duende en lejanas celosías
de ese Al-Andulus
que los cristianos
nos arrebataron
De vez en cuándo,
al asaltarme el 'homo andalusí',
ese fósil que llevo endosado
en el museo de mis entrañas,
me meto de polizón
en el primer barco que pasa,
y bien escondido en sus bodegas,
sin que nadie me vea,
navego y desembarco
en aquel patio de mi casa
--ya calcinada bajo pisos y hojarasca--
con bancos de mosaicos y plantas
dónde jeroglíficos de luz y umbrías
la infancia cosechas sembraba...
y me voy, perdido,
en un remolino de viento
que el tiempo ovilla...
y me quedo parado,
fijo en nostálgias diluídas,
agarrado a invisibles maromas
de dónde un día salimos
para buscar algo
que lo llevabamos encima...
y me pregunto
que cómo, por qué y para qué
pasa todo en la vida,
que cómo siempre vamos de polizón
en el barco que nos guía
para retornar a casas perdidas
y hallarnos con lo que dejamos
allí un día...