Pues bien, hasta la fecha, ningún sismógrafo ha registrado la explosión de ninguna bomba GBU-57, y si existe algo parecido, no ha trascendido públicamente, lo cual es extraño, dada la publicidad que ha tenido el acontecimiento y la necesidad de un “éxito espectacular” después de los golpes recibidos por Israel.
Lo que se ha publicado son imágenes satelitales del terreno que, efectivamente, aparece afectado por la explosión de un misil convencional, que ha causado daños superficiales y muy fáciles de reparar.
Las imágenes muestran que en el lugar las explosiones no han producido un cráter lo suficientemente grande como para ser consecuencia de la caída de una bomba GBU-57.
“La operación militar involucró a más de 125 aviones, incluyendo bombarderos furtivos B-2, varios vuelos de caza de cuarta y quinta generación, decenas y decenas de aviones de reabastecimiento de combustible, un submarino de misiles guiados y un amplio alcance de aviones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento”, según el fantasioso relato del general Dan Caine, Jefe de Estado Mayor del ejército de Estados Unidos.
Fue un despliegue demasiado espectacular para atacar sólo tres instalaciones iraníes. El general añadió que utilizaron 14 bombas penetrantes, de un total de 75 armas guiadas de precisión, lanzadas desde bombarderos B-2 Spirit.
Otra rareza más es que todas las menciones de los medios repiten los tres emplazamientos de Fordo, Natanz e Isfahán, mientras guardan silencio en torno a la central nuclear de Bushehr, por dos razones fundamentales: está defendida por misiles SS-400 y en ella trabajan los rusos.
No obstante, el diario iraní Shargh comenta que se ha escuchado una explosión “masiva” en la provincia de Bushehr, donde se encuentra la planta nuclear.
Rusia también está construyendo dos plantas de energía nuclear adicionales en Irán, ninguna de las cuales ha sido afectada por ningún bombardeo, ni israelí ni estadounidense.
Hay muy poca veracidad que salvar en las noticias difundidas hasta la fecha. Lo más probable es que, para evitar represalias, los bombardeos no se llevaran a cabo desde ninguna base militar estadounidense en Oriente Medio, ni tampoco por los aviones B-2 Spirit porque la defensa antiaérea iraní sigue operativa, a pesar de lo que dicen los medios.
Posiblemente, los misiles se han disparado desde un único submarino que opera desde el Mar Arábigo. En consecuencia, como máximo, Estados Unidos ha lanzado 12 misiles convencionales.
La operación del sábado ha sido, pues, una puesta en escena de advertencia a Irán, con daños mínimos y la intención de volver a la mesa de negociaciones.
La mejor confirmación de ello será la respuesta iraní frente a Estados Unidos, sus bases militares en Oriente Medio y la situación naval en el Estrecho de Ormuz. Una reacción tibia por parte de Irán dejará todas las puertas abiertas y, lo que es más importante, los medios de intoxicación podrán decir que Teherán tiene miedo y se ha bajado los pantalones frente a Estados Unidos.
De momento, Anwaj comenta que el gobierno de Teherán fue advertido de antemano del ataque estadounidense y las instalaciones iraníes fueron evacuadas para que no hubiera daños personales (*) porque la Casa Blanca no pretende entrar en guerra con Irán y no quiere represalias contra sus bases militares en Oriente Medio, que son muy vulnerables.