En el camino a la isla Sentinel
sigo escribiéndo en mi bitácora
por si tengo que volver
Hoy me he levantado,
escapar de éste manicomio
que hemos creado es el mandato,
con el nímbico deseo
de aprender --de nuevo--
cómo sentarse en una silla,
algo aparentemente fácil y sencillo,
pero que de la mano y cabeza de Tip y Coll
resulta una experiencia que el mejor
maestro Zen hubiése envidiado.
Que pena.
Que desgracia,
que perdida hemos afrontado
por fabricar éste Çosmos
que ya no produce
a los T. y C. del pasado.
Y es por eso que hoy nadie sabe sentarse
en una silla ni quedarse de pie, parado,
porque asiento y suelo nos lo han robado:
cables sueltos y wireless festivales
nos mecanizan como esclavos
y nos arracan el alma
para que 26 billonarios
posean lo que 3 mil millones de personas
reunen en sus manos.
En ésta democrática situación,
¿quíen sabrá ya sentarse en una silla
sin en éste perpetuum mobile que habitamos
se está perdiendo
la orientación
de tanto ir boca arriba
y boca abajo?
Asi que dejemos a T. y C.
que nos guíen --de nuevo--
en su mágica enseñanza
de sentarnos como es debido...