Pintar de nuevo el mundo es tratar de contrarrestar a los que quieren taparnos la salida |
"A la larga, la mayoría ha tenido que aceptar
voluntariamente su propia esclavización ,
y ésto solo es posible si su mente se ha llenado de toda clase de mentiras y ficciones
Erich Fromm
La filosofía de la sospecha es, simplemente y didácticamente,
el proyecto de sacarnos del cerebro las mentiras y ficciones
a las que se refiere Erich Fromm y con las cuales
nos han tenido que llenar la cabeza para que terminemos,
voluntariamente, aceptando nuestra propia esclavizacón
Sum ergo suspicor, ergo cogito
Soy, luego sospecho, luego pienso
De lo único que no podemos sospechar
es de la sospecha.
Lo contrario sería un suicidio intelectual
--entre otros más--
Sin sospechar no podemos pensar
Sin Pensar que las apariencias
no representan la esencia,
no podemos pasar a tratar
de descubrir la esencia,
y, lo principal quizás,
no podriamos entender La Historia,
no podríamos entendernos a nosotros mismos.
Decía Marx que las ciencias nacen de la necesidad de transcender las apariencias, "toda ciencia sería superflua si la apariencia externa y la esencia de las cosas coincidieran directamente"
Al igual que en la famosa alegoría de la caverna de Platon, sobre la situación en que se encuentra el ser humano respecto al conocimiento, el prisionero en la caverna sólo puede observar las proyecciones del mundo que son meras apariencias de las esencias, de lo que somos en realidad.
Somos apariencias de las esencias.
Sedientos que en los espejismos del desierto
ven agua en lontananza.
Seres que creen ser las sombras que proyecta el fuego sobre las paredes en la caverna platoniana.
Dice el budismo Zen: "hace falta un dedo para señalar la luna, pero ¡ay de aquellos que cofunden el dedo con la luna!"
Y aquí llega la Filosofia de la Sospecha, el cuestionador, "Le Cogito et l'impensé", el sujeto que piensa lo impensable, que traspasa la vistosa fachada que oculta el real edificio que hay detrás, el buceador que baja hasta el fondo del iceberg...
La filosofía de la sospecha viene a ser como una etiqueta policiaca que la propuso el famoso detective Paul Ricoeur (1913-2005) en su libro «De l’interprétation. Essai sur Freud» (1965), y ha sido usada inteligentemente para describir el carácter común --reservándonos las estructurales diferencias que existen entre ellos-- del pensamiento de Marx, Nietzsche y Freud, entre otros.
(Uno de los originadores de la filosofía de la sospecha fue Ludwig Feuerbach, a quien, incluso, se lo podría considerar como padre de los maestros de la sospecha...aunque ésta venga mucho antes de nuestra sacra y hegemónica cultura occidental. Para nosotros, el gran sospechador mas grande de todos, y, por lo tanto, excluido, sigue siendo Oscar Kiss Maerth...porque el tío ¡ no deja títere con cabeza !)
La filosofía de la sospecha es, simplemente y didácticamente, el proyecto de sacarnos del cerebro las mentiras y ficciones a las que se refiere Erich Fromm y con las cuales nos han tenido que llenar la cabeza para que terminemos, voluntariamente, aceptando nuestra propia esclavitud
Los tres maestros citados (les maîtres du soupçon)postulan que la mejora del individuo pasa por la transformación de la sociedad (Marx) y por la destrucción de todo cuanto impide a los seres humanos expresar su auténtica naturaleza (la alienación en Marx, el nihilismo en Nietzsche o la represión de los instintos sexuales en Freud).
Los ejes de la sospecha son básicamente cuatro:
la religión, la política, la sociedad y la ética.
Para nosotros --dentro de ello, como muñequitas rusas unas dentro de otras-- hay mas ejes y cuadrantes: el antropológico, el libidinal, el psicológico, el ontológico, el metafísico...en realidad, todo lo que conforma y deforma al Homo sapiens es SOSPECHOSO, pués todo él, el entero paquete que representa, es dudoso, sólo levanta presagios y desconfianza
Todo viene a ser como la escena de un crimen, y cuando la policía y los expertos llegan a ella, todo son sospechas; y aquí empieza la investigación.
Y en esta escena del crimen, el pensamiento es como una investigación que se pone en marcha con la sospecha de que alguien ha tenido que cometer el crimen. Las apariencias, en cierta forma, componen un crimen --el estrangulamiento de la realidad-- porque son ellas las que asesinan la esencia.
Si Teodoro Adorno dijo que escribir poesía después de Auschwitz es barbárico,
nosotros decimos que, en el alienante
y degradante panorama actual,
dónde nada es en esencia como aparenta ser,
o como nos dicen qué es,
es lo mismo de barbárico
no reclamar la filosofía de la sospecha
para desenmascarar a aquellos que nos siguen confundiendo el dedo con la luna.