que tenemos que empujar,
Sísifos todos en éste deber péndular.
Empezó la Cuesta de Enero.
Todos los meses,
las semanas,
los días,
tienen sus Cuestas arriba,
una pendiente que debemos subir,
subir y subir,
muy alto,
hasta la cornisa,
hasta la cornisa del fín.
Pero la pendiente de Enero es especial
porque llegamos a ella
desde una Cuesta Abajo artificial
dónde nos mentimos demasiado
para poder ahora enfrentar el 'Ananké',
Principio de Realidad,
que nada tiene que ver
con los gorritos que nos pusimos en la cabeza,
la charanga,
y aquel bullicioso 'Feliz Año Nuevo'
con el que nos engañamos una vez más,
y que creó burbujas de aire que ahora,
con la llegada de Enero,
con el arribo de la implacable cotidianidad,
explotan en el aire desintegrándose
y devolvíendonos a la perenne sustantividad,
esa angosta montaña que tenemos que escalar,
sobre todo en éstos tiempos duros
donde la esfera de la roca sísifica
que tenemos que empujar
los esclavos de "los derechos humanos",
--jorobados todos ya--
se hace mas pesada de lo habitual.
A mi, Enero,
es el mes que me gusta más
por su genuína naturaleza óntica,
por ser el mes mas auténtico y representativo
de nuestra sísifica existencialidad,
por ser, abierta y honestamente,
el mes que más se aproxima
a reflejar nuestra Cuesta ancestral,
nuestra perínclita objetividad
de seres que pujan y em-pujan
con ese mirífico y portentoso esfuerzo
esa roca del existir humano
de la que tenemos que tirar.
Pero no olvidemos que Sísifo tiene que bajar
a retomar su piedra de nuevo
para subirla una vez más,
y es en ésta bajada,
como decía Albert Camus,
donde Sísifo, olvidado ya de su castigo,
con las manos en sus bolsillos
--nuestro Sísifo tiene pantalones--,
tal vez silbando para dulces momentos recordar
...se hace interesante y puede pensar
y escribir éstas cosas
que son las que nos ayudan
a superar, "pro tempore",
la sentencia de Cuestas y Planos Inclinados
que venimos a consumar.