El Barco de los Locos con Doomsday clock adosado |
No lo puedo remediar.
No puedo salir de él.
Creo, por otro lado, que es el mejor comienzo
que cualquier tema pueda tener.
Descartes comenzó con su sum ergo cogito
Pues el mío es éste.
El pensador francés quería asegurarse
de que partia de algo axiomático, irrefutable.
Pues yo, la verdad, creo que también parto
de algo irrefutable.
Anoche, incluso soñé que alguíen me pedía
que no le diera cuerda al reloj
para que no avanzara el minutero.
Fue un sueño muy interesante.
Estabamos como en una especie de isla,
no se dónde.
--En los sueños nunca se sabe dónde estamos.
Hay una mágica inubicuidad del espacio y tiempo--
Pareciamos naúfragos,
pero no estoy seguro
porque no había mar;
sólo como una especie de desierto
de extrañas plantas y árboles
dónde reinaba un silencio total.
Había mucha gente.
Todos estaban sentados en el suelo
como si esperasen algo o a alguíen
que no acaba de llegar.
Nadie hablaba, ni los niños.
Yo no entendía que hacia allí
ni cúal era el propósito de estar todos allí.
Pero nadie parecía preocuparse por no entender.
Al final, yo tampoco.
Y en esto que se me acerca un viejo,
un anciano muy sui generis,
y lo digo porque, al mismo tiempo,
su caminar hacia mi, sus gestos,
su aureola kármica alrededor de su cuerpo
...era tan joven, tan infantil, tan dulce,
que me desconcertó.
Llegó a mi lado, fijo sus ojos en mi,
y con una voz que me pareció
que no podia salir de aquel cuerpo achacaso,
me susurró ordenándome:
--No le des cuerda al reloj
Déjalo parado dónde está--
Me quedé sorprendido,
porque ni tenía un reloj ni allí había
ningúna clase de relojes. Era absurdo.
El pareció adivinar mis pensamientos:
--Si, ya sé lo que piensas,
pero no te preocupes.
Ya verás el reloj a su debido tiempo,
y, como te digo, no se te ocurra darle cuerda.
Porque cuándo tú lo veas, estará parado
en un cierta hora...No vaya a ser
que sientas la tentación de, como te digo,
darle cuerda--
Y se fue.
Ni recuerdo cómo se fue.
Yo creo que mas bien desapereció
como si algo o alguíen, de pronto,
lo hubiése arrancado de allí.
Y me entró miedo.
Un miedo terrible.
Fue esa sensación de terror
que nos lleva a querer salir cuánto antes
de lo que estamos soñando.
Pero no pude.
Y en mi sueño, para distraerme y escapar
de mis miedos, commencé a andar entre las gentes.
Uf...habían de todo tipo, de todas partes,
de todas las razas y etnias.
Y cada una de ellas en su grupo, con los suyos,
separados y mezclados; unidos y desamblados...
El miedo iba desapareciendo poco a poco
según caminaba entre aquella indiferente muchedumbre.
Llegue lejos. No sé...hasta cerca de unas montañas
de rocas y topografia lunar.
Alli, alli estaba el reloj.
Grande, pero no redondo,
una especie de romboide
que se movía pasando por diversas formas
hasta convertirse en cuadrado,
y vuelta a empezar.
Me senté y me quede mirandolo.
Como me dijo el Viejo, estaba parado.
De pronto se acerca alguíen,
que no se de dónde salió,
y comienza a darle cuerda.
Me lanzo contra él con la fuerza de un rayo.
Forcejeamos, luchamos. Terrible.
De pesadilla.
Y en éste momento veo que la muchedumbre
viene hacia el reloj.
Y todos, al unísono, tratan de matarme,
pero me amarran.
Y todos juntos, como una sola mano,
comienzan a darle cuerda al reloj.
Terminan su operación
y se lanzan contra mi enfurecidos...
Ya no pude más.
Soñar, vale.
Que estés aterrorizado, vale
Pero que te quieren matar...
hasta aquí llegué.
Y me desperté sobresaltado.
Y regresé al sueño diurno.
Por lo menos aqui el reloj
no lo vemos y no hay conflictos,
al menos oníricos.