Ya está encima el discurso navideño 
de su Excelencia el Jefe de Estado español, 
Francisco Franco, vía Juan Carlos de Borbon, 
via Felipe VI, vías de un ferrocarril que, 
aún con la misma 
loco-motora a vapor de antaño, 
adaptada al ancho de vía actual, claro, 
sigue llegando, como todos los años, 
a todas las estaciones de los hogares españoles. 
 
Pero éste año será diferente porque,
dada la madurez política alcanzada
por el pueblo español después 
de tantas luchas, crimenes y vejaciones,
éste año, como decimos,
en plena conciencia del demoledor impacto
que ello tendrá sobre la estabilidad
franquista-monárquica del régimen,
 a la misma hora que su Excelencia Felipe VI pronuncie su discurso,
se está organizando un apagón
y las gentes tocaran sus cacerolas.
 
Se espera que, a partir de tan tremendo golpe 
táctico-estratégico, como es el apagón,
 la entera dinastía Borbónica
que dejó en el poder 
su Excelencia el Caudillo,
quede a oscuras y, a ciegas ya,
 se empiece a tambalear
hasta su caída total.
 
Y si a ello le sumamos los cacerolazos,
como genial remate logístico-acústico
para terminar de precipitar esa caída mortal,
será como lo que dijo  Nietzsche: 
"si algo está cayendo, empújalo" 
Y ésto haran las cacerolas,
con lo que tendremos un cuadro muy parecido
al asalto al Palacio de Invierno de Leningrado
que detonó la caída de los Zares en Rusia.
 
Debido a ello, circulan rumores que tanto 
la oligarquía dominante como la Casa Real
estan muy preocupadas por el mortal daño 
que éstas alarmantes y fulminantes protestas 
puedan causar  
en las altas estructuras de poder en el país. 
 
Esperamos con impaciencia el desarrollo 
de los acontecimientos porque éste apagón 
y los cacerolazos podrían 
muy bien cambiar el curso de la historia
y devolverle al pueblo español
su perdida dignidad.