El absurdo es el hombre mismo:
afuera de nosotros mismos
no existe el absurdo.
Es nuestra más "sui generis" creación al acarrear
en la anomalía (Erich Fromm) de nuestras entretelas filogéneticas
la Contradictio in adjecto
y la Contradictio in terminis,
hermanas gemelas
de nuestro modus operandi existencial,
lo cúal se puede maquillar con la Razón
con el pensamiento mágico,
con la huída nihilista,
con el nirvana monástico,
con la indiferencia,
o con el obelisco del ego,
pero el absurdum permanece inalterable, inamovible:
el 'aparecer' y el 'desaparecer'
por arte de birlibirloque
--como los humanos lo interpretamos,
lo sentimos y lo padecemos--
(Lo único que aqui cambia
es la expresión hermenéutica cultural-histórica
que adoptemos)
Todo ser creado por la Naturaleza
y arrojado después afuera de Ella
es un Reductio ad absurdum
Adamov
Malraux
Simone de Boauvoir
¡El decorado es él mismo!
Somos Ríos sin Mar,
aguas que se extraviaron
y no pudieron desembocar.
en nuestro 'modo de ser humanos',
A lo único que podemos optar
es a evitar esa confusión,
porque señalar tenemos que señalar.