"Por fin iba a escribir mi biografia...
y se íba a llamar: 'Autoretrato con paisje al fondo'.
Y de pronto vino lo que vino --sus enfermedades--
...y dije, no...se va a llamar:
No os molestéis, conozco la salida"
Antonio Gala
Para nosotros,
ese "no os molestéis, conozco la salida",
quiso decir:
'por favor,
a la transcendental hora de partir,
no os molestéis más con vuestros cuentos,
conozco todos los cuentos,
conozco la salida,
que ya no me hacen falta
vuestra fábulas y mentiras
para pasar a la otra orilla,
la de la eternidad,
dónde la cortina de vuestra farsa
cae al finalizar la función oficial.
No os molestéis.
Gracias.
Para nosotros, la frase de Gala
es fundamental en su epifenómeno
ontológico y trascendental,
en el reprimido binomio vida-muerte,
esa bisagra siempre prohibida
en la función de la cotidianidad
y tan necesaria esgrimirla
para salir limpios y sin equipaje
después de tantas patrañas y bulos
con los que hemos tenido que comulgar.
Limpieza ontologica del ser
en su exacto centro de gravedad
Solemos llegar a ésta clase de despedidas, a éste final de biografias, después de enfermedades o crisis que nos ponen frente a las fauces de la muerte --el final de todos los cuentos-- y a su tropa de funerarias concubinas, que es cuándo se caen los cortinajes del entablado dónde interpretamos el domesticado rol de nuestra melonoches y melodías y dónde declamamos, en voz alta con los demás, toda la inflección de afectaciones y creencias, el papel que nos encomienda la civilización de turno que nos fabrica.
León Felipe, otro gigante y prestidigitador de la trágica onomatopeya humana lo decía de ésta manera:
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre
la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre
los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre
lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre
los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Esto mismo es lo que nos dice nuestro Gala:
no contadme mas cuentos,
no os molestéis,
conozco la salida.
¡Ay!...
¡Si todos pudiéramos llegar un día
a enfrentar así nuestra salida...
pasaríamos al otro lado
conjugados plenamente en el verbo
de haber podido existir conscientes
del Theatrum Mundi
donde transcurriéron nuestras vidas...!