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Israel destruye Beirut-Este con un nueva arma
El ataque israelí fue realizado el martes 4 de agosto de 2020, precisamente contra un lugar que Benyamin Netanyahu había designado casi 2 años antes –el 27 de septiembre de 2018–, durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, como un depósito de armas del Hezbollah [1].
Se ignora en qué consiste la nueva arma utilizada. Pero sí se sabe que Israel ya la había sometido a ensayos, desde enero de 2020, en suelo sirio (ver el video al final de este trabajo). Se trata de un misil dotado de un componente nuclear táctico cuya explosión provoca el “hongo” característico de las explosiones nucleares. Por supuesto, no se trata de una “bomba atómica” en el sentido estratégico.
Esta arma fue puesta a prueba en suelo sirio, en una vasta llanura, y posteriormente fue utilizada contra barcos iraníes en el Golfo Pérsico.
En Beirut fue utilizada por primera vez en un medio urbano, pero en un entorno muy particular que permitió a los operadores comprobar los efectos de la onda expansiva y de la vibración provocada por la explosión tanto sobre el suelo como sobre el agua. Además de arrasar el puerto de Beirut, la deflagración dejó un centenar de muertos y al menos 5 000 heridos y prácticamente destruyó el sector este de la ciudad (el sector occidental se vio protegido por el silo destinado al almacenamiento de grano).
Inmediatamente después del ataque, Israel activó sus contactos en los medios de difusión internacionales para esconder su crimen y propagar la versión de la explosión accidental de un gran cargamento de fertilizante nitrogenado.
Como tantas veces ha sucedido, se designan falsos culpables y la maquinaria mediática internacional repite incansablemente la mentira, cuando aún no se ha realizado ningún tipo de investigación.
Sin embargo, las imágenes muestran que la segunda explosión produjo un “hongo” similar al de una explosión atómica, imagen totalmente incompatible con la tesis de la explosión de un cargamento de fertilizante nitrogenado.
El “hongo” provocado por la explosión de Beirut no tiene nada que ver con lo que puede verse en una explosión de tipo convencional. |
Los partidos políticos libaneses concluyeron un acuerdo para no mencionar el asunto, en aras de no desmoralizar a la población y avalar la versión de los fertilizantes que supuestamente causaron la deflagración, con lo cual se responsabiliza a la dirección del puerto. Pero la mentira no ha tardado en volverse en contra de los partidos políticos que la concibieron.
El Tribunal de las Naciones Unidas para el Líbano, que debía dar a conocer un veredicto sobre el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, perpetrado en 2005, decidió posponerlo por varios días. Hoy estamos viendo algo muy similar al atentado que costó la vida a Rafic Hariri.
En 2005, la explosión de un vehículo automotor sirvió para disimular el uso de un misil, verdadero causante de la enorme destrucción que mató al ex primer ministro libanés.
Esta vez, la primera explosión que se vio en el puerto de Beirut disimuló el impacto del misil armado con la nueva arma que causó la segunda y enorme deflagración.
Es importante resaltar que en 2005 aquel asesinato fue cometido contra un ex primer ministro sunnita y que ahora, en 2020, el ataque del 4 de agosto apunta no sólo contra el Hezbollah chiita sino contra todo el conjunto de la resistencia libanesa.
Esta vez varias embajadas recogieron muestras en el lugar de los hechos, fundamentalmente de los granos almacenados en el silo situado junto al lugar de las explosiones y de los filtros de aire de las ambulancias que llegaron de inmediato para prestar ayuda. Esas muestras ya están siendo analizadas en diferentes países.