Once de la noche
He salido al bosque con una linterna
He cruzado la carretera y nos hemos internado
en el bosque de pinos.
Lo primero que he sentido:
estamos tan protegidos!
Que protegidos estamos
en las jaulas de nuestras casas
y apartamentos ciudadanos,
de la interperie,
de la inseguridad de no tener
techo ni paredes a los lados,
de lo inesperado,
de cualquier imprevisto --natural--
que nos pueda asaltar,
de la oscuridad,
de lo ignoto,
del predator,
del posible susto,
de lo arcano,
del potencial peligro
que acecha en cualquier lado,
de la imaginación desbordada
por la Naturaleza que nos fragiliza
por todos los costados,
del indiferente cielo de estrellas
abierto al sobresalto,
de las criatruras que no vemos,
del no saber lo que nos rodea
en la negrura que arrastramos,
de toda una historia y prehistoria
de luchas y sobresaltos
cuándo siempre teníamos
que estar alerta, vigilantes,
ante cualquier contingencia
y peligro que estuviese acechando...
Que protegidos estamos!
Nos protegen de nuestros miedos
para que no los sintamos,
para que no lo veamos
Por eso la industria del entretenimiento
tiene tanto éxito:
porque ella absorve esos miedos
dándonos en la pantalla
todo lo que en el bosque,
por la noche,
con una linterna,
experimentamos.
A regresar a casa sentimos
que entramos en un cordón sanitario
pero ya seguros,
protegidos,
aliviados.
Que gran costo tiene que tener
el estar civilizados....