|
Las mentiras humanas se exportan al Cosmos |
"Todo degenera en manos del hombre"
Jean-Jacques Rousseau
¿Sera verdad lo que dijo el filósofo francés?
Mirándo lo que ocurre en ésta Tierra
...tememos que llevaba mucha razón.
"We came in peace for all mankind".
"Venimos en paz por toda la humanidad"
Una frase muy bella y hermosa,
que duda cabe.
El hombre es un nato creador de frases lindas,
que, naturalmente, a todos nos gustan.
Creador de piropos que nos tiramos
a nosotros mismos para tratar
de suavizar --inútilmente--
las obvias patrañas bajo las que vivimos.
¡...Y se nos hace tan fácil creer en ellas...!
Son como balsamos terapéuticos
que, de momento, curan nuestras heridas.
Nos curamos engañándonos,
con los cuentos que nos contamos.
Pero cómo siempre ocurre, claro está
--no pretendemos descubrir nada nuevo con ello--,
esos enunciados tan pomposos y florales
son cubetas vacías sin real contenido significativo.
Y es lo que nos dice la realidad,
no lo decimos nosotros.
Y para comprobarlo sólo tenemos que mirar aqui,
en la Tierra.
Y para comprobarlo sólo tenemos que mirar
el país del que venían esos hombres,
la firma del presidente de la nación
cuya bandera clavaron en la Luna.
¿Fue éste el país que puso un pie en la Luna
"...in peace for all mankind"?
Esta fue la "paz" que Nixon transfirió
a la Luna desde la Tierra:
LA “DOCTRINA NIXON”
1969:
Con el apoyo del entonces recién electo presidente republicano Richard M. Nixon (1969-1976) y de la Marina de guerra estadounidense, la Royal Dutch Army de Holanda desembarcó más de mil paracaidistas con vistas a sofocar una poderosa sublevación popular, encabezada por el recién constituido Frente Obrero y de Liberación de Curazao. Simultáneamente, la Casa Blanca comenzó a desarrollar diversas estrategias –incluidas la aplicación de sanciones económicas— contra los gobiernos militares nacionalistas de Perú y Panamá, liderados desde el año precedente, por el general Juan Velasco Alvarado y por el teniente coronel Omar Torrijos, respectivamente.
A la par, Nixon y su entonces jefe del Consejo Nacional de Seguridad, Henry Kissinger, organizaron un viaje por Suramérica del multimillonario y otrora Coordinador de la Oficina de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado, Nelson Rockefeller; quien elaboró un informe donde propuso el “reforzamiento del sistema de “seguridad colectiva” del Hemisferio Occidental y de la OEA. También recomendó estrechar los vínculos de Estados Unidos con los círculos militares de América Latina y fortalecer “los esfuerzos propios” que estaban desarrollando algunos gobiernos latinoamericanos y caribeños para “conjurar la revolución social”. Se sentaron así algunos de los pilares de la “Doctrina Nixon”. En oposición a las intervenciones militares, más o menos directas, ejecutadas por sus predecesores, esta pretendía “latinoamericanizar” la represión en el Hemisferio Occidental.
1970:
Con vistas a tratar de frustrar la victoria electoral del candidato de la Unidad Popular chilena,
Salvador Allende, la
CIA emprendió diversas acciones (incluido el alevoso asesinato del entonces jefe del ejército, general René Schneider) dirigidas a provocar una crisis institucional que propiciara un golpe de Estado. Ante la decisión del Congreso chileno de ratificar la victoria electoral de Allende, la administración
Nixon –junto a las fuerzas más reaccionarias de la sociedad chilena— emprendió un sistemático plan de desestabilización económica, política y militar de ese gobierno popular.
Paralelamente, la Casa Blanca y el gobierno del Reino Unido respaldaron las draconianas medidas represivas emprendidas por el premier Eric Williams (1962-1981) con vistas a sofocar, a sangre y fuego, el violento estallido popular encabezado por el National Joint Action Committee en Trinidad y Tobago. Tal represión se produjo bajo la mirada cómplice de las fuerzas militares estadounidenses acantonadas en la base militar de Chaguaramas, instalada en esa nación caribeña desde la Segunda Guerra Mundial.
1971:
Con el respaldo de la Casa Blanca, de la Embajada estadounidense en La Paz, así como de las dictaduras militares de
Brasil y de
Argentina, los sectores más reaccionarios de las fuerzas armadas y de las clases dominantes bolivianas desencadenaron un sangriento golpe de Estado contra el gobierno del general
Juan José Torres (1970-1971), quien –con el respaldo y la presión del movimiento popular— encabezó un nuevo intento cívico-militar por actualizar y llevar a vías de hecho los principales postulados democráticos y nacionalistas de la traicionada Revolución boliviana de 1952. Como consecuencia de ello se instauró la sanguinaria dictadura terrorista del general
Hugo Banzer Suárez (1971-1979).
Posteriormente, se develó un nuevo (y frustrado) plan de la
CIA con vistas a asesinar al presidente cubano Fidel Castro durante las visitas oficiales realizadas a
Chile,
Perú y
Ecuador. Igualmente, se conocieron nuevos detalles de los planes desarrollados por el gobierno y por algunas empresas transnacionales norteamericanas –como la International Telephone and Telegraph (ITT)— dirigidas a crear las condiciones político-militares que, dos años más tarde, le permitieron derrocar violentamente al gobierno popular de
Salvador Allende.
Luego de la muerte por causas naturales de
François Duvalier, y con el apoyo de la Casa Blanca, asumió el gobierno de
Haití su hijo
Jean-Claude Duvalier (Baby Doc); quien en ese momento sólo tenia 19 años de edad. Continuó así, hasta 1986, el régimen terrorista instaurado en ese país desde 1957.
1972:
El establishment de la política exterior y de seguridad de
Estados Unidos, la Junta Interamericana de Defensa (radicada en Washington) y las sanguinarias dictaduras de
Guatemala y
Nicaragua se implicaron de manera directa en la cruenta derrota de la sublevación popular –respaldada por el
Movimiento de Jóvenes Militares— que estalló en
El Salvador como reacción ante el descarado fraude electoral contra el candidato de la Unión Nacional Opositora, Napoleón Duarte, protagonizado por el testaferro de la oligarquía salvadoreña, coronel Armando Molina.
Luego de esos sangrientos acontecimientos, en las siguientes dos décadas, una nueva ola de “terror blanco” estremeció a El Salvador.
Paralelamente la Casa Blanca mantuvo su respaldo al régimen de terror instalado en Guatemala tanto por el gobierno del Dr. Julio César Méndez Montenegro (1996-1970), como por el general Carlos Arana Osorio (1970-1974). Este último aplicó una estrategia genocida en las zonas indígenas donde operaban las principales organizaciones guerrilleras guatemaltecas. Igual –con el respaldo de la
CIA— emprendió una brutal represión en las principales ciudades del país.
1973:
Con la participación de la Casa Blanca, del Pentágono, de la
CIA, al igual que de la ITT, la Braden Cupper Corporation y de otros monopolios norteamericanos, así como antecedido por el férreo bloqueo de los organismos financieros internacionales (FMI, BM) e interamericanos (BID), fue derrocado y asesinado el presidente constitucional chileno
Salvador Allende. Se inició así el prolongado régimen de terror instaurado por la dictadura militar fascista (1973-1990) del general
Augusto Pinochet.
Previamente, con el respaldo de los
Estados Unidos y de las “dictaduras de seguridad nacional” instauradas en
Brasil y
Paraguay, se institucionalizó en
Uruguay la dictadura terrorista del general Juan María Bordaberry (1971-1976).
Al mismo tiempo, con el contubernio de la Embajada norteamericana en Buenos Aires y de los regímenes de seguridad nacional antes referidos, comenzaron a formarse los primeros grupos terroristas –como la Alianza Anticomunista
Argentina—, que mediante la eliminación física, individual o colectiva de importantes cuadros y activistas de las organizaciones de izquierda –peronistas y no peronistas— comenzaron a desestabilizar al recién instaurado “gobierno Cámpora-Perón”.
A su vez, la Casa Blanca y su poderosa misión militar en
República Dominicana respaldaron la decisión del segundo gobierno “constitucional” de Joaquín Balaguer (1970-1974) de asesinar, a sangre fría, al líder constitucionalista Francisco Caamaño Deñó y a sus principales seguidores. Estos habían desembarcado en ese país con vistas a iniciar la lucha armada guerrillera.
Paralelamente, con el respaldo de los imperialismos anglosajones el gobierno colonial de
Granada, encabezado por el dictador Eric Gairy, emprendió una draconiana represión contra los luchas por la verdadera independencia de esa pequeña isla caribeña; entre ellas, el ametrallamiento de una pacífica manifestación popular que pasó a la historia de ese país como “el domingo sangriento”.
1974:
Como parte de su política de agresiones económicas hacia el continente, la Casa Blanca promulgó una nueva Ley del Comercio, de cuyos beneficios quedaron excluidos
Venezuela y
Ecuador por ser integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Asimismo, amenazó con represalias parecidas a los demás países del continente (
Perú,
Panamá, Ecuador, Jamaica,
Guyana,...) que, por aquellos años, se integraron a diversas organizaciones internacionales dirigidas a defender los precios de sus principales productos de exportación, por ejemplo, el banano, el cobre, el estaño, la bauxita y el petróleo.
A su vez, luego de la muerte de
Juan Domingo Perón (1ro de julio de 1974), el agente de la
CIA José López Rega, entonces Ministro de Bienestar Social del débil gobierno de Isabel Martínez (1974-1976), emprendió una oleada de acciones terroristas contra el movimiento popular. A la vez, comenzó a conspirar con el sanguinario y corrupto Jefe de la Marina de guerra, almirante Emilio Massera, con vistas a producir un “golpe blanco” o un nuevo “pronunciamiento militar”.
Paralelamente, como respuesta a la ola de huelgas que sacudieron al país en los dos años precedentes, el gobernador colonial de
Puerto Rico, Rafael Hernández Colón (1973-1977), emprendió –con el apoyo de la administración de
Gerald Ford (1974-1977), del
FBI y de la Guardia Nacional—una brutal política represiva contra el moviendo popular y contra las principales organizaciones independentistas.
1975:
Según se ha documentado, desde este año el ya Secretario de Estado
Henry Kissinger (1973-1977) fue informado por el Embajador norteamericano en Buenos Aires, Robert Hill, de que en
Argentina se estaba preparando un nuevo golpe militar que –por su crueldad— implicaría graves violaciones a los derechos humanos. Paralelamente, el almirante Emilio Massera comenzó a entrenar en
Estados Unidos a efectivas de la Marina en técnicas de contrainsurgencia y el entonces Jefe del Ejército, general
Jorge Videla, viajó a West Point, Estados Unidos. También participó en la reunión de Jefes de Ejércitos Latinoamericanos –organizada por la JID y efectuada en Montevideo— con el propósito de construir las alianzas internacionales que facilitan la coordinación de la actividad represiva con el SOUTHCOM y con las dictaduras terroristas ya entronizadas en
Bolivia,
Brasil,
Chile,
El Salvador,
Guatemala,
Honduras,
Nicaragua,
Paraguay y
Uruguay.
Paralelamente, en
Perú se produjo un “golpe blanco” contra el ya enfermo general y presidente
Juan Velasco Alvarado (1968-1975). Este fue sustituido por el también general Francisco Morales Bermúdez, quien de inmediato y favorecido por las recomendaciones del Departamento del Tesoro de
Estados Unidos, firmó diversos acuerdos “neoliberales” con el FMI que rápidamente erosionaron el ímpetu popular y nacionalista del movimiento militar que se había iniciado en 1968. En consecuencia, durante su mandato (1975-1980) tuvo que emprender violentas medidas represivas contra el movimiento popular.
En ese contexto, con el consentimiento de los servicios especiales estadounidenses, se estructuraron las llamadas “Operación Murciélago” y “
Operación Cóndor” mediante las cuales las dictaduras militares de Argentina,
Brasil,
Bolivia,
Chile,
Uruguay y
Paraguay se coligaron para desarrollar una de las más sádicas “cacerías” de que han sido víctimas prominentes dirigentes populares y revolucionarios del continente.
A esa “multinacional de la represión y el terror” —encabezada por los dictadores de
Chile y Paraguay,
Augusto Pinochet y
Alfredo Stroessner, respectivamente— también se vincularon la dictadura de Eric Gairy en
Granada, las principales dictaduras militares centroamericanas y algunas organizaciones contrarrevolucionarias de origen cubano, amamantadas por el establishment de seguridad de
Estados Unidos. Éstas, guiadas por la consigna de llevar “la guerra contra
Cuba a todos los rincones del mundo”, realizaron más de 279 acciones terroristas contra diversos objetivos civiles en Europa occidental, América Latina y el Caribe; entre ellas, la sádica voladura en pleno vuelo de un avión civil de la compañía Cubana de Aviación que cumplía su ruta comercial entre diferentes islas del Caribe el 6 de octubre de 1976.
¿Fue ésta la "paz" que firmó Nixon y los tres astronautas en la placa conmemorativa que dejaron en la Luna?