El verdadero personaje del año 2013 es el pueblo colombiano, ese que con su trabajo y sudor genera las riquezas de las que se apropian la oligarquía dominante y los monopolios extranjeros.
Esos millones de mujeres y hombres que diariamente se levantan a conseguir a golpe de esfuerzo el pan para sus hijos; aquellos que con hacha, machete y azadón hacen brotar de la tierra la mayor parte de los alimentos que consumimos millones de compatriotas; esos que venden su fuerza de trabajo por un mísero salario regateado hasta el último centavo por los mezquinos patronos.
Las mujeres cabeza de familia que soportan el peso de la múltiple explotación y la discriminación; los pueblos indígenas y la comunidades negras que, además de su trabajo aportan la riqueza de sus ancestros a la identidad nacional; los jóvenes que con su fuerza, alegría y optimismo nos indican que habrá un mañana mejor para la patria; los desempleados y los desaparecidos de las estadísticas oficiales por artes de magia gubernamental; los desplazados por la violencia estatal y paraestatal, los empleados y profesionales cada vez más empobrecidos y endeudados; los artistas populares, los intelectuales y académicos que aportan sus luces a la brega popular.
A todo ese pueblo colombiano va nuestro saludo en este año que comienza.
2014, año del 50º aniversario de las FARC-EP y el ELN como bastiones de lucha y resistencia del pueblo colombiano.
Año decisivo en la búsqueda de la paz con justicia social, democracia real y soberanía para Colombia; el gran objetivo que nos llevó a La Habana y que tras un año de conversaciones se halla más cercano en el horizonte de la patria, muy a pesar de la resistencia gubernamental a abordar los temas estructurales que dieron origen y alimentan el conflicto y de los ataques permanentes contra el proceso por parte del militarismo de civil y de uniforme.
Grandes jornadas nos esperan a los colombianos en el año que comienza, las más importantes las relacionadas con la conquista de la paz. La defensa del proceso de La Habana y la exigencia de iniciar diálogos con las demás fuerzas insurgentes son tareas de primer orden en el camino hacia la paz, tal y como la concebimos desde los sectores populares, algo muy distinto a lo que pretende el gobierno de Juan Manuel Santos, que concibe y entiende la paz como la claudicación de la insurgencia en beneficio de su modelo de dominación económica, política y social, para provecho exclusivo de las élites dominantes y potencias extranjeras.
Lograr esa paz tan anhelada por la inmensa mayoría de los colombianos no es solo cuestión de la Mesa de La Habana; vencer la resistencia de la clase dominante a producir los cambios estructurales que la paz requiere, exige la presencia activa del pueblo soberano en las calles y carreteras del país.
El año que termina nos deja invaluables experiencias en ese sentido: las movilizaciones en defensa de la salud y la educación públicas, el paro cafetero, de camioneros, las protestas de los cacaoteros y arroceros, la histórica jornada de los habitantes de la región del Catatumbo, las luchas por la defensa de la pequeña minería y la minería artisanal y contra los mega proyectos minero energéticos y agroindustriales, el paro agrario y popular, las huelgas en distintas empresas y el rechazo ciudadano a la destitución del Alcalde de la Capital, entre muchas otras expresiones locales y regionales, señalan que el pueblo ha comenzado a tener conciencia de su fuerza como poder constituyente, para hacer valer sus derechos y aspiraciones.
Unir esos millones de voces en un solo clamor nacional por la solución de los problemas más urgentes; unir esas múltiples aspiraciones en un solo torrente de lucha por la paz con justicia social, democracia real y soberanía, es requisito indispensable y la tarea más urgente para obligar a la oligarquía dominante a abrir la compuerta de las transformaciones que den paso a la paz para nuestro pueblo.
Ese es el reto que tenemos quienes desde distintas posturas y las más variadas formas de lucha aspiramos a lograr la paz para Colombia.
En esa dirección apunta la importante y significativa reunión de los máximos comandantes del ELN y la FARC-EP efectuada este año.
Unidos lograremos cerrar el paso a los enemigos de la paz y a quienes buscan utilizarla como bandera para su aspiración reeleccionista.
Por esta razón saludamos y alentamos los esfuerzos que distintos sectores sociales y políticos vienen haciendo por la conformación de un gran movimiento nacional por la paz, la justicia social, la democracia real y la soberanía; por la integración de un bloque alternativo en capacidad de disputar el poder a la oligarquía guerrerista y vende patria; por un nuevo gobierno de mayorías realmente democrático y patriótico, que no sienta temor a estampar sobre el tratado de paz el sello indeleble de una asamblea nacional constituyente.
Por nuestra parte, como lo testifican la reciente declaratoria unilateral de cese al fuego y las centenares de propuestas llevadas a la Mesa de La Habana, seguiremos realizando todos los esfuerzos necesarios para concretar la paz con justicia social. Es el compromiso legado por los fundadores de las FARC Ejército del Pueblo.
SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP
Montañas de Colombia, diciembre de 2013.