Pasó unos días después del 12 de Octubre de 1492.
Es una história no contada.
Al tocar las carabelas la tierra americana,
los nativos se dieron cuenta
de que se les tendría que preparar una trampa,
pués intuyeron rápidamente la catástrofe que se avecinada.
Al más ingenioso se le ocurrió una ídea
que pronto la llevaron a la práctica:
consistía en la treta
de conducir las carabelas a una cascada,
río adentro,
diciéndoles que por allí encontrarían
las riquezas que buscaban.
Y dicho y hecho.
Tapuc-Anak, el autor del plan,
fué de guía con ellos.
Cinco minutos antes de la cascada,
se arrojó al gua.
Buen nadador, pronto alcanzó la orilla
y, desde allí, eufórico,
contempló una historia nunca contada.
Pero poco duró la eufória.
Arrastradas por la corriente,
entre los improperios y maldiciones de los españoles,
las carabelas cayeron al abismo de agua.
Pero no fué suficiente la altura
para completamente destrozarlas.
Días después, cuando Tapuc-Anak
y su pueblo se enteraron de la desgracia,
tarde ya por no haberlos
atacado al píe de la catarata,
los españoles, reagrupados los sobrevivientes,
llegaron a la tribu
que les había preparado la trampa,
y, con sus arcabuces y espadas,
masacraron al entero pueblo,
repararon las carabelas
y continuaron su sanguinaria marcha
para completar ese "encuentro de dos culturas"
que se escapó, de milagro,
de aquella Gran Trampa,
de aquella história no contada.
