los envíos neutrales por parte de los acorazados rebeldes y los submarinos italianos habían cerrado el Mediterráneo como ruta de abastecimiento para la República. Ahora los suministros rusos llegaban de Múrmansk o los puertos del Báltico, y eran descargados en El Havre o Cherburgo y luego transportados hasta la frontera franco-española.24

Para llevarlos a través de Francia, Negrín tenía que gastar unas valiosas divisas extranjeras sobornando a las autoridades locales. Tal como comentaría el dirigente comunista Vicente Uribe más tarde: «Para hacer maniobrar convenientemente los mecanismos adecuados en Francia, había que engrasarlos copiosamente, según palabras de Negrín, a cargo de los fondos de la República».25

A partir de junio de 1938, la frontera fue cerrada por Eduard Daladier hasta finales de enero de 1939. La situación era especialmente desesperada en Cataluña, donde las dificultades de suministro de armamento y comida eran todavía más acentuadas.

Daladier abrió la frontera a regañadientes solo cuando Negrín advirtió a Jules Henry, el recién nombrado embajador francés, que la derrota republicana en Cataluña y la llegada de fuerzas alemanas e italianas a los Pirineos constituirían una amenaza para la seguridad de Francia.26

Así las cosas, Franco podría haber sentido la tentación de adoptar una estrategia más ofensiva. Sin embargo, le interesaba más la destrucción total de las fuerzas republicanas que una victoria rápida.

Franco pasó por alto la oportunidad de arremeter contra una Barcelona muy mal defendida. Por el contrario, en julio lanzó un gran ataque contra Valencia. La firme defensa de los republicanos supuso que el proceso fuera lento y agotador, pero el 23 de julio de 1938, Valencia se hallaba bajo amenaza directa, con los rebeldes a menos de cuarenta kilómetros de distancia. En respuesta a ello, Vicente Rojo pergeñó otra espectacular distracción con una osada ofensiva a través del río Ebro para restablecer el contacto entre Cataluña y la zona central, separadas desde que los franquistas llegaron al Mediterráneo en abril. En la batalla más reñida de toda la guerra, el ejército republicano, integrado por 80.000 hombres, vadeó el río y superó las líneas rebeldes, aunque con un elevado coste para las Brigadas Internacionales.

Mientras se luchaba en el Ebro, los acontecimientos internacionales volvieron a desempeñar un papel importante. Durante un tiempo, Negrín había depositado sus esperanzas en una escalada de tensión en Europa que alertara a las democracias occidentales de los peligros que entrañaba el Eje. El estallido de una guerra en toda Europa, pensaba, llevaría a la República a un alineamiento con Francia, Gran Bretaña y Rusia contra Alemania e Italia.

Esas esperanzas se desvanecieron cuando la República prácticamente fue condenada a muerte por la reacción británica a la crisis checoslovaca. La política exterior británica se había posicionado hacía mucho tiempo a favor de una victoria franquista. En lugar de arriesgarse a una guerra con Hitler, Chamberlain a todos los efectos entregó Checoslovaquia a los nazis con los Acuerdos de Munich del 29 de septiembre de 1938.

Fue un golpe devastador para la República española, que desde julio había entablado su última gran batalla en el Ebro. Incluso antes de la traición de las potencias occidentales, Stalin había ordenado la retirada de las Brigadas Internacionales destinadas en España.27

El objetivo militar más inmediato por el que se creó el enorme Ejército del Ebro era desviar el ataque rebelde contra Valencia. Dada la falta de armamento de la República, era una empresa sumamente arriesgada. El 1 de agosto, los republicanos habían llegado a Gandesa, situada a cuarenta kilómetros del punto de partida, pero quedaron empantanados cuando Franco ordenó el traslado de unos refuerzos masivos, incluida la Legión Cóndor, para frenar el avance. Con una artillería y una cobertura aérea inadecuadas, los republicanos se vieron sometidos a tres meses de intensos bombardeos y a un calor sofocante.28

A pesar de su escasa importancia estratégica, Franco estaba decidido a recuperar el territorio perdido a cualquier precio y le entusiasmó la oportunidad de cazar a los republicanos en una trampa, rodearlos y destruirlos. Podría haberse limitado a contener el avance republicano y atacar una Barcelona casi indefensa. Por el contrario, prefirió convertir Gandesa en el cementerio del ejército republicano, con independencia del coste humano que ello conllevara.

Con casi 900.000 hombres a sus órdenes, podia permitirse no preocuparse por sus vidas. En esa desesperada y, en última instancia, absurda batalla por el territorio conquistado estaba en juego la credibilidad internacional de la República. Munich erosionó la ya menguante fe de la población civil y la plana mayor del ejército en la posibilidad de la victoria.

La gran superioridad logística en materia de cobertura aérea, artillería y efectivos concedió a Franco una victoria decisiva. En cierto sentido, la operación del Ebro, aun siendo un triunfo táctico, supuso un desastre estratégico para la República, ya que consumió cantidades ingentes de material y allanó el terreno para la conquista rebelde de Cataluña.29

Diez días antes de la firma de los Acuerdos de Munich, Vicente Rojo confeccionó un informe detallado sobre la situación militar de la República en el contexto de la crisis checoslovaca. Tenía la esperanza de que las democracias se resistieran a las exigencias de Hitler y provocaran una guerra general en la que la República española se aliara con Gran Bretaña y Francia.30

Sin embargo, también analizaba las probables consecuencias de la claudicación de las democracias ante Hitler. La conclusión de Rojo fue que dicha capitulación daría todavía más carta blanca a Italia y Alemania para ayudar a Franco: «Nuestra guerra entraría, en tal situación, en un período de crisis aguda, a causa de las mayores dificultades que tendríamos que vencer para sostener la lucha contra un adversario cada vez más potente». Con todo, Rojo seguía mostrándose optimista respecto de «una resolución favorable» del conflicto. Para que esto sucediera, debían garantizarse «abastecimientos de boca y guerra» y, en el ejército, mantener alta la moral y mejorar la organización.

Rojo tildaba ambas cuestiones de «realizables. Son problemas de gobierno». Con este propósito hacía un llamamiento a obtener más ayuda extranjera y a una campaña bélica controlada centralmente, como ocurría en el caso de Franco, un racionamiento más eficiente, medidas contra los que eludían el reclutamiento, un mando único para todas las fuerzas armadas, un control centralizado de los servicios de transporte y la industria y el fin de la proliferación de partidos políticos y periódicos rivales.31
 
Lo que proponía Rojo era tan necesario como imposible. La materialización del esfuerzo bélico plenamente centralizado a la que aspiraron Negrín y el Partido Comunista desde el principio del conflicto ya había suscitado la oposición de los anarquistas, los trotskistas y algunos sectores del Partido Socialista.

Ir más lejos, tal como proponía Rojo, generaría un resentimiento aún mayor. En cualquier caso, habida cuenta del alcance de los innumerables problemas a los que hacía frente Negrín, la enorme reorganización requerida era simplemente impensable. Lo que sí hizo Negrín, además de sus iniciativas de paz secretas, fue intensificar sus esfuerzos para obtener suministros militares de Rusia. Negoció con éxito el aprovisionamiento de aviones, tanques, artillería y ametralladoras. Aunque lo pactado era menos de lo que él esperaba, podría haber cambiado mucho la situación si, tras su llegada a Francia a mediados de enero, hubiera sido trasladado hasta la frontera catalana. Sin embargo, las continuas trabas que puso el Gobierno francés a su transporte impidieron que llegara a tiempo.32

Otro aspecto del informe de Rojo también tendría resultados decepcionantes. Añadió un apéndice con planes militares en el que hablaba del alivio que podría brindarse a las fuerzas republicanas del Ebro lanzando ofensivas en la zona del sur y el centro.33

Pero los ejércitos del centro, liderados por los generales Miaja y Matallana y el coronel Casado, nunca ejecutaron las órdenes de Rojo en este sentido.

La contraofensiva nacionalista definitiva en el Ebro dio comienzo el 30 de octubre de 1938. Ataques aéreos y de artillería concentrados en pequeñas zonas selectas, seguidos de ofensivas de la infantería, destruyeron gradualmente las fuerzas republicanas.34

A mediados de noviembre, con un espantoso número de bajas, los franquistas habían expulsado a los republicanos del territorio conquistado en julio. Los vestigios del ejército republicano abandonaron la orilla derecha del Ebro a la altura de Flix bien entrada la noche del 15 de noviembre de 1938. Al retirarse del río, dejaron atrás muchos muertos y gran cantidad de material muy valioso. A Franco le había llevado cuatro meses recuperar el territorio ganado por la República en julio en el transcurso de una semana.

Al desestimar la estrategia más arriesgada de retener a los republicanos cerca de Gandesa y avanzar hacia Barcelona desde Lérida, Franco demostró su preferencia por el desgaste y la aniquilación física del ejército enemigo. De este modo garantizaba que no hubiera armisticio ni negociación de las condiciones de paz.

Fue Munich lo que acabó por convertir la batalla en una derrota estrepitosa, sobre todo para el Partido Comunista, que había invertido energía, recursos y prestigio en la campaña del Ebro.35 Antes, durante y después de la batalla, esta última apuesta contribuyó enormemente a la desmoralización civil y militar.

Tras la derrota de Teruel en enero y durante el gran avance franquista hacia la costa a través de Aragón, la República ya había encajado grandes pérdidas.

Para crear el Ejército del Ebro, el Gobierno se había visto obligado a efectuar un reclutamiento equivalente al de nueve años (los reemplazos de 1923 a 1929 y de 1940 y 1941). La necesidad de entrenar y recurrir a hombres mayores y jóvenes tuvo un impacto negativo en la economía y la sociedad catalana en general. La mano de obra escaseaba y a las familias les escandalizó que, en la batalla del Ebro, muchos soldados republicanos fueran adolescentes de diecisiete años. Durante los enfrentamientos, las confiscaciones del ejército, en la práctica que las tropas se quedaban con lo que encontraban para comer, exacerbaron el creciente descontento. Se produjo un gran conflicto en el seno del Servicio de Información Militar (SIM) republicano, que buscaba a quienes habían eludido el reclutamiento y a los desertores.36

Murieron alrededor de 13.250 españoles y extranjeros, 6.100 (46 %) de ellos franquistas y 7.150 (54 %) republicanos. En unas proporciones más o menos similares, unos 110.000 sufrieron heridas o mutilaciones. La fértil Terra Alta se convirtió en un gigantesco cementerio: miles de hombres fueron enterrados rápidamente, a muchos los dejaron donde cayeron y otros se ahogaron en el río.

Para disgusto de los campesinos locales, y en detrimento de la campaña militar republicana, los combates destruyeron la cosecha de trigo y cebada en julio, la de almendras en agosto, la de uvas en septiembre y la de aceitunas en noviembre.

Negrín era plenamente consciente de la importancia de Munich. Sabía que la victoria republicana era imposible. A finales de septiembre de 1938, Juan-Simeón Vidarte, vicesecretario de la ejecutiva del PSOE, le dijo que los miembros del comité seguían convencidos de que la rendición incondicional exigida por Franco era inviable.

Comentando que nadie olvidaba lo sucedido en Andalucía, Extremadura, el País Vasco y Asturias, apostilló: «No es posible entregarles media España y un ejército de un millón de hombres para que los exterminen a su capricho». Negrín respondió con resignado realismo: «¡Garantías para una paz honrosa es lo único que estoy buscando!».37

Con esta finalidad, consultó al asesor legal de la República, Felipe Sánchez Román, que redactó las condiciones mínimas que Negrín aceptaría como base para las negociaciones con Franco, incluido el compromiso de no tomar represalias contra los partidarios del Gobierno republicano y la garantía de mantener el orden público.38

Otro amigo íntimo de Negrín, el doctor Rafael Méndez Martínez, a la sazón director general de Carabineros, escribía más tarde que el espíritu de la victoria se convirtió en el espíritu de la resistencia que duraría hasta el momento en que fue posible alcanzar «el segundo de sus objetivos: una paz satisfactoria».

En este sentido, creía que solo una resistencia eficaz y bien ordenada que prolongara la guerra podría convencer a las democracias de que ayudaran a negociar ese acuerdo.

La moral de victoria fue transformándose en moral de resistencia. Ante la imposibilidad de conseguir la victoria había que poner en marcha el segundo de sus objetivos al hacerse cargo del Gobierno: procurar el término de la guerra negociando una paz satisfactoria. Solo una resistencia ordenada y eficaz que presupusiera una larga duración de la guerra podría modificar la actitud de los gobiernos democráticos hacia la gestión de una paz honrosa... Resistencia a ultranza y movilización de recursos internacionales, para conseguir una paz que previniera el exterminio de miles y miles de republicanos, constituyó el eje de la política de Negrín desde que consideró inalcanzable la victoria.

Sus gestiones de paz incluyeron una entrevista secreta con el embajador de Alemania en París.39
En los dos meses posteriores, la derrota del Ebro posibilitaría la irrupción de las fuerzas de Franco en Cataluña. Convencido de que, después de Munich, la República no encontraría la salvación en una guerra europea, Franco reunió a más de 30.000 efectivos nuevos. Autorizó notables concesiones mineras al Tercer Reich a cambio de los importantes suministros de material alemán.40

Con la frontera francesa cerrada y la ayuda de la Unión Soviética reducida a un goteo, Franco gozaba de toda la ventaja posible para su embestida final.

Varios meses de bombardeos aéreos italianos habían pasado factura a la moral. Se reunió un gran ejército en una línea que rodeaba Cataluña desde el Mediterráneo, en el este, hasta el Ebro, en el oeste, y los Pirineos al norte. La ofensiva, planeada originalmente para el 10 de diciembre, se pospuso hasta el 15 de ese mismo mes. Un período de lluvias torrenciales provocó más demoras y finalmente se lanzó el 23 de diciembre.41

El grado de agotamiento de la guerra, el resentimiento por su coste humano y económico y el profundo derrotismo posterior a Munich eran tales que la defensa continuada parecía una posibilidad remota en extremo. No obstante, pese a la abrumadora superioridad de las fuerzas atacantes en cobertura aérea, artillería y cifras absolutas, la retirada republicana nunca llegó a convertirse en una desbandada.

Franco podía hacer rotar a sus tropas cada cuarenta y ocho horas, mientras que los republicanos no habían disfrutado de un permiso en siete semanas.
Las fuerzas de Enrique Líster lograron contener el avance durante casi dos semanas en las Borjas Blancas, en la carretera de Lérida a Tarragona.

No obstante, dicho avance era inexorable. En Nochevieja, un feroz bombardeo aéreo italiano sobre Barcelona sumió a la ciudad en lo que Negrín, en una retransmisión para Estados Unidos, definía como «tristeza y luto».

Herbert Matthews, que había ayudado a Negrín a pulir su inglés para la retransmisión, escribiría más tarde: «Nunca le había visto tan conmovido».42

El 4 de enero, los franquistas irrumpieron en las Borjas; para Cataluña, el final estaba cerca. Sin armamento adecuado y con las tropas exhaustas después de un esfuerzo sobrehumano, se abrió el camino hasta Tarragona y después Barcelona. El teniente coronel Manuel Tagüeña, un matemático alto, delgado y con gafas que había ascendido en las filas de las milicias hasta capitanear un cuerpo del ejército, organizó una defensa férrea, pero solo contaba con una fracción del armamento necesario.

A la luz de los Acuerdos de Munich y la consiguiente conclusión moscovita de que Rusia había sido traicionada por las democracias, una preocupación por la seguridad llevó a Stalin a realizar tímidas propuestas de alianza a la Alemania nazi. La ayuda de Rusia, ya limitada porque libraba una guerra en China contra Japón, tenía graves problemas en Europa oriental y se topaba con obstáculos en el transporte a España, disminuyó en los últimos seis meses de la Guerra Civil, al tiempo que Alemania e Italia incrementaban significativamente su cooperación con Franco.

La consecuencia fue la siguiente, en palabras de Herbert Matthews:

El último año de combate fue un milagro de valentía obstinada y desesperada, posibilitado únicamente por la tenacidad y el espíritu indomable de Negrín. Sin embargo, esa asombrosa muestra de liderazgo fue el momento de la carrera del doctor Negrín más duramente criticado por los españoles. La lucha era inútil, aseguraban sus detractores, y toda aquella destrucción «innecesaria», todas aquellas vidas perdidas, todo aquel odio intensificado entre españoles, podrían haberse evitado. Es cierto, por otro lado, que los fieles al régimen podrían haber resistido más tiempo de no haber sido por la traición, y que la Segunda Guerra Mundial podría haber salvado a España... Los objetivos de Don Juan eran consistentes, patrióticos y honorables. Presentó batalla hasta el final, primero para salvar la Segunda República y —cuando esto resultó imposible— para conseguir las mejores condiciones para aquellos que habían mostrado lealtad. En el proceso, tuvo que recurrir sobremanera a la Rusia estalinista y, luego, a los comunistas españoles de forma casi exclusiva.43


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La puñalada continua sangrando
al pueblo español.
Sólo llegará a su fín cuándo los sucesores
de Franco, uno de los criminales más abominables de guerra y paz del siglo XX,
sean depuestos y ajusticiados,
y con ellos, por supuesto,
todas las reminiscencias, 
fósiles y osamentas,
de la arqueología traumática
sobre la que aún camina,
amordazada, la Dignidad
del apuñalado pueblo español.
 

¡CORRER LA NOTICIA! : WASHINGTON (Y SUS RASTREROS LACAYOS EUROPEOS) HA DECLARADO LA GUERRA CONTRA RUSIA


 
"Nosotros los Americanos somos por destino
mas que por elección los vigilantes
de las paredes de la libertad en el mundo" 
                                              J. F. Kennedy 

"Nuestro derecho a la direccion espiritual del planeta" 
                                                             
Robert Kennedy 
  

El título de este 'post', desafortunadamente, no es una exaltación emocional ni una radicalización doctrinaria:
es un hecho objetivo taponado por los bien montados y comprados medios de incomunicación de la dictadura burguesa.
Es grave.
"Los vigilantes de las paredes de la libertad en el mundo" del presente IV Reich quieren llevar a cabo con éxito la nueva Operación Barbarossa en la que el III Reich de Hitler fracasó: conquistar Rusia.
El público tiene que ser consciente de éste momento  historico. Hay que parar a ésta Gangstercracia Imperial antes de que sea demasiado tarde.

Aquí está la evidencia.


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America is on a “Hot War Footing”: House Legislation Paves the Way for War with Russia?



 

 

We are not dealing with a “Cold War”. None of the safeguards of the Cold War era prevail. 

There has been a breakdown in East-West diplomacy coupled with extensive war propaganda. In turn the United Nations has turned a blind eye to extensive war crimes committed by the Western military alliance.  

The adoption of a major piece of legislation by the US House of Representatives on December 4th (H. Res. 758)  would provide (pending a vote in the Senate) a de facto green light to the US president and commander in chief to initiate –without congressional approval– a process of military confrontation with Russia !!!

Global security is at stake. This historic vote –which potentially could affect the lives of hundreds of millions of people Worldwide– has received virtually no media coverage. A total media blackout prevails !!!  

The World is at a dangerous crossroads. Moscow has responded to US-NATO threats. Its borders are threatened. 

On December 3, the Ministry of Defence of the Russian Federation announced the inauguration of a new military-political entity which would take over in the case of war. 


Russia is launching a new national defense facility, which is meant to monitor threats to national security in peacetime, but would take control of the entire country in case of war. (RT, December 3, 2014)
Timeline of War Preparations

In May 2014, the  Russian Aggression Prevention Act (RAPA) was  introduced in the US Senate (S 2277), calling for the militarization of Eastern Europe and the Baltic States and the stationing of US and NATO troops on Russia’s doorstep:


S.2277 – Russian Aggression Prevention Act of 2014 directs the President to: (1) implement a plan for increasing U.S. and NATO support for the armed forces of Poland, Estonia, Lithuania, and Latvia, and other NATO member-states; and (2) direct the U.S. Permanent Representative to NATO to seek consideration for permanently basing NATO forces in such countries.

 

Directs the President to submit a plan to Congress for accelerating NATO and European missile defense efforts.

While The S 2277 resolution was sent to the Senate Foreign Relations Committee for review, its essential premises are already in the process of being implemented.  In mid-July, NATO’s Europe commander General Philip Breedlove in consultation with the Pentagon and Britain’s Ministry of Defence, called for:
 “stockpiling a base in Poland with enough weapons, ammunition and other supplies to support a rapid deployment of thousands of troops against Russia”.(RT, July 24, 2014).

According to General Breedlove, NATO needs “pre-positioned supplies, pre-positioned capabilities and a basing area ready to rapidly accept follow-on forces”:
“He plans to recommend placing supplies — weapons, ammunition and ration packs — at the headquarters to enable a sudden influx of thousands of Nato troops” (Times, August 22, 2014, emphasis added)
Breedlove’s “Blitzkrieg scenario” –which could potentially lead to military escalation– was reaffirmed at the September NATO Summit in Wales.  A so-called NATO action plan directed against the Russian Federation was decided upon.  The Wales Summit had given the “green light”.

Barely a month later, in October,  US-NATO military drills were held in the Baltic States. In early November, a second round of drills was held in both the Baltic States and Eastern Europe.

As part of this broader endeavour, NATO’s Iron Sword 2014 military exercises –involving the participation of nine member countries of the Atlantic Alliance– were launched in Lithuania in early November:
 ”US tanks rolled in to Lithuania earlier this month is a show of force to Russia that it’s not welcome in the region.”
The military exercises were explicitly directed against Russia. According to Moscow, they consisted in “increasing operation readiness” as well the transfer of NATO “military infrastructure to the Russian borders”.

In response to NATO deployments on Russia’s borders,  the Russian Federation also conducted in early November extensive  war games in the sea of Barent.  The Russian drills consisted in testing “its entire nuclear triad consisting of strategic bombers; submarines” and the “silo-based Topol-M intercontinental ballistic missile  launched from Plesetsk in Arkhangelsk Oblast” on November 1st.

The US House of Representatives H.Res. 758 Resolution

On 18 November,  a major resolution H. Res. 758 was introduced in the House of Representatives. Its main thrust consists in portraying Russia as an “Aggressor Nation”, which has invaded Ukraine and calling for military action directed against Russia:
                                 
You can watch Rep. Kinzinger’s floor speech on the legislation 


H.RES.758

Whereas upon entering office in 2009, President Barack Obama announced his intention to `reset’ relations with the Russian Federation, which was described by former United States Ambassador… (Introduced in House – IH)

HRES 758 IH

113th CONGRESS

2d Session

H. RES. 758
 
 
Strongly condemning the actions of the Russian Federation, under President Vladimir Putin, which has carried out a policy of aggression against neighboring countries aimed at political and economic domination.
 
(The full text of H. RES. 758 is contained in annex to this article)

H. Res. 758 not only accuses Russia of having invaded Ukraine, it also invokes article 5 of the Washington Treaty, namely NATO’s  doctrine of collective security.
An attack on one member of the Atlantic alliance is an attack on all members of the Alliance.
The underlying narrative is supported by a string of baseless accusations directed against the Russian Federation. It accuses Russia of having invaded Ukraine. It states without evidence that Russia was behind the downing of Malaysian Airlines MH17,  it accuses Russia of military aggression.

Ironically, it also accuses the Russian Federation of having imposed economic sanctions not only on Ukraine, Georgia, Moldova but also on several unnamed member states of the European Union.  The resolution accuses the Russian Federation of having used “the supply of energy for political and economic coercion.”

In essence, House Resolution 758 were it to become law would provide a de facto green light to the President  of the United States to declare war on the Russian Federation, without the formal permission of the US Congress. (!!!)

In this regard, it could be interpreted as “mildly unconstitutional” in that it contravenes the substance of Article 1, Section 8, of the US Constitution which  vests in the Congress “the Power to declare war…” 
The resolution urges the President of the United States in consultation with the US Congress to
“conduct a review of the force posture, readiness, and responsibilities of the United States Armed Forces and the forces of other members of NATO to determine if the contributions and actions of each is sufficient to meet the obligations of collective self defence under article 5 of the North Atlantic Treaty and to specify the measures needed to remedy any deficiencies” .
What the above paragraph suggests is that the US is contemplating the use of NATO’s collective security doctrine under article 5 with a views to triggering a process of military confrontation with the Russian Federation.

The structure of military alliances is of crucial significance. Article 5 is a convenient mechanism imposed by the US on Western Europe. It forces NATO member states, most of which are members of the European Union, to act wage war on Washington’s behalf  (!!!)

Moreover, a referendum on Ukraine’s membership in NATO is contemplated.  In case Ukraine becomes a member of NATO and/or redefines its security agreement with NATO, article 5 could be invoked as a justification to wage a NATO sponsored war on Russia.

“Fast Legislation”

The speed at which this legislation was adopted is unusual in US Congressional history.   House resolution 758 was introduced on November 18th, it was rushed off to the Foreign Affairs Committee and rushed back to the plenary of the House for debate and adoption.

Two weeks (16 days) after it was first introduced by Rep. Kinzinger (Illinois) on November 18, it was adopted by 411-10 in an almost unanimous vote on the morning of December 4th.

Members of Congress are puppets. Their vote is controlled by Washington’s lobby groups. For the defence contractors, Wall Street and the Texas oil giants, “war is good for business”.

In the words of Dennis Kucinich in an open letter published on December 2:
The resolution demands Russia to be

isolated …  In other words, ‘let’s get

ready for war with Russia.’

This is exactly the type of sabre rattling which led to the initiation and escalation of the Cold War. It is time we demanded that the US employ diplomacy, not more military expenditures, in the quest for international order.
Media Blackout

One would expect that this historic decision would has been the object of extensive news coverage. In fact what happened was a total news blackout.

The nation’s media failed to provide coverage of the debate in House of Representatives and the adoption of H Res 758 on December 4.

The mainstream media had been instructed not to cover the Congressional decision. (!!!)

Nobody dared to raise its dramatic implications.  its impacts on “global security”.  ”World War III is not front page news.” (!!!)

And without mainstream news concerning US-NATO war preparations, the broader public remains unaware of the importance of the Congressional decision. .
Spread the word !
Reverse the tide of war ! 
 
Break the mainstream media blackout ! 

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Russia Has Western Enemies, Not Partners — Paul Craig Roberts

The US House of Representatives has joined Hillary Clinton, Obama, the neoconservatives, Washington’s vassals, and the American and European presstitutes in demonizing Russia and President Putin.

The House resolution against Russia is a packet of lies, but that did not stop the resolution from passing by a vote of 411 for and 10 against.
 
The entire world should take note that the American people are capable of electing only ten intelligent representatives. Ten people out of 435 is 2 percent. And yet Washington declares itself to be the “exceptional,” “indispensable” country empowered to exercise hegemony over the world!

No one should be surprised to see Washington, its presstitutes and European vassal states using the same propagandistic lies against Russia and Putin as were used against Iraq and Saddam Hussein, Libya and Gaddafi, Syria and Assad, Afghanistan and the Taliban, and Iran.

Washington is fearful of the rise of Russia and China, of the leadership demonstrated by Vladimir Putin, of the formation of new organizations independent of Washington, such as the BRICS. While the George W. Bush regime was sidetracked by its “six week, $70 billion war,” which turned out to be, so far, a multi-trillion dollar 13-year losing operation, Putin kicked out some of the American agents who were contaminating Russian sovereignty and rebuilt the country.

When Putin blocked the planned US invasions of Syria and Iran, Washington decided that something had to be done about Putin and Russia. Washington had spent $5 billion dollars buying Ukrainian politicians and funding fifth column NGOs.

With Putin distracted with the Olympics, Washington struck, overthrew the elected Ukrainian government and installed its puppets. 

The puppets set about antagonizing Ukraine’s Russian population in provinces that formerly were part of Russia but were attached to Ukraine by Soviet leaders when Russia and Ukraine were the same country. Russians threatened with death and the banning of their language naturally did not want to be victims of Washington’s puppet government in Kiev. Crimea voted to reunite with Russia from whence it came, and so did the eastern and southern provinces.

Washington and its the vassals and presstitutes lied and described these acts of self-determination as Russian invasion and annexation. Russia is falsely accused of having troops occupying the breakaway provinces.

The purpose of Washington’s false accusations is to destabilize Russia and the country’s government.

Washington has many avenues by which to destabilize Russia. Washington has the US funded NGOs, the foreign owned Russian media, and the House Resolution calls for Washington to expand propaganda broadcasting into Russia in the Russian language. Washington has cultivated oligarchs, business interests and Russian politicians who see their economic and political interests aligned with the West.

There are deluded Russian youths who think freedom resides in the West and others represented by such as Pussy Riot who prefer the West’s amoralism or immoralism to the Christian culture that the Russian government supports.

If Washington fails to destabilize Russia or to have Putin assassinated, frustration could result in more reckless behavior that could lead to military conflict. The House Resolution calls on Obama to arm Ukraine with US weapons so that Ukraine can conquer the separatist provinces and take back Crimea.

There are constant calls from NATO itself for more military forces on Russia’s borders, and NATO war games are conducted near Russia’s borders. Washington wants to include the former Russian provinces of Georgia and Ukraine in NATO, something that Russia cannot accept.

Washington is placing the world on the path to Armageddon, as Professor Michel Chossudovsky makes clear in “Towards A World War III Scenario” (Global Research, 2012).

The Russian government downplays the dangers and continues to speak of “our Western partners,” with whom the Russian government hopes to work things out. The Russian government and the Russian people–indeed all the peoples of the earth–should understand that Russia has no partners in the West. Russia only has enemies.

Washington has made it completely clear that Russia can be part of the West only as a vassal state and not as a sovereign country with its own interests and an independent policy.

  Washington’s demand for hegemony does not permit the existence of other sovereign countries sufficiently strong to resist Washington’s will.

 As the ideology of hegemony has a powerful hold on Washington and is institutionalized in the neoconservative control of critical government offices and media, war is the almost certain outcome.

Washington’s puppet rulers of Europe are the enablers of the neoconservative war-mongers. In all of Europe there is not a government independent of Washington. Pawns like Merkel, Cameron, and Hollande are selling out human life.

Russian government officials, such as Putin and Lavrov, address the facts, but to Washington and its European vassals facts are not important. What is important is to destabilize Russia.  The conflict that Washington has brought to Russia cannot be addressed on a factual basis. 

Washington knew that Saddam Hussein had no weapons of mass destruction and no al Qaeda connections. Washington knew Assad did not use chemical weapons. Washington knew that Gaddafi was being set up with lies. Washington knows that Iran has no nuclear weapons. What was important to Washington was not the truth but the overthrow of these governments.

While the Russian government was preoccupied with the olympics, Washington struck in Ukraine, installing a puppet government. It is likely the case that the only solution that can make the festering problem of Ukraine go away is the reincorporation of Ukraine in Russia.

Arrogance and hubris usually result in overreach, and overreach could break up Washington’s empire. But Washington doesn’t think so. Just as Washington put its NGOs into the streets of Kiev in what is called the Maiden protests, Washington has put its NGOs in the streets of Hong Kong, hoping that the protests or riots will spread to other Chinese cities.

Russia and China are far too open to the West than is good for them. Tsar Nicholas II did not expect his government to be overthrown, but Kerensky did overthrow Nicholas’ government in the February Revolution only to be overthrown by Lenin in the October Revolution. The Chinese don’t expect to be overthrown, but neither did Viktor Yanukovych.

Political life is full of ambitious persons and agendas. Putin faces these ambitions in Russia. Washington knows that Russia cannot be turned into a vassal state as long as Putin is in office. Therefore, the demonization of Putin and plots against him will continue. 
 

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