Todo se mueve,
incluso lo parado.
Todo esta parado,
incluso lo que se mueve.
¿Estará aquí el secreto de la Esfinge
a la que siempre nos enfrentamos
buscando una puerta,
una galería para escaparnos?
¿Habrá que oradar un túnel
bajo la impenetrabilidad pétrea
de sus garras y sus ojos
que nunca nos dan el sentido
que buscamos?
Mazas, puntales y cuñas;
piquetas, martillos y clavos,
nuestras herramientas de trabajo.
Cuándo el Verbo se hizo carne
y quedamos incomunicados
nos otorgó el título de apuntaladores
de un mundo que se venía abajo
dónde la Esfingie,
ingrávida en el tiempo,
nos seguía mirando.
Derrumbes,
desplomes,
grietas,
ruinas y fallas...
todo a destajo
Y sin planos
Improvisando
Llorando
Taladrando galerías
sin compas ni ángulos,
huyendo de las tinieblas
en busca de geometrías seguras
dónde cobijarnos...
Mientras, la Esfinge, arriba,
mirándonos, pensando:
¿dónde van éstos desorientados,
a ciegas, sin saber siquiera
lo que están buscando?
Y asi, echando cimientos
en lodazales y barro...
(Ese madero que cruje,
¿Quién lo puso tan inclinado?)
¡Apuntalad, apuntalad, bastardos!,
que la verticalidad de la plomada
es un mito ya enterrado
Apuntalad
Hay que aparentar solidez,
seguridad y fé en los calculos,
que la Esfingie no note
que vamos equivocados
Que nadie sospeche
lo que realmente está pasando.
Que nadie descubra
que detrás de cada pared
hay un puntal empujando.
Excavamos un túnel en la noche para escaparnos
y fuimos a dar a la Gran Trampa dónde estamos,
dónde todo lo que se mueve está parado,
dónde todo lo parado se mueve
bajo una Esfingie que se pregunta,
bajo la impenetrabilidad pétrea
de sus garras y sus ojos,
¿dónde van éstos desorientados,
a ciegas, sin saber siquiera
lo que están buscando?,
¿dónde van éstos muñecos y muñecas,
desencajados y lobotomizados,
tratando de encontrar una respuesta
de la que al mismo tiempo
huyen a cada rato?