Que yo iré detrás
cuando la luna llegue
a su pedestal,
y la noche,
esa que aguarda
al día que nunca saldrá,
con su sol, en el zenit,
que haya caído hondo,
muy hondo,
y ya no se pueda salvar.
Nada más.
Quiero quedarme sólo,
detrás de vosotros,
en la oscuridad,
sin ser visto,
sin ser reconocido,
anónimo,
naúfrago sin mar
desgarrado en mi altar
Nada mas.
Para cuando por mi llegueis
solo halláseis una sombra,
como un eclípse
que nunca pudo brillar,
cansancio sísifico de humanidad,
de repetir ad nauseam
lo que nunca nos salvará
de una evolucion errada
que nunca supo aflorar.
Nada más.
Yo iré detrás,
como siempre,
esperando que alcanceis
a lo que nunca
se puede arribar.
Nada más.
Porque este mundo
ya no es nuestro,
ni vuestro,
ni de nadie más.
Se lo han llevado.
Nos lo han robado
y no lo tendremos jamás.
¿Como consentimos
esta atrocidad?
Todos, fuímos todos,
ni los de ariba
ni los de abajo,
ni los que, indiferentes,
nunca se compro-metieron
a nadar dejando
la ropa a un lado.
Todos
todos, al unísono;
al compás...
Asi que ahora,
en este paramo,
marchad, marchad todos.
Que yo iré detrás...
Aguardando.
Esperando
a lo que nunca llega
en la Nada y mirando...
cuando la luna
llegue a su pedestal,
o tal vez, quizás, observando
en el sismografo ancestral
si ha ocurrido ese gran trremoto
que vaticinamos
por miedo a fracasar.
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(Todos,
todos necesitamos
quedarnos atrás
(aúnque sea con
un motete de Mozart):
sólo asi podemos
ver a los que van delante.
Y gritarles:
¡Cuidado, se vais a dar un batacazo!
Nada.
Nadie oye)
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(*)
El Ave Verum Corpus de Mozart es un motete de 1791, basado en un himno eucarístico del siglo XIV. Compuesto para la festividad del Corpus Christi y dedicado a Anton Stoll, se escribe para coro SATB, cuerdas y órgano, y fue completado el 18 de junio de 1791 en Salzburgo.
