Grupo de presos dentro de la carcel de Ocaña Cedida por AFECO |
EL 'CURA VERDUGO' DEL PENAL DE OCAÑA
Entre 1939 y 1959, 1.300 presos políticos fueron asesinados en Ocaña. El capellán de la prisión era el encargado de dar el tiro de gracia.Público.es / ALEJANDRO TORRÚS / 24-03-2013
"La luna lo veía y se tapaba
por no fijar su Mirada,
en el libro,
en la cruz,
y en la Star ya descargada.
Más negro que la noche,
menos negro que su alma,
cura verdugo de Ocaña".
Estos versos anónimo escritos por presos republicanos de la cárcel de Ocaña en 1941
bajo la supervisión de Miguel Hernández,
según relató el militante comunista Miguel Nunez en sus memorias, es el único documento escrito
que da fe de los crímenes cometidos por
“el cura verdugo de Ocaña”,
tal y como los reos le bautizaron.
Se trataba del capellán del penal de esta localidad toledana, también conocido entre los familiares de los reclusos como el “cura asesino”.
Un religioso entre cuyas funciones se encontraba dar el tiro de gracia a los republicanos
condenados a muerte.
“Todos sabíamos que era el cura. Participaba en las palizas y después gustaba de coger su pistola y dar el último disparo. Pero poco sabíamos de él. No se dejaba ver por el pueblo y un buen día desapareció de la prisión. Ni siquiera recuerdo su nombre”
Cuenta a Público Teófilo Fernández, de 75 años.
Su abuelo, de quien heredó el nombre, fue fusilado el 8 de julio de 1939 por “el gran delito de pertenecer a Juventudes Comunistas”.
En la memoria de éste hombre, sin embargo, sí ha quedado marcada una imagen: la de decenas de presos caminando desde el penal hasta el cementerio en mitad de la noche. En una larga y profusa fila, presos cabizbajos seguidos de una camioneta militar.
Los registros dan fe de que una noche llegaron a ser 57 los fusilados.
“A veces, cuando eran pocos, iban todos en la camioneta”, recuerda. "Después llegaba el silencio más absoluto y, por último, el ruido de una ametralladora que los verdugos apoyaban sobre un montón de piedras."
Los registros recogen hasta 57 fusilamientos
en una noche.
También recuerda Teófilo las mañanas en las que acompañaba a su madre al cementerio para poner flores a la fosa común donde descansan los restos de su padre.
Las tres fosas del pequeño cementerio permanecieron abiertas hasta 1945, y él, siendo un niño de 5 años, podía ver los cuerpos de los fusilados comidos por la cal. Entre ellos, el de su progenitor.
Otros días, llegar hasta la fosa se hacía imposible.
“Muchas veces tuvimos que salir corriendo y escondernos en cualquier lugar cuando íbamos al cementerio. Las familias de derechas nos señalaban, nos insultaban y temíamos que nos mataran”, señala este hombre.
El miedo no es de extrañar.
Además de su abuelo,
murieron otros tres familiares
fusilados en el penal.
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¿Olvidar?
Nunca.
El Cura Verdugo del Penal de Ocaña
es uno de los tantos verdugos
que ahora descansan sobre el 'rey' de España.