A la penumbra de éste gris y escúalido
10 de Febrero cuándo las esperanzas
de lunas nuevas se han evaporado
de lunas nuevas se han evaporado
y nuestros Vecinos del Cosmos
nos miran sin entender qué carajo
nos está pasando.
Lo que ha pasado con la llamada pandemia es --a éstas alturas-- muy fácil de ver. La respuesta a la pregunta de qué hemos aprendido de ella está ya muy clara: hemos aprendido que el régimen capitalista no tiene salida, que los intereses colectivos no pueden seguir, tan delicuentemente, supeditados a los privados --sobre todo cuando ya hay 8.000 millones de monos vestidos sobre el planeta--
Lo que ocurre es que estamos formados --deformados-- en aceptar a este régimen como algo eterno e inamovible, y el sólo acto de aprehenderlo como entidad que tiene que ser erradicada está convertido en "l'impensé", lo impensado, lo prohibido.
La aceptación de este sistema canibalístico de la propiedad privada está convertida en una especie de Dios de la Edad Media que no se puede negar a riesgo de ser quemados vivos. ¿Será porque nadie quiere perder la opción a obtener una parte de los beneficios que suelen prometer los jerarcas que en primera clase van?
Somos conscientes de que el omnipresente régimen actual es difícil imaginarlo erradicado del lugar dónde esta, vale, lo entendemos, ¿pero por qué nunca se oye la necesaria reivindicación de que hay que sacarlo a como de lugar porque no hay otra manera de cambiar el rumbo del Titanic que contra el iceberg chocando ya está?
El Virus, el mortal Virus, es sobre el que ha caído el virus del covid. Mientras no eliminemos al primero el segundo ira floreciendo en terreno abonado. Y lo que está pasando es el mejor transfondo estratégico que no podemos desaprovechar para asentar ésta premisa del VIRUS MORTAL, de esta Doctrina del Shock que lo esta evidenciando hasta la saciedad.
