En estos tiempos catastróficamente oscuros, cuándo los faros de la costa se han apagado
y navegamos al garete,
la sentencia es Repetir,
volver a decir lo dicho,
volver a esculpir la misma escultura,
insistir en el axioma que olvidamos,
volver a subir la misma roca de Sisifocansado
para que un día se quede en la cima de la montaña
dónde queremos construir el nuevo palacio.
No tenemos otra opción:
estamos condenados a repetir la misma canción
porque a la trágica opera que asistimos
todos desafinamos comprados y engañados
por el mismo estafador
que hace de nosotros
esa clase de idiotas encandilados
por el falso resplandor
de que remendando el zapato viejo
vamos a andar mejor
cuándo en los estantes, a nuestro alcance,
hay zapatos nuevos que podríamos calzar
para empezar a correr ese maratón esperanzador
que desplace a éste Bandidaje Internacional,
que, como Dictadura Omnipresente,
rige y determina
éstos catastróficos tiempos oscuros
dónde para las grandes mayorías
se ha perdido el timón.
No es política ni nihilista exgeración,
todos lo sabemos,
es una realidad colectiva
ante la cual tenemos que adoptar
una coherente y racional posición
antes de que el barco en el que navegamos
se nos vaya a pique
porque los faros de la costa se han apagado
en constante eclipse del pensamiento redentor.
Parece mentira
que después de tanta Historia vivida y padecida,
después de haber comprobado
una y mil veces que, a estas alturas,
después de haber caminado
por miles de años,
remendar el zapato o echarle medias suelas
ya no es la solución,
sigamos insistiendo en seguir haciéndo
de zapatero remendón,
sigamos de pendejos esperando
que ese milagrito Fatimero
de pactar y negociar con nuestros enemigos
nos conduzca a un mundo mejor.
Y dado que la sentencia es Repetir,
repitamos al que asesinaron estos canallas
para acallar su ejemplo y el eco de su voz:
