A mi, la verdad, me cuesta entender lo que ha pasado y pasa en la patria. Es que ya no encuentro ni palabras...¿Cómo puede ser que el Sucesor del Terrorista del Ferrol, el heredero y legatario del cabecilla de éstas monstruosidades que nos relata el psiquiatra Juan Sánchez, pueda seguir coronado de rey y ocupando en España el más alto cargo de la nación?...
¿Qué es ésto? ¿Mitología? ¿Un fenómeno paranormal? ¿Un caso teratológico? ¿Un capítulo surrealista de la história? ¿Una novela de Kafka? ¿Una psicosis colectiva de la que nadie quiere despertar? ¿Una hipnosis masiva? ¿Esto está pasando en Europa? ¿Es un 'delirium tremens' que no se quiere enfrentar? ¿Todo ésto esta ocurriendo en el siglo XXI? ¿Estamos soñando?¿Es real? ¿Tanto miedo y pavor produjó el sistemático terrorismo de cuatro decadas para que esté teniendo lugar éste colosal Trauma Histórico que tiene paralizado el sistema de nervios central del pueblo español para que haya podido aceptar al Sucesor de uno de los trogloditas mas perversos y patógenos de la historia universal?
Preguntamos, nada más.
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El franquismo encerró en manicomios a republicanos que encontraba por la calle
El psiquiatra Juan Sánchez revela que en el psiquiátrico sevillano de Miraflores muchos carecían de ficha y "no menos de un 10 por ciento" ingresaban con el diagnóstico en blanco: no estaban locos, eran sencillamente republicanos
La asistencia psiquiátrica durante el franquismo era "pervertida y deshumanizada" y estuvo marcada por una "sordidez extrema", en palabras de Juan Sánchez Vallejo, médico psiquiatra que ha escrito el libro ‘La locura y su memoria histórica' (Ediciones Atlantis), en el que analiza la evolución de la especialidad en España desde el franquismo hasta hoy, al tiempo que recuerda a los enfermos mentales a quienes la dictadura arrinconó en manicomios como desechos humanos desprovistos de derechos.
El autor se formó como médico y psiquiatra en los años 60 y 70 en la Universidad de Sevilla y en el manicomio de Miraflores, donde comprobó cómo el régimen utilizó también estos hospitales para encerrar de por vida a muchos republicanos que podían causarle molestias.
Juan Sánchez recuerda la enorme influencia académica y profesional entonces de Antonio Vallejo Nájera (1), director de los servicios psiquiátricos del Ejército, el "psiquiatra del régimen" que importó de Alemania las demenciales técnicas nazis para detectar y desactivar el inexistente "gen rojo" sobre mujeres republicanas. El Mengele español promovió la separación de los hijos de sus madres, su ingreso en orfelinatos y su posterior adopción por "familias de orden" para evitar así la propagación generacional de una "ideología contaminada".
Vallejo Nájera -según Sánchez Vallejo, a quien no le une ningún parentesco- abrió la puerta así a las tramas de bebés robados que tanto han conmovido a la sociedad española hasta el día de hoy.
La psiquiatría evolucionó poco en España por culpa del franquismo (¿la psiquiatría nada más?; lo único que evolucionó fueron los cementerios, las cárceles y el miedo) que impidió a través de su estructura de poder universitario que penetraran las modernas corrientes internacionales que entroncaban la enfermedad mental con el contexto social, frente al biologismo imperante que se apoyaba en los hospitales psiquiátricos para aparcar a los enfermos, tranquilizarlos y desactivarlos como personas a base de cruentos tratamientos -lobotomía, electroshock, coma insulínico, abscesos de trementina, etc.- y de atiborrarlos con potentes fármacos.
"El sistema manicomial era lo más parecido a una condena de por vida por no hablar de una muerte en vida", afirma Juan Sánchez, precisando que "era peor que la cárcel, ya que de esta se acaba saliendo y no se pierden los derechos". En ese contexto, no resulta extraño que el régimen se aprovechara de ese oscuro túnel del sistema manicomial como instrumento complementario de represión política. Otro más, pero con la ventaja de dejar a los elementos molestos desactivados para siempre hasta su muerte, convirtiendo a opositores marginales en locos irrecuperables.
Durante su dura experiencia como médico alumno en prácticas de psiquiatría en el manicomio sevillano de Miraflores -un inmenso edificio donde en los años sesenta vegetaban entre 1.200 y 1.500 enfermos mentales-, Juan Sánchez Vallejo pudo comprobar no sólo que muchos internos carecían de ficha, "como si no existieran", sino que había un "nada despreciable porcentaje nunca inferior al 10 por ciento" de fichas con la casilla del diagnóstico en blanco.
"Mosqueado por este hecho -escribe textualmente en el libro-, le pregunté a uno de nuestros profesores adjuntos de cátedra por aquel detalle aparentemente menor y que, inicialmente, achaqué ingenuamente a algún descuido en la transcripción de la historia clínica. Pero la respuesta que me dio, me dejó helado. El profesor me vino a decir queno tenían diagnóstico porque no entraron al manicomio como enfermos, sino como medio delincuentes y medio vagabundos del otro banco de la guerra civil y que les habían metido allí por no saber a dónde llevarles".
No estaban locos, eran sencillamente republicanos, pero los encerraban en el manicomio. "Te lo decían ellos", dice Sánchez Vallejo que recuerda a uno que le comentó: "Mire usted, yo estaba vagabundeando porque no tenía donde caerme muerto. Un día la Guardia Civil me recogió, se enteró de quien era, de cuál era mi ideología y me trajo aquí. Y aquí llevo veintitantos años".
La paradoja es que la dictadura se sirvió de la legislación republicana para encerrar de por vida a esos opositores en situación personal marginal y para desactivarlos como personas. Concretamente, del decreto sobre asistencia a enfermos mentales de 1931 -"que permitía internamientos manicomiales involuntarios de personas locas o cuerdas, mediante una simple orden judicial o gubernativa, un mandato de un alcalde o comisario, o simplemente por indicación médica o familiar"- y de la tristemente famosa ley de vagos y maleantes de 1933. Es decir, normas que fomentaron la discrecionalidad y el abuso, arruinando la vida a miles y miles de españoles.
Muchos de ellos acabaron sus días en el manicomio tras décadas de internamiento, adaptados a la fuerza a aquella sórdida vida, colaborando en labores de limpieza y otros menesteres. "Diríase que habían conseguido galones y un extraño estatus al que ya no querían renunciar".
El autor de ‘La locura y su memoria histórica', Juan Sánchez Vallejo, se vio forzado a emigrar y tuvo que buscarse trabajo fuera de Andalucía hasta que se estableció a comienzos de los años setenta en el País Vasco. ¿El motivo? Porque fue represaliado - junto a otros compañeros- por las autoridades académicas de la Universidad de Sevilla tras haberse atrevido a fotografiar -con la discreta complicidad de algunas monjas enfermeras- y a denunciar públicamente el trato inhumano y vejatorio que padecían los enfermos mentales del manicomio de Miraflores.
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(1)
Psiquiatra, titulado en la Universidad de Valladolid, donde acabó sus estudios en 1909, pronto se incorporó al ejercito en Sanidad Militar. En el año En 1917 es nombrado Agregado a la Embajada de España en Berlín. Allí conoce a militantes del partido nazi y distintos psiquiatras nazis, en esa estancia determina su total fanatismo a esta ideología. Regresó a España en 1930 donde trabajó en la Clinica Psiquiatrica Ciempozuelos.
Al comenzar la Guerra civil el coronel Vallejo-Nájera era profesor de Psiquiatría en la Academia de Sanidad Militar. No tardó en dirigir los Servicios Psiquiátricos del Ejército franquista y escribió extensamente sobre la degeneración de la raza española, que, según él, habría ocurrido durante la República. Pronto consiguió que Franco creara el el Gabinete de Investigación Psicológica del Ejercito. Llegó a pedir que se retomara la Inquisición, como forma de defender la "raza" hispana.
Entre diciembre de 1938 y octubre de 1939, realizó diversos estudios encaminados a demostrar que las personas de ideología marxista tenían algún tipo de tara mental que les hacía vulnerables. El denominado "Gen Rojo". Así quedó reflejado en parte de sus obras (Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza o Psiquismo del fanatismo marxista).
Para realizar los estudios utilizó un grupo de Brigadistas Internacionales, prisioneros en el Campo de Concentración de San Pedro de Cardeña y a 50 presas republicanas recluidas en la Cárcel de Málaga Publicó un estudio en "Psiquismo del fanatismo Marxista." Revista Semana Médica Española, 1939. Donde concluía con tal afirmación:
"La inferioridad mental de los partidarios de la igualdad social y política o desafectos. La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los mejores".
En el Campo de Concentración de San Pedro de Cerdeña, es donde llevó a cabo sus estudios con los prisioneros de las Brigadas Internacionales, pero según contaron los supervivientes por ese centro pasaron miembros de la Gestapo que tomaban mediciones antropométricas e interrogaban a los prisioneros. También recuerdan que a San Pedro llegaron dos científicos alemanes que hicieron diversos test. Los nazis una vez conseguida su finalidad, que por esos entonces eran desconocidas abandonaron el país para continuar con sus estudios en la Alemania de Hitler.
Justificación para el robo de niños
También realizó un estudio con 50 mujeres presas en la cárcel de Málaga. El odio que sentía sobre las mujeres marxistas o de cualquier otra tendencia de izquierdas quedó reflejado en diversos estudios publicados por revistas científicas y libros. Todos conocemos el robo de niños por parte del franquismo, pero poco se conoce sobre que Vallejo-Nájera, fue el instigador de esos robos.
De uno de sus estudios se deduce que lo mejor es robar los niños de corta edad a las madres marxistas, término éste que, engloba todo tipo de ideología de izquierdas. La conclusión que él hacía para considerar pertinente los robos de niños, decía así: "La idea de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros trabajos. La comprobación de nuestras hipótesis tiene enorme trascendencia político social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación de estos sujetos desde la infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible".Con esto se pretendía dar un manto pseudo-científico al robo de niños que durante tantos años se llevo a cabo en España principalmente a mujeres afines a la República, al marxismo, al socialismo y mujeres que defienden una vida mejor para el género femenino. La Falange utilizó ésta teoría macabra para redactar una guía que debía de seguirse cuando se llevaban a cabo dichos robos.
La dictadura y todas sus instituciones, incluida la iglesia católica abrazaron tales teorías para justificar lo injustificable. Arrancar un hijo de los brazos de su madre es del todo punto repudiable, pero no sólo es culpable de ello la monja que se lo arranca, que también, pero no menos culpable es quien en base a estudios de escasa consideración científica los propone con el fin de garantizar un mejor futuro.
Sus estudios no llegaron nunca a tomarse de forma seria para la psiquiatría, más allá de utilizarlos en el robo de niños de países como Argentina con Videla o Chile con Pinochet. Valieron para poco, pero el daño que ejerció sobre la mujer fue tan grande que todas lo arrastraron hasta los últimos días de sus vidas. Vaya por ellas y por la memoria de cada una, esta pequeña reseña para que no olvidemos a un ser que las cubrió de terror.
Salud y República.
Artículo realizado por E.P. (@DefensaDeMadrid).