El fascismo, el franquismo,
la corrupción por antonomasia,
dentro del ya del de per se putrefacto
régimen capitalista --fabricador del franquismo--,
después de ochenta años de engaños,
estafas y opresión del pueblo español,
empieza a resquebrajarse, y, curiosamente,
de la mano del mismo "Partido Popular"
que por tantos años sostuvo
los Principios del Movi-Miento
a los que el padre de la marioneta actual,
Felipe VI,
juró lealtad sobre los $antos Evangelios.
(¡Que colosal blasfemia!)
Y lo que ha pasado es que la crasa prepotencia,
la fascistoide seguridad en sí mismo
(heredada del "alma mater" de los tiempos
del Caudillo de España por la Gracia de Dios),
la insolentísima confianza
de saberse que pueden, indefinidamente,
impunemente,
seguir mintiéndole, robándoles y, encima,
riéndose del pueblo
como si de una banda
de idiotas retrasados mentales se tratase,
ahora, con el caso Soria, éstos gangsters,
han entrado ellos mismos en una fase terminal
de la cual, por ley dialéctica,
nunca mas --esperemos-- se podrán recuperar.
Y ésta ley es por todos conocida
y dice que todo cambio cuantitativo,
alcanzado el nivel de inflexión del mismo,
produce un cambio cualitativo.
El incremento cuantitativo
de mentiras, engaños, estafas,
robos del erario público,
nepotismos, favoritismo,
predilección, privanza,
amiguismo, enchufismos
...alcanzó tal nivel,
tal grado de temperatura,
que, con el caso Soria,
el agua dónde se cocía
éste hediondo potingue,
alcanzó los 100 grados
y empezó a hervir...
(¡Las gentes están hirviendo!)
Y aquí, como decimos,
y ante la nítidad e insoslayable
claridad semántica
implícita en los hechos,
el "Todo Atado y Bien Atado"
se empieza a Desatar...
...Esperemos que así sea,
porque si se producen unas nuevas elecciones
y el "Partido Popular" saca más votos
que en la últimas elecciones...
el índice de suicidios, depresión
y problemas psiquiátricos en España
podrían alcanzar cotas insospechadas...
Porque todos los pueblos
--en el compartido campo mórfico
de su subconsciente colectivo--
tienen un cierto límite defensivo
para poder resistir
el incremento de temperatura
de sus aguas existenciales,
pero cruzado ese límite
(como parece ser que sería
el citado caso del pueblo español),
comenzaría, masivamente,
lo que los neurólogos llaman
una psicopatología de la normalidad
que --aparte de los que luchan--
mermaría la salud mental
y los racionales procesos cognoscitivos
de las gentes.
Sigamos esperando que ese agua, al hervir,
produzca la fuerza motriz de un vapor
que, de una vez por todas,
pueda mover las ruedas del cambio
de la nueva locomotora
que tan ávidamente necesita el pueblo español.