Sunday, August 14, 2011
PEDRO, con un plumero de plumas de aves descuartizadas...
Pedro, con un plumero de plumas de aves descuartizadas,
limpia el polvo en un Henry's Market local.
Tiene el nombre estampado en una etiqueta adosada a su uniforme.
Nunca poseyó una identidad igual.
Se traslada por el mercado con una movilidad anónima y silenciosa de conejo sobre el cesped que pasa desapecibida a los demás.
Pedro, de Cuernavaca, es pequeño,
insignificante,
diminuto,
cobrizo,
liviano,
(como las plumas de su plumero),
viejo,
dulce como un lirio desplazado
a tierras ajenas
para escapar del desempleo,
del mal empleo,
de Golgotas,
y de malos tiempos.
Hablo con él y se rie de ciertas verdades prohibidas,
pero a las que él le abre la puerta
y que nunca oye cuando,
con un plumero de plumas de aves descuartizadas,
limpia lo que le han dicho que limpie
sin hablar con los clientes,
sin rechistar.
Pero hoy, al reirse conmigo,
ha roto la promesa laboral,
él, que tambien,
como ave descuartizada y transplantada,
tiene que limitarse a a obedecer y callar.
"Me ha hecho usted mas soportable el día".
He sentido sus palabras como un gran honor.
Aunque él no se ha dado cuenta
y ha continuado limpiando
el polvo con su plumero.
Al salir, lo vi, a lo lejos,
frágil,
insignificante,
como una mota de polvo
que se limpia a sí misma,
como algo que no importa en absoluto
en éste cochino mundo.
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