Solo un escalvo puede inventar la libertad
Día tras día
pasan los días,
en fila,
uno tras otro,
en perfecta formación
de hileras y carencias definidas,
asonáncia y disonáncia
de la misma melodía,
sístole y diástole
de un pulso que palpíta,
y no podemos hacer nada,
nada,
sólo cumplir lo que se nos destina:
nacer,
ser niño,
ser niño,
crecer,
ser 'homo sapiens',
experimentar las circunstancias
dónde aparecemos en la vida,
deteriorarnos,
envejecer,
y salir lo mismo que hemos llegado,
y aceptarlo sin que nadie ni nada
nos haya consultado.
¿Por qué aceptámos el 'orden natural'?
¿Y si ese 'orden' no fuese 'natural'?
¿Y si fuese tan sólo una 'interpretación'
'sui generis' de nuestro cortex cerebral
sin conexión con la realidad?
¿Y si no hubiese ni 'muerte' ni 'vida'
ni ese 'yo' individual que lo experimenta,
de forma humana,
separado de sí mismo
y de la Naturaleza que lo origína?
¿Y si al ser nuestra mente
producto de una evolución artificial
todo lo aprehendemos,
sentimos y razonamos
de forma enajenante, artificial?
