viene de muy antiguo.
Es 5 de Enero.
Silencios y murmullos tallan el momento.
En el torno de un alfarero misterioso
gira la noche sus gemas y pozos.
Le "temps retrouvé" toman forma elíptica
dónde los recuerdos se hacen epítome
de alas perdidas.
Hoy, de niño, poníamos los zapatos
en la ventana abierta
para que los 'reyes magos'
nos dejaran sus regalos.
Ilusion y fantasía,
nube de la infancia,
arcoíris y melodías,
seguridad nímbica,
tribu ensamblada,
calor, familia.
No podíamos dormir.
Un bosque encantado
de enredaderas y madre perlas
le impedia al sueño su paso.
Ahora, en la otra orilla,
mirando las estelas ya diluídas
y rememorando aquel día
en el que nos ibamos a la cama
con la ansiedad infantil encendida,
uno se queda engachado al pasado
--que es presente-- y atina a vislumbrar
por cuántos diferentes caminos pasamos...
...Cuantos seres portamos,
cuántas personas habitan
la casa que llevamos,
cuántas criaturas distintas acarreamos...
y cuántas ventanas abiertas
seguimos dejando.
Pero ahora de otra forma,
esperando otros 'regalos',
pero no ya de los 'reyes magos',
de los cuales desconfiamos,
sino de otra clase de 'magos':
esos que llegan a tiempo a adorar
lo que ahora veneramos:
y esperamos que algo o alguíen
--¿lo imposible?--
nos deje en los zapatos
de la ventana abierta
lo que estamos --¿inútilmente?--esperando.
Es otra clase de 'noche de reyes',
claro,
otro espectrum de la luz
que, como de galaxias lejanas,
viaja hacia nosotros,
hacia la tierra dónde anhelamos.
Y por eso ésta noche,
también,
vamos a dejar la ventana abierta,
para ver si por la mañana,
al despertar,
ese fulgor que veneramos
nos ha traído a nuestra estancia
lo que deseamos...
