Y otra vez a empezar.
A pasear junto al mar.
A dejar que la brisa
entre en nuestro altar.
Y que la luz de un barco lejano
nos vuelva a invitar.
Siempre nos está esperando,
en la noche,
la luz de un nave lejana en el mar.
Allí, anclada,
aguarda nuestro navegar.
Pero si queremos llegar a ella,
tendremos que nadar,
en la noche,
en la oscuridad.
¿Tendremos fuerzas para llegar?
Sabemos que si la alcanzamos
nos llevará,
sin equipaje,
a tierras nuevas
dónde desembarcar,
y sembrar esas otras semillas
que nunca pudieron germinar.
Me atrae esa luz lejana en el mar,
esa nave que me espera,
en la noche,
y yo, desde ésta orilla,
sin saber nadar,
sueño que un sortilegio,
un día,
me haga viajar en ella
hacia esa isla mágica...
...Y otra vez a empezar.
A pasear junto al mar.