Hoy, sábado, 16 de Septiembre.
Dias, semanas, meses, años...
Todo lo tenemos cuadriculado,
con nombres,
horas,
fechas,
calendarios:
tiempo, cronología, espacio;
todo lo tenemos acotado,
registrado,
por coordenadas,
distancias,
sustantivos
y relojes siempre funcionando.
No hay ningún momento que caíga afuera
de estas pinzas que todo lo cogen
para definirlo y rotularlo.
Esto tiene que crear una mente,
un espíritu,
un modo existencial
que debe permear todas nuestras capas interiores
sin darnos cuenta de como nos está afectando.
Y encima de todo ello,
regidora de todo lo que expresamos,
está la lengua que hablamos,
el vocabulario que dominamos
para designar y designarnos,
para definirnos y designar
el mundo que habitamos:
las palabras que hablamos,
distorsión última de una realidad
que nos llega a la conciencia
a través del instrumento
de nuestra cuerdas vocales:
anamórfica fonética
de lo que experimentamos
Es el Cosmos del ser humano:
burbuja de aire aislada de un Universo
que codificamos y cuadriculamos,
con nombres,
horas,
fechas y calendarios;
coordenadas,
distancias,
sustantivos
y relojes siempre funcionando;
con los sonidos anamórficos de palabras
para designar y designarnos...
que ninguna autoridad,
afuera de nosotros,
ha revalidado...
Si.
Todo lo tenemos cuadriculado,
con nombres,
horas,
fechas,
calendarios
...pero hay cosas y acontecimientos
que aún no los hemos podido cuadricular
ni con las palabras que hablamos,
distorsión última de la realidad,
porque se salen tangencialmente
del Cosmos del ser humano
para caer en una teratología
de primerísima mano.
Como ésta:
la monja de unos 55 años los protegía de las palizas y las borracheras de los curas y falangistas, que venían de noche a escoger a los chiquillos que iban a violar.
Estaba mal vista por el clero canario y le habían puesto la etiqueta de “comunista”, simplemente por no permitir los abusos sexuales, las palizas y la venta de los chiquillos huérfanos de personas asesinadas en la isla por los fascistas.
Aquel infierno de adoctrinamiento en las ideas del Movimiento Nacional solo tenía aquellos oasis de esperanza y ternura. Los niños la veían y se le abrazaban, buscaban su protección ante el maltrato, la tortura física y psicológica, las brutales palizas con varas de acebuche o la pinga de buey de Don José Martel el sádico cura del barrio de San José, muy amigo de gran parte de la oligarquía insular, responsable del genocidio canario, planificado meses antes del golpe por Falange y la Iglesia, llevando a cabo miles de crímenes y desapariciones de republicanos y anarquistas de cada rincón del Archipiélago.
Los coches de lujo llegaban los fines de semana y la madre superiora, junto al viejo cura de pistola al cinto, tenía a los niños más guapos preparados, normalmente las familias pudientes adoptantes exigían que fueran rubios con los ojos azules o verdes a ser posible, aunque si eran recién nacidos hijos de alguna republicana asesinada y desaparecida no le hacían ascos.
Venían parejas de toda Canarias, sobre todo de Gran Canaria y Tenerife, pero también de la península, que llegaban en barco desde Cádiz y los llevaban a la residencia del Paseo de San José en taxi o en un coche oficial negro puesto por el Gobierno Militar. Normalmente eran personajes vinculados al régimen, jefes falangistas, mandos de la guardia civil y el ejército, todos con las manos manchadas de sangre de miles de crímenes de estado antes y después de la guerra civil.
Los chiquillos lloraban cuando los colocaban en la fila expositora. Sabían que se los llevarían, separaban hermanos de hermanos, primos de primos, en aquella especie de mercado de esclavos infantiles que organizaba la Iglesia Católica y el régimen franquista.
Aquellos señores recorrían la fila y no decían nada. Solo tocaban el hombro de los niños que iban eligiendo. Hacían una primera selección y los pasaban a una habitación más pequeña donde ya tomaban la decisión. Todo eran llantos terribles, sobre todo de los hermanos que sabían que jamás volverían a ver a lo que en aquellos momentos era lo que más querían en el mundo.
Sor Amparo andaba siempre angustiada esos domingos de venta de niños. Trataba de consolar, tomaba en sus brazos a los más chiquititos, los abrazaba, no aguantaba tremenda injusticia de una Iglesia a la que pertenecía desde que tomo los votos antes del golpe de Estado en aquel convento de clausura de Toledo.
Una noche de julio de 1939 apareció muerta en su cama. Nadie supo de que había fallecido. No estaba enferma aparentemente, solo que esa noche hubo fiesta de curas y falangistas con un grupo de niños, los más mayores de los que abusaban de forma periódica. Ella se presentó y los insultó, les dijo que estaban humillando la palabra de Dios, que eran bestias inmundas.
Al día siguiente Amparo ya no estaba. Se llevaron rápido su cadáver. Nadie supo donde la enterraron. Se cree que en el cementerio de Vegueta. No avisaron a sus familiares en el Bierzo, que se enteraron años más tarde de la muerte de aquella buena mujer.
Francisco González Tejera
http://canarias-semanal.org/not/20985/una-monja-humanitaria-en-la-casa-del-nino-/
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Según amigos de Pier Paolo Pasolini, su famosa película, "Saló o los 120 días de Sodoma", estuvo inspirada en parte en las 'libertinas' fiestas que realizaba el Conde Rossi en Mallorca cuando ésta estaba en poder del fascismo. Era el procónsul italiano de la isla con potestad absoluta sobre vidas y bienes. Y también en las historias que le llegaban del Horfanato de Palma que describe González Tejera,