"Milana Bonita"
Otra vez hemos vuelto a ver 'Los santos inocentes',
la película de Mario Camus.
(No nos interesa mucho el cine, comido y digerido por la omniscente industria del entreteni-miento, pero esos santos inocentes son otra cosa...)
Perdida y machacada su inocencia, esos santos del Santo Oficio español --cada vez que vemos la película-- nos llenan el alma con el temor y la congoja de los enterrados recuerdos de tantos Señoritos Ivan que en la niñez y juventud nos asesinaron las ilusiones de nuestras "Milanas bonita'...sin poderlos ahorcar.
Que dolor
Que impotencia
Que herida el acarrearlos
cuándo aún sigue de Jefe de Estado
el elegido por aquel Sátrapa
que le disparaba
a todas las "Milanas Bonita"
que alzaban el vuelo
para deleitarnos.
El terror y el miedo
se tenían que interiorizar
y vivir no viéndolos,
no sintiéndolos,
no reconociéndolos.
Y a mandar...
Era la época del terrorista del Ferrol.
Los niños no lo sabíamos, lo vivíamos,
y despues supimos que lo llevabamos
en nuestro ADN
Los jovenes ya comenzabamos a saber
que era el perpetuo equipaje
con el que tendríamos que viajar
por la existencia.
"El señorito de hoy no está en el cortijo, sino en el banco. Esa misma subordinación, humillación, sometimiento, los tenemos nosotros hoy. No hay gobierno, sino una serie de corporaciones", dijo Mario Camus cuándo se cumplieron 30 años del estreno de la película, y haciéndo alusión a la atemporalidad de la trama,añadió: "Cuándo me planteo por qué sigue ahí, pienso en la sensación que tuve al leer la novela de Miguel Delibes, el terrible comportamiento de las personas, unas con otras, y esa especie de esclavitud consentida"
Esa especie de esclavitud consentida,
en la cúal no había
ninguna clase de con-sentimiento,
sólo pudo llevarse a cabo
por el miedo;
la palabra era miedo,
miedo a que nos mataran
nuestra "Milana Bonita"
Y siempre terminaban cargandosela.
Siempre.
Y nunca pudimos aajusticiar al Señorito Ivan.
Nunca.
Y aún siguen disparando contra ellas.
Este es el trauma del pueblo español.
Unos Santos Inocentes del Santo Oficio español
dónde el Señorito Ivan
nos sigue asesinando los sueños
de nuestra "Milana Bonita"
sin poderlo ahorcar...
por eso esa misma subordinación,
humillación,
sometimiento,
los tenemos nosotros hoy.
