Tiembla, en su polea de cuerdas extremas,
el reino franquista de España.
Levanta una piedra muy pesada:
la piedra dónde la urna
de la voluntad popular
quiere dejar su huella impresa.
Y ésto, en el atado bien atado,
es anatema.
Pero todo, tarde o temprano,
se tambalea,
se fragiliza,
se agrieta:
sufre ranuras por dónde se liberan
las cuerdas impuestas.
Todo tiene un límite
Una espera
Un impa-sse de golondrinas que vuelan,
que, un día,
llegan a terminar sus surcos
sobre el destino al que llegan,
y a desatar las amarras
que las tenían presas.
¡Esto no obedece la ley!
¡Es ilegal!
(Sin "ilegalidades" se hubiése terminado
la Historia hace mucho tiempo)
Gritan los que empujan la piedra.
¿Ilegal?
Preguntan las golondrinas que vuelan.
¿No se han hecho las alas para volar
rompiéndo la Ley de la fuerza de gravedad?
El atado y bien atado se empieza a desatar.
Buena Nueva a celebrar.
Machado, don Antonio,
desde la otra orilla,
lo sentirá...
...Que esa España que hiela el corazón,
se derrite,
se derrite,
y está dejando al descubierto una cara,
su cara,
su verdadera cara...