NOVIEMBRE

Noviembre es el mes en el que se mueren las gentes,
el mes dónde el cielo y la tierra
quiebran el pacto que matenían.

(Cuando la ambivalencia,
dormida,
despierta con la lluvia,
vertical,
sigilosa,
fina,
y sentimos los opuestos
danzar en las esquinas
...porque, ¿si un día fuistes lucero,
qué apago la llama donde ardías?)


Si "el hombre es un ser de lajanías",
como nos dijo Heidegger y Umbral
lo catapultó a su angustia metafísica,
Noviembre es un mes de lejanías
dónde las distancias de catalejos
se hacen invernal melodía.

Y si "el individuo es producto de una equivocada ontología",
como nos dijo Adorno,
en Noviembre reafirmamos ésta teoría.

En Noviembre Marx no escribía:
dormía,
y los clásicos del pensamiento
se echan una siesta de melancolia.


En Noviembre nos sentimos errados,
apehendemos que creer lo creído
es pura fantasía...;
porque la luz decae, 
el horizonte desaparece,
el murmullo se hace ruído,
la planta se marchita,
los grillos desafinan,
los luceros se eclípsan,
el hilo de Ariadna se rompe,
el puente se desmorona,
y el axíoma se vuelve mentira;
después llega la lluvia
y en lugar de regar anega
lo que florecía...
 
Y esperamos flotando
--varados--,
a que pase la tormenta
día a día...


Pero quedamos a la deriva,
la nostalgia de Noviembre
lamiendo la herida,
y en la crisádalida del tiempo
se queda un rumiante
que mastica su comida,
un pasado compuesto de esos Noviembres
que vamos masticando
durante toda la vida...