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PEDRO SANCHEZ RECULA ANTE EL FASCISMO

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ESTE "GAZA" LLEGA DEL CIELO POR LOS MISMOS QUE LO HACEN LLEGAR DESDE TIERRA

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ESTE ES EL CUADRO DE HIENAS Y CHACALES DE LA "CIVILIZACION OCCIDENTAL" POR EL QUE VOTAN LAS GENTES:


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LAS NEUROCIENCIAS ATACAN LA LUCHA DE CLASES

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ESPAÑA: EL GRAN HISTORICIDIO

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EL PAPA 'FRANCISCO' SE CONFIESA

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BOTELLAS HECHAS DE OTRAS BOTELLAS, HUMANOS HECHOS DE OTROS HUMANOS

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LOS DERECHOS HUMANOS BAJO LOS ESCOMBROS ESTAN MAS DERECHOS

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ISRAEL ATACA EL CONSULADO DE IRAN EN DAMASCO

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EL TERRORISMO IMPERIALISTA ACERCANDONOS AL ABISMO-Pinchar en la Imagen y SCROLL DOWN

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ATILIO BORÓN ANALIZA LAS ELECCIONES EN RUSIA SACANDONOS DEL BURDO ENGAÑO


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SI OMITIERAMOS ESTOS HORROROSOS CRIMENES, PARTICIPARIAMOS EN ELLOS, "PARTICEPS CRIMIS"

"NOT FOUND"... ¡MENTIRA!...ES QUE NO QUEREIS QUE VEAMOS EL INFINITO DOLOR QUE ESTAIS CAUSANDO! ARRIBA, PINCHAR EN ESTO: pic.twitter.com/XGlL5BYLTt Y DESPUES: View

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GAZA: ARCOIRIS APAGADO: LA LUZ HAN ASESINADO

¿Quedará todo Impune y nunca más podrán los pájaros volar? "Facit indignation versum"

FREE WORLD TOUR AND COLLAGE

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EL GRAN INFANTICIDIO

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AL GRANO: THE "AMERICAN LEADERSHIP" TIENE QUE SER PARADO O "LOS DAÑOS COLATERALES" SERAN EL COLAPSO

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LOS DAÑOS COLATERALES DE UNA GUERRA NUCLEAR SON LA HUMANIDAD


Fidel leyéndoselo a Michel Chossudovsky cuándo se entrevistaron en La Habana en el 2010

...¿SOMOS AUN CURABLES? NO, POR ESTO:

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¿DONDE EMPIEZA AUSCHWITZ? RESPUESTA: EN GAZA

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POR QUÉ ASESINÓ EL FRANQUISMO A LORCA

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"La situación del capitalismo hoy en día no es solamente una cuestión de crisis económica y política, sino UNA CATASTROFE DE LA ESENCIA HUMANA que condena, meramente, cada reforma económica y política a la futilidad e incondicionalmente DEMANDA UNA TOTAL REVOLUCION" Herbert Marcuse, 1932 (Acotado de: "Marx, Freud, and the Critique of Everyday Life", Bruce Brown; p. 14.) ¿Qué hubiese dicho hoy, 89 años después?

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¿HACIA LA IZQUIERDA O HACIA EL "SPREADING FREEDOM AROUND THE WORLD" DE LA DERECHA?




"UN SISTEMA ECONÓMICO CRUEL


AL QUE PRONTO HABRÁ

QUE CORTARLE EL CUELLO"

Federico García Lorca ('Poeta en Nueva York')

¡ QUÉ GRAN VERDAD !
PORQUE FUÉ ESE MISMO
SISTEMA ECONÓMICO CRUEL,
PRECISAMENTE,
¡ EL QUE LE CORTÓ EL CUELLO A ÉL !


Saturday, March 4, 2023

EL GENIALMENTE DESORIENTADO MONO VESTIDO Y SEXOMANO. EL FRACASO DE LA ANTROPOLOGIA MARXISTA. MARX-ENGELS VERSUS OSCAR KISS MAERTH

                                                                                                                                          

 

                                                                                             
 
II. El Fracaso de una Teoría.

El hombre ha admitido que sus antepasados fueron monos antropoides. Intenta explicar su origen mediante la teoría de la evolución natural. Sin embargo, la evolución humana está en contradicción con el orden cósmico. Fue puesta en marcha mediante una acción pecaminosa (1) del propio hombre y dio lugar a un cerebro hiper-desarrollado y mórbido, así como a fenómenos físicos de carencias que amenazan la existencia del hombre.

Son abrumadoras las pruebas de que el hombre procede del mono o bien de seres parecidos al mono, como se prefiera expresarlo. Especialmente en las dos últimas décadas se han descubierto tantos restos óseos de hombres prehistóricos, que se ha podido establecer una cadena ininterrumpida que llega hasta más de un millón de años antes de nuestra época.

Cuanto más antiguos son tales restos, más desaparecen las formas humanas en favor de las características del mono. Unas investigaciones fidedignas han determinado el momento en el que tuvo lugar el proceso de la formación del hombre. Se efectuó hace más de un millón de años y en todo caso hace más de 700.000 años. El hecho es que hace unos 400.000 años el ser humano ya tenía un aspecto externo semejante al del hombre actual. Ello significa que el proceso evolutivo excepcional del mono al hombre tuvo lugar en un espacio de tiempo de extraordinaria brevedad, desde el punto de vista biológico, cuyas verdaderas razones no han sido establecidas hasta ahora, cosa que la misma ciencia admite.

Pero más que la cuestión sobre el momento en que se inició el proceso de hominización, es importante la cuestión sobre el cómo y el porqué de dicho proceso. Otra pregunta: ¿Dónde están los restos óseos de aquellos monos, de los que más tarde surgió el hombre? Si bien han sido encontradas cantidades suficientes de restos óseos de monos, en los que puede reconocerse el proceso de formación del hombre, no se ha encontrado ni un solo resto óseo del cual se pueda afirmar con seguridad que se trataba de los antecesores de los hombres.

La mayor parte de los hallazgos de huesos de seres con rasgos humanos y fabricadores de utensilios proceden del Sureste de África, ante todo del desfiladero de Oldoway. En aquel mismo lugar se encontraron más tarde restos de aquellas mismas razas, pero cuyos cráneos, estructura ósea, mandíbulas y dientes ofrecían pequeñas variaciones: restos de monos que todavía no había niniciado el proceso de hominización, es decir, que todavía no fabricaban utensilios.De forma aparentemente lógica, se dedujo que tales monos habían vivido unos centenares de miles de años antes y eran los primitivos predecesores de los antropoides fabricadores de utensilios.

Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula cuando, con ayuda de pruebas evidentes, hubo que admitir que tanto los seres productores de utensilios como sus supuestos antepasados, que todavía no los fabricaban, no sólo habían vivido en el mismo lugar, sino también al mismo tiempo. Esto está en clara contradicción con la tesis de una evolución natural. Porque si una raza de monos inicia por un motivo natural un proceso evolutivo en dirección al hombre, entonces todos los miembros de esa raza que en determinado momento viven en el mismo lugar geográfico han de estar sometidos al mismo proceso. Esto no concuerda con la evolución natural y es el que una parte de esta raza inicie de repente una carrera de bólido hacia la formacióndel hombre, adquiriendo inteligencia y facultades para la producción de utensilios, mientras que la otra parte, que vive al mismo tiempo y en el mismo lugar, continue siendo mono y se limita a contemplar con asombro la evolución de los demás.

Lo sorprendente es que aquellos seres que no fabricaban utensilios desaparecieron sin rastro alguno, mientras que los fabricadores de los mismos continuaron evolucionando. ¿Se extinguieron acaso por no ser lo suficientemente inteligentes para mantenerse con vida? ¿Es preciso convertirse en ser humano para no extinguirse? ¿Cómo es posible que no se hayan extinguido otras razas de monos, como los chimpancés, gorilas y orangutanes? Luego se produjeron otras complicaciones de tipo semejante, que todavía aumentaron la confusión. 

También en el Sureste de Asia, en especial en la isla de Java, se han encontrado restos óseos de otra raza de monos, que muestra a su vez los rasgos de la génesis del hombre y que igualmente fabricaban utensilios.Y también allí fueron encontrados restos de unos monos muy parecidos a los que no producían utensilios. Se supuso también en esta ocasión que se trataba de los antepasados de los monos fabricadores de utensilios. También en el presente caso quedó demostrado de nuevo que, tanto los antropoides fabricadores de utensilios como sus pretendidos antepasados, vivieron en el mismo lugar y al mismo tiempo

Y aquellos que no estaban capacitados para la producción de utensilios, desaparecieron en brevísimo plazo. En otras palabras: el enigma de África se repitió en el Sureste de Asia. Lo más sorprendente, sin embargo, es que los homínidos africanos y los de Java eran racialmente distintos y, por añadidura, entre ambos grupos se hallaba el Océano índico con una extensión de varios miles de kilómetros. ¿Es posible que el milagro de la formación del hombre — cuyas causas no han sido descubiertas aún— haya podido producirse dos veces? ¿Es posible que haya podido producirse al mismo tiempo y en dos puntos muy alejados entre sí? ¿Es posible que haya podido tener lugar a partir de dos razas de simios no emparentadas?

¿Cómo es posible que dos razas tan distintas pudieran evolucionar de forma paralela y en el mismo sentido hacia la formación del homo sapiens? Y ante todo: ¿Cómo es posible que en ambos puntos geográficos las dos razas antropomorfas convivieran subdivididas en dos grupos y en un mismo lugar, continuando una de las partes en un claro estado de simio, mientras que la otra parte había emprendido ya el camino hacia la hominización y se dedicaba a producir herramientas? 

Los científicos no son capaces de explicar todos estos sorprendentes fenómenos. Y puesto que todo ello va en contra de la evolución natural que se empeñan en demostrar, se limitan a callar. Los científicos miden con gran afán huesos y dientes y estudian los más mínimos detalles, pero siempre pasan por alto los fenómenos decisivos cuando éstos parecen contradecir la teoría de la evolución natural y no pueden integrarse en el concepto prefabricado.

He aquí la cuestión decisiva del proceso evolutivo desde el simio al hombre: ¿Cuáles fueron las causas que originaron el proceso de hominización y por qué no actuaron también sobre todos los demás monos antropomorfos que vivían en los mismos - lugares y al mismo tiempo que los antepasados simios del hombre? 

La historia evolutiva de todas las razas de monos antropomorfos la conocemos gracias a los numerosos hallazgos, que nos llevan hasta unos 20 millones de años antes de nuestros días. Sabemos que tanto su constitución como su forma de vida eran muy parecidas y que, en el curso de millones de años, sufrieron lentísimos cambios en el marco de una evolución natural, sin que una sola de esas razas se entregara a un progreso dramático. Sabemos también que, hace un millón de años, todas las razas de monos antropomorfos poseían aproximadamente el mismo contenido craneal, de 400 a500 cm. cúbicos. No existía entre ellos ninguna raza superior con capacidades extraordinarias. El grado de inteligencia era casi el mismo en todas esas razas y era suficiente para cumplir con las condiciones básicas de una sana subsistencia.

Todas las razas de monos antropomorfos que todavía viven en la actualidad (chimpancés, gorilas y orangutanes) siguen detenidos en el mismo nivel evolutivo en el que se encontraban hace un millón de años. En el marco de la evolución natural han estado sujetos a un proceso tan lento como el de los precedentes veinte millones de años. Desde hace un millón de años, el contenido de sus cráneos sólo ha aumentado un 5% y lo mismo se podría afirmar de su inteligencia. Sólo ha habido una excepción, inexplicable hasta el momento: hace un millón de años, una especie de mono antropomorfo, cuya identidad no ha podido ser establecida, emprendió un rápido camino de avance.  El cerebro y la inteligenciade esos simios aumentó con una velocidad única e incomparable en toda la historia natural. Mientras que el cerebro de esta raza aumentó en este último millón de años desde 400 cm cúbicos hasta un promedio de 1400 cm cúbicos, su inteligencia
y memoria se incrementaron 100 o quizás 1000 veces. 

También esta enorme diferencia entre el aumento del cerebro y el de la inteligencia es un fenómeno único en la naturaleza, en clara contradicción con todas las reglas de unaevolución natural. Con razón se le considera como un fenómeno enigmático de la naturaleza, por lo que es muy comprensible que el hombre intente descifrar este milagro que le acaeció a él mismo.

Por ello es comprensible que el hombre quiera considerar natural la citada evolución. Cuando lo logre, no sólo podrá calificar de naturales todos sus actos y metas, esto es, acordes con el orden divino, sino que también podrá eliminar de paso sus crecientes dudas sobre la justificación de sus actos y aspiraciones, que él llama progreso. 

También los científicos intentan describir por todos los medios este fenómeno único como una evolución natural. Al hacerlo, actúan más bien bajo la presión del subconsciente que por un pensamiento consciente e imparcial. Esta tendencia recibe el apoyo de los teólogos de las diferentes iglesias, las cuales intentan desesperadamente fusionar la tesis de una evolución natural del mono a hombre con los dogmas religiosos, con el fin de que puedan subsistir la voluntad divina y, en consecuencia, el papel extraordinario del hombre.

Los científicos y las iglesias reciben también el apoyo de las llamadas instituciones oficiales. Así, pueden proclamar sin protesta alguna las mayores estupideces, mientras estén condimentadas con el suficiente número de incomprensibles extranjerismos, que suenen a lenguaje científico y demuestren una evolución natural. Bajo la influencia de todas estas circunstancias nació la teoría universalmente aceptada sobre el origen del hombre, tan popular como ingenua. Según ella, los antepasados del hombre eran monos antropomorfos. Vivían en la selva, en el mismo lugar donde también vivían sus más próximos parientes, los monos antropomorfos existentes todavía hoy en día. Debido a un cambio climático, la selva desapareció y se convirtió en estepa. En este nuevo ambiente, nuestros antepasados se vieron expuestos a numerosos peligros nuevos, para los cuales no estaban preparados. Entre los altos matorrales acechaban las fieras, pero incluso su diario alimento estaba oculto por las hierbas. Esta circunstancia les obligó a alzarse sobre sus patas traseras y caminar erguidos. De esta forma, lograron avistar con la suficiente antelación a sus enemigos ocultos entre los matorrales. Y, así, también les fue posible encontrar con mayor facilidad los alimentos que precisaban para su sustento. Incluso pudieron correr con mayor rapidez cuando alguna fiera salvaje les perseguía o cuando ellos mismos querían cobrar una pieza. Una vez estos seres hubieron aprendido el modo de mantenerse erguidos y caminar sobre las patas traseras, se dieron cuenta de que les quedaban libres las manos. Ello les confirió la posibilidad de agarrar con ellas las cosas, examinarlas y observarlas, además de manipularlas. Aprendieron el pensamiento abstracto y comenzaron a transformar los objetos para adecuarlo
a sus necesidades. De esta forma, elaboraron los primeros utensilios y armas que, aunque primitivos, les confirieron una superioridad frente a los animales. Se transformaron en cazadores, lo cual les permitió una mejor alimentación y cubrir sus cuerpos con la piel de las bestias. La utilización de herramientas y armas les dio nuevas ideas e inspiraciones, incrementó su capacidad mental, yasí pudieron construir utensilios cada vez más complicados. 

Con la crecienteinteligencia también aumentaba su sentimiento de responsabilidad social, quedio lugar, poco a poco, a la familia. Debido a las crecientes exigencias, que cambiaban cada vez que lograban mejoras en sus formas de vida, se vieron obligados a resolver constantemente nuevos problemas. Y ello les llevó, a suvez, a la ampliación de su inteligencia y a hacer nuevos descubrimientos. Todo este proceso tuvo lugar a modo de reacción en cadena, que es el progreso en sí.

A ello había que añadir los usuales factores de evolución, tales como la selección natural y la adaptación a las exigencias del medio ambiente, que permitieron que el hombre fuera cada vez más inteligente, sano y moralmente responsable y mejor.

Este proceso, ideado «científicamente», había de demostrar al mundo que, apartir de un simio física y anímicamente sano había surgido el homo sapiens, mucho más evolucionado moralmente, capaz de aniquilar a sus congéneres conla bomba atómica y de disparar cohetes contra otros cuerpos celestes.

La teoría es una sarta de contradicciones, más fácil de rebatir que de inventar. Y es aún más fácil creer que Dios, creador del universo y de todos los de más seres vivos por obra de su magia instantánea, tuvo que formar al hombre personalmente con un trozo de tierra, dado que sus formidables artes ya se habían agotado.

Es seguro que los antepasados simios del hombre vivieron en la selva, pero no solos, sino con otros monos antropomorfos parecidos, que todavía siguen viviendo hoy en día en estas selvas. Si la selva hubiera desaparecido por razones climatológicas, no sólo habría desaparecido para aquellos simios que luego se transformarían en seres humanos, sino también para todas las demás razas de monos que vivían allí.

Y entonces todos ellos, incluso los chimpancés, gorilas y orangutanes, se encontrarían trasplantados a la estepa. Y si alguna raza de simios se hubiera visto obligada a erguirse sobre las patas traseras, ya fuera por miedo ante las fieras o para poder alimentarse mejor, ¿por qué no siguieron el mismo proceso todos los demás monos? ¿Sólo hubo una raza que fuera tan temerosa y tan inteligente? Si el caminar erguido era una forma de movimiento de importancia vital, no aprendida por los demás monos, ¿por qué no fueron exterminados éstos por las fieras y por qué no se extinguieron por inanición, puesto que es lógico suponer que también su alimento quedaba oculto por los altos matorrales?

¿Qué hierbas han sido plantadas aquí por los científicos? ¿Alguna, hierba que tenga exactamente la altura de los ojos de un mono antropomorfo erguidos sobre sus patas traseras? Como se sabe, la altura de los monos antropomorfos oscila entre 1 m. y 1,60 m. Por consiguiente, esa hierba ideal habría tenido que adaptarse siempre a la altura de los ojos de las respectivas razas de simios, porque de lo contrario no habría tenido ningún sentido el que caminaran erguidos. Y todo aquel que haya visto alguna vez una estepa, sabrá que esta estepa milagrosa sólo existe en la fantasía de ciertos científicos. Por cierto que, según esta misma teoría, todos los demás bosques habrían tenido que desaparecer también, porque de lo contrario los monos se habrían retirado de ellos, con lo cual no podría seguirse adelante con la teoría de la evolución natural. De hecho, durante los últimos millones de años se sucedieron numerosos períodos de lluvia y de sequía, pero nunca murieron todas las selvas. Incluso durante los períodos más secos, siempre hubo en la tierra más selvas que estepas, por lo que todos los monos habrían podido retirarse a las zonas boscosas subsistentes, con el fin de proseguir allí su ritmo de vida habitual.

¿Cómo es posible que eso lo hicieran todos los monos antropomorfos, a excepción de aquella raza de la cual había de surgir más tarde el hombre? ¿Acaso una única raza de monos prefirió vivir en una estepa reseca durante uno de esos supuestos períodos de sequía, para alimentarse allí bajo unos peligros mucho mayores que lo normal? ¿O acaso, precisamente, el futuro homo sapiens no era lo suficientemente inteligente para retirarse a los bosques? ¿Es posible que la vida esteparia pudiera ofrecer algunas ventajas que fueran capaces de atraer a determinada raza de simios hacia las estepas? ¿Cómo es que los demás monos antropomorfos no hicieron uso de ello? ¿Es posible que en las selvas surgieran de pronto determinados peligros que impulsaran a ciertos monos a huir de la selva para poder subsistir? Y en este caso, ¿por qué los demás monos que permanecieron en la selvas siguieron con vida?  Incluso hay científicos que llegan a afirmar que el hombre, gracias al hecho de caminar erguido, es capaz de correr más rápido. Sería interesante que aquellos que afirman esto se vieran perseguidos alguna vez por un gorila enfurecido. Con las experiencias obtenidas así, se verían obligados a cambiar el texto de sus obras. 

Tales científicos también silencian el hecho de que, debido al hecho de caminar erguido, el hombre ha perdido también la capacidad de trepar a los árboles. Si fuera verdad que aprendió a caminar derecho por miedo a las fieras, habrá que admitir que aprendió algo equivocado para olvidarse de algo necesario.

Todavía hoy en día, el hombre trepa penosamente a los árboles cuando es atacado por un jabalí, un rinoceronte o un león, y daría mucho por poder hacerlo mejor y más rápido. Si el hombre perdió la citada capacidad precisamente en el momento en que más la necesitaba, no nos hallamos ante una evolución natural, ante un progreso, sino ante un claro retroceso.  Pero, como es de suponer, esta evidente pérdida de facultades tenía que ser declarada como progreso para poder coincidir con la teoría de la evolución natural. Ya el mismo arranque de la teoría oficial de la evolución resulta completamente insostenible. 

Para esta teoría ideal, los científicos tuvieron que inventar una estepa-fantasma. También tuvieron que proyectar un mono incapaz de encontrar el camino hacia las selvas, obligado a encontrar entre los altos matorrales una piedra para fabricar con ella, a pesar de su alimentación vegetariana, un hacha capaz de matar a un cebra. Con una extraordinaria fantasía, tales científicos logran incluso que todos aquellos monos que habían de continuar siendo monos, permanecieran en las selvas. ¿Qué relación existe entre las manos libres y el aumento de la inteligencia? 

Sabemos que los monos homínidos estaban acostumbrados a una vida preponderantemente selvática y que todos ellos, incluso los antepasados del hombre, tenían manos con las cuales podían agarrar objetos y manipularlos. Sabemos también que, al igual que hoy, el 70% del tiempo lo pasaban en posición sentada, en la que las manos quedaban libres. Ni un solo mono necesitaba erguirse sobre las patas traseras para tomar en sus manos algúno bjeto. Muy al contrario: cuando se ponen de pie, se ven precisados a apoyarse sobre los brazos, con lo que se ven imposibilitados a llevar algo en la mano. Sabemos igualmente que los monos son animales curiosos, que toman en sus manos numerosos objetos para observarlos, haciéndolo casi siempre sentados. Su habilidad manual es tan enorme, que incluso son capaces de capturar y matar pulgas. Y, si tuvieran la inteligencia necesaria, todos ellos podrían convertirse en relojeros. 

Para darse cuenta de esta realidad, no es preciso graduarse en ninguna universidad, sino que es suficiente acudir durante una sola hora a un parque zoológico. A pesar de poseer unas manos tan diestras y completamente libres, durante los últimos veinte millones de años ni una sola raza de simios ha sentido el impulso de construir aunque sólo fuera el más elemental instrumento. Así pues, si hay quien afirma que las manos libres son el motivo para el aumento de la inteligencia y la fabricación de utensilios, ¿cómo es posible que todas estas posibilidades quedaran adormecidas durante 20 millones de años en todas las razas de monos? ¿Y por qué todavía siguen adormecidas en los actuales monos antropomorfos, que tienen todos ellos las manos libres? ¿Por qué el maravilloso efecto de las manos libres había de producirse hace sólo un millón de años y tan sólo en una única raza, que más tarde daría lugar al hombre? ¿Por qué no se produjo también en todos los demás monos antropomorfos, que hace un millón de años poseían exactamente el mismo volumen cerebral que los antepasados del hombre? ¿Por qué no imitaron por lo menos lo que vieron hacer a sus más próximos parientes?

¿Acaso es cierto que las manos libres no son suficientes para adquirir unas capacidades especiales para pensar, y que para esto también es imprescindible caminar erguido? No, tampoco esto es cierto. Si algún hombre o mono ha de realizar un trabajo psíquico mediante un proceso de concentración mental, intentará hacerlo sentado, puesto que entonces este proceso mental resulta mucho más fácil que al caminar o estando derecho. En efecto, estas dos últimas posturas gastan energías, que disminuyen la reserva energética del cuerpo y del cerebro, lo cual frena la capacidad para pensar. La mayor parte de las ideas del hombre, en especial las de mayor trascendencia, nacieron estando el individuo sentado o acostado.

Los monos gibbon también son antropomorfos. Pasan mucho tiempo sentados y, siempre que caminan, lo hacen erguidos, quedando sus manos completamente libres. A pesar de ello, su capacidad intelectual no es mayor que la de los gorilas, los cuales se ven obligados a apoyarse en los puños para poder caminar. Muy al contrario, estuvieron y siguen estando en el más bajo nivel de inteligencia de los monos antropomorfosDe aquí se deduce que las manos libres y la postura erguida al caminar, e incluso ambos fenómenos emparejados, no conducen a un incremento de lainteligencia. Una afirmación de este tipo es pura invención.

¿Qué dicen los científicos acerca de la caza y el consumo de carne? Todos los monos antropomorfos fueron y son exclusivamente herbívoros. Existen muy pocas especies de monos (la mayoría no antropomorfos) que ocasionalmentecomen gusanos, ratones y otros animales pequeños. También los antepasados del hombre fueron vegetarianos y sólo se convirtieron en carnívoros durante el proceso de transformación en ser humano. Esto ocurrió hace un millón deaños y, además, casi de golpe, sin mediar apenas un período de transición. 

La ciencia ve en ello una evolución natural y considera que la condición carnívora es un signo de inteligencia desarrollada e incluso de progreso, puesto que la carne procuraba al hombre un alimento más «fácil» y «mejor». Este cumplido lo agradecen especialmente los lobos y los gatos monteses, que ya eran carnívoros varios millones de años antes. ¿Qué significa el que el semi-hombre o semi-mono vegetariano lograra alimentarse «mejor» al convertirse en carnívoro? ¿Acaso no estaba suficientemente alimentado con anterioridad? En este caso, todos los demás monos también habrían estado subalimentados, y lo seguirían estando hoy, puesto que continúan siendo herbívoros. ¿Cómo es posible que todos los monos sean cien veces más sanos que cualquier raza humana, a excepción de aquellos que viven en los parques zoológicos? ¿O acaso todos los animales herbívoros se equivocan de alimentación por no ser lo suficientemente inteligentes para comer carne? ¿Es posible que una inteligencia superior necesariamente lleve consigo el comer carne? ¿Qué grado de inteligencia han de alcanzar para ello en el marco de una evolución natural? ¿Cuándo comenzarán las vacas a morder y los elefantes a comer carne? Y además, ¿por qué el comer carne se convirtió para los antepasados del hombre en una alimentación más fácil? ¿Desde cuándo resulta más fácil dar muerte a una gacela o a un bisonte que arrancar un fruto de un árbol? 

Está comprobado que todas las razas de animales herbívoros han podido solucionar todos sus problemas alimenticios sin tener que transformarse encarnívoros. ¿Acaso los antepasados del hombre no poseían la suficiente inteligencia para ello? En este caso, el proceso de transformación en seres carnívoros no fue consecuencia de su inteligencia, sino de su estupidez. ¿Ycómo es posible que precisamente los monos antropomorfos más tontos se hayan transformado en seres humanos? ¿Por qué se afirma que la transformación en seres carnívoros es un síntoma de inteligencia superior? 

Nunca hubo razones que obligaran a una raza de monos herbívoros aconvertirse en carnívora, cosa que afirman algunos científicos. En la tierra, la reserva de plantas siempre ha sido superior a la de animales y siempre hubo más animales herbívoros que carnívoros. Si no fuera así, hace tiempo que la tierra ya no estaría poblada por animal alguno. En la actualidad, la tierra está poblada por unos 3000 millones de seres humanos, quienes podrían alimentarse de forma completamente vegetariana, apesar de que ahora ha disminuido bastante la reserva de vegetación. 

Todavía hoy en día varios cientos de millones de seres humanos se alimentan de forma vegetariana, pero no porque sean menos inteligentes o no tengan a mano carne, sino porque han comprendido que la forma vegetariana de alimentación es la forma original que va unida a muchas ventajas

El cambio de alimentación se produjo en el hombre en el primer estadio de su evolución y en un espacio de tiempo brevísimo, de la noche a la mañana. Esto es un fenómeno totalmente innatural, que no tiene nada que ver con una evolución natural ni con una inteligencia superior. Todas las teorías citadas son altamente contradictorias y han sido presentadas bajo el manto de un dudoso vocabulario técnico a un público hambriento de la confirmación de su misión divina, pero que interiormente la pone cada vez más en duda.

Si todas las teorías son falsas, ¿cuál es la verdad? Si los investigadores no se hubieran limitado siempre a buscar las coincidencias entre el mono y el hombre, sino en fijarse en las diferencias más evidentes, seguramente habrían hecho mayores progresos. Pero en lugar de ello, siempre se alegran con desmesura cuando encuentran algo nuevo que el hombre y el mono tienen en común. Las diferencias físicas y mentales más características son las siguientes:

Los monos antropomorfos tienen todo el cuerpo cubierto de pelo, mientras que el hombre lo ha perdido en el proceso de su génesis. De esta forma se ha visto obligado a sustituirlo por una vestimenta artificial, pues de lo contrario no habría sobrevivido

(El trabajo surge por la necesidad de responder a estas perdidas evolutivas -como el pelo-; y como esto ocurre cuando ya la inteligencia tenia el suficiente nivel operativo para poder responder al problema, se fueron solucionando, en este caso trabajando en el curtido de pieles para cubrirse)

Las hembras de los mamíferos, inclusive de los monos antropomorfos, poseen un dispositivo adecuado para dar a conocer el período de su fertilidad. Durante este período el órgano sexual femenino aumenta y cambia de color, además de expeler una sustancia olorosa. El animal macho sólo se une con la hembra cuando es excitado por tales signos. También los antepasados del hombre poseían estos signos sexuales, que sin embargo desaparecieron durante el proceso de conversión en ser humano. El hombre y la mujer incluso pueden ser excitados sexualmente y unirse, aunque ésta ya no muestre los citados signos. 

Los monos antropomorfos eran y continúan siendo lo suficientemente inteligentes para realizar todas las tareas necesarias para la subsistencia. También los antepasados del hombre poseían una capacidad intelectual suficiente para ello. Pero en el último millón de años se ha producido un fabuloso incremento de su inteligencia, a pesar de que la naturaleza no haya plateado ninguna tarea nueva a los antepasados del hombre ni a las demás razas de monos. Este enorme aumento de inteligencia se produjo por lo tanto sin razón alguna y en contra de las reglas de la naturaleza, por lo que tampoco era necesario para una sana supervivencia. Por el contrario, este cambio constituyó la razón de la disarmonía entre las necesidades físicas y mentales, con lo que el hombre perdió su natural equilibrio entre cuerpo y espíritu. 
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"La autoconciencia, la razón y la imaginación rompieron la armonía que caracteriza a la existencia animal. Su aparición convirtió al hombre en una anomalía, en un capricho del uni­verso...La razon, bendición del hombre, es también su maldición: le obliga a luchar sempiternamente por resolver una dicotomía insoluble. La existencia humana difiere en este respecto de la de todos los demás organismos: se halla en un estado de desequilibrio constante e inevitable...El nacimiento del hombre, tanto ontogenética como filogenéticamente, es, esencialmente, un acontecimiento negativo. El hombre carece de la adaptación instintiva a la naturaleza, carece de fuerza física, es, al nacer, el más desvalido de los animales, y necesita protección durante mucho más tiempo que cualquiera de ellos. Aúnque ha perdido la unidad con la naturaleza, no se le han dado medios para llevar una existencia nueva al margen de la naturaleza" (Erich Fromm)
Esto, obviamente, no puede ser producto de una evolución natural.
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Como puede comprenderse, esto no es una evolución hacia la perfección ni conduce aun estado de felicidad, por lo que tampoco está en armonía con el orden cósmico. Nadie niega que el antepasado del hombre estuviera cubierto por un manto de pelo. Antes del nacimiento, todo embrión humano está recubierto de pelo que pierde antes o poco después de nacer. Lo que queda es un vello delgado y degenerado, incapaz de suplir las funciones de un manto completo de pelo. En
algunos casos muy excepcionales, hay personas que nacen con una fuerte mata de pelo que cubre el cuerpo en parte o en su totalidad y que conservan durante toda su vida. La aparición de signos típicos de nuestros antepasados, perdidos durante el proceso de evolución, recibe el nombre de atavismo. 

En este caso, el citado atavismo es la más clara prueba de que los antepasados del hombre eran unos animales cubiertos de pelo. ¿Cuál es la función de una capa de pelo? Protege del frío, pero también de los fuertes rayos solares y del calor. Ayuda a mantener la temperatura del cuerpo a unos 36° C, pues tanto para la producción de calor como para la refrigeración se consumen energías. El pelo aísla el cuerpo del mundo exterior y cuida de que no esté expuesto a unas oscilaciones de temperatura demasiado grandes. Ello ahorra energías que pueden ser empleadas para otras funciones fisiológicas y para combatir bacterias productoras de enfermedades. Ésta es una de las razones de que los animales, por regla general, resistan mejor las enfermedades que el hombre. 

Cuando un hombre con el cuerpo desnudo y sudoroso está expuesto a una corriente de aire, enferma y su médico dirá que se ha resfriado. En este caso, el cuerpo ha consumido una cantidad excesiva de sus energías en un espacio de tiempo muy corto para sustituir el calor perdido. Las reservas energéticas ya no bastan entonces para combatir las bacterias del cuerpo. Y el hombre enferma debido a estas bacterias, pero no a causa del frío. Ahora bien, un hombre desnudo puede enfermar igualmente si se expone largo tiempo a los fuertes rayos solares. Su cuerpo gastará en este caso demasiadas energías para equilibrar la alta temperatura exterior y también aquí existirá el peligro de que las bacterias que siempre están presentes ataquen sus órganos internos. El pelo natural -también- permite una evaporación lenta de los líquidos que eliminan los poros de la piel. Una evaporación demasiado rápida desembocaría en un enfriamiento precipitado, con lo que el cuerpo se vería expuesto de nuevo a un desgaste excesivo de energías para la producción de calor, y las reservas energéticas ya no bastarían para cumplir con las funciones fisiológicasnormales. La piel del hombre elimina de uno a cuatro litros diarios de líquido, que deben evaporarse en la medida justa para que la temperatura del cuerpo y la humedad de la piel correspondan siempre a las necesidades biológicas. 

Esta función, sin embargo, sólo la podría realizar la capa de pelo natural. Ninguna vestimenta artificial es capaz de ello.El pelo natural es al mismo tiempo el mejor vestido, puesto que concede total libertad de movimiento, sin frenar en modo alguno la circulación de la sangre. También esto es una importante premisa para conservar la salud física ymental. Cuando la circulación de la sangre es frenada, esto sobrecarga el corazón y dificulta el abastecimiento de sangre al cuerpo, inclusive al cerebro.Ésta es la causa de numerosas enfermedades, aunque sean diagnosticadas de forma diferente.Una vestimenta rígida y apretada disminuye en grado insospechado la capacidad mental y produce estados anímicos indeseados, incluso impaciencia, irritabilidad y agresividad (...)
 
El ser humano perdió el pelo y tuvo quesustituirlo por medios artificiales. Este sucedáneo no sólo es incompleto, sino que al mismo tiempo es causa de numerosos daños físicos y mentales. La pérdida del pelo tuvo lugar muy pronto, todavía en un estado semi-animal, cuando las capacidades intelectuales del semi-hombre todavía no podían crear ningún sucedáneo. Ello ocurrió en un momento en que supuestamente estaba exilado en una estepa, donde soplan vientos fuertes, donde las noches son frías y donde tenía que camuflarse ante los animales salvajes. 

El hombre nunca ha podido eliminar los efectos que la vestimenta artificialprias y no ajustadas. De esta forma no obstaculizabademasiado sus movimientos y daba lugar a una capa de aire entre la piel y elvestido, que regulaba relativamente bien la temperatura del cuerpo y laevaporación del sudor. Como consecuencia del creciente ocaso espiritual, en el curso del tiempo sus obras le merecían más importancia que él mismo. De esta forma, el hombre subrayó también en su vestimenta los aspectos externos en detrimento de la utilidad, la salud y la comodidad. Así dio lugar a insospechados daños físicos ymentales. En consecuencia, como la pérdida del pelo natural sólo tuvo para el hombre desventajas y ni una sola ventaja, se vio obligado a sustituir precariamente lo perdido, pues de lo contrario no hubiera podido subsistir. 

A pesar de todos estos daños, nada ha impedido a ciertos científicos afirmarque todos estos defectos mórbidos son la consecuencia lógica de una evolución natural, sin demostrar nunca ni una sola ventaja. Algunos «científicos» incluso creen posible que la pérdida del pelo se desencadena por unos pretendidos «mecanismos de selección sexual». Según esto, el ideal de belleza de los monos se convirtió de repente en unas monas desnudas, y éstas eran las únicas fecundadas. Pero esto no es todo. Algunos llegan a afirmar con toda seriedad que este nuevo estado fomentó en gran manera la inteligencia, dado que la fabricación de vestidos incrementa la inteligencia y significa un progreso. Según esta teoría, puede decirse que es una auténtica suerte que el hombre haya perdido algo que le era útil y que ahora se vea obligado a sustituirlo con el sudor de su frente. Todo ello puede encontrarse en libros «científicos», escritos por «especialistas», y leídos crédulamente por un público «ilustrado». En cualquier otro animal, una pérdida semejante o incluso menos grave, significaría para estos mismos científicos un desarrollo equivocado, opuesto a la evolución natural. Pero dado que esta pérdida la sufrió el ser humano, se sienten obligados a invertir la verdad. 

¿Qué razones aducen los científicos para la pérdida del pelo? Una de sus tesis dice que el hombre primitivo no tenía necesidad del abrigo de pelo en los trópicos ni en regiones más frías, por lo que lo perdió por vía natural. No se dice si ello ocurrió a consecuencia de la creciente inteligencia, pero se insinúa. En todo caso, se afirma que se trataba de un paso adelante en el marco de la evolución natural. Sin embargo, nadie explica por qué desde los más remotos tiempos el hombre se ha visto obligado a proporcionarse vestidos, pues entonces tendría que aceptarse que la desnudez es un falso desarrollo y una enfermedad. Ello invalidaría todas las obras escritas sobre la evolución del hombre. Se afirma también que el antepasado del hombre tenía miedo de las fieras, por lo que se erguía sobre sus patas traseras para poder descubrir a sus enemigos entre las altas hierbas. Como es lógico, precisamente para esto habría necesitado un buen camuflaje, que perdió justo en aquel período. Otros científicos se preocupan menos por las causas y llegan a la siguiente conclusión: el hombre primitivo comenzó a vestirse y de esta forma el pelo resultó superfluo, degeneró y desapareció. Pero nadie nos explica por qué un ser entre mono y hombre comenzó de pronto a utilizar vestidos, a pesar de tener pelo que le cubría el cuerpo. Durante 20 millones de años, este vestido natural le confirió suficiente protección. También esta teoría considera el vestido artificial como un signo de progreso, pero con una argumentación contraria. En un caso, la inteligencia produce la desnudez, en otro caso la desnudez da lugar a la inteligencia. 

La otra gran desventaja surgida durante el proceso de formación del hombre fue la pérdida de los signos sexuales de la mujer. Éstos aparecen en el mono antropomorfo una vez al mes y sólo duran unos pocos días. Con ello, se consigue que el animal macho sólo gaste sus energías sexuales cuando resulta posible la fecundación. En caso contrario, siempre habría entre los machos de una horda de simios una lucha continua por las hembras, lo que daría lugar a actividades sexuales desenfrenadas y sin razón biológica. Esta situación iría en detrimento de la constante y necesaria vigilancia frente al mundo hostil que rodea a la horda y tampoco habría suficiente tiempo ni fuerza para buscar alimentos. Cualquiera que fuera el animal, una situación de este tipo le conduciría finalmente a su extinción. ¿Tenía el mono antropomorfo que más tarde se convirtió en hombre este dispositivo tan importante y protector de la especie? Sí, lo tenía. Si no fuera éste el caso, se habría extinguido siendo todavía mono. En algunas razas humanas primitivas de las islas del Pacífico, que comenzaron el proceso de transformación en hombre cientos de miles de años más tarde, algunas mujeres todavía poseen huellas degeneradas de tales signos sexuales, que reaparecen todavía con mayor frecuencia como atavismos.

El ser humano perdió este dispositivo fisiológico tan importante durante el proceso de su formación. Esta pérdida puede ser de vital importancia en un
próximo futuro. Si los signos del período conceptivo todavía existieran, podría evitarse la superpoblación de la tierra mediante un control natural de nacimientos. También esta pérdida fue un duro golpe para el ser convertido ya en hombre. Puesto que el impulso de satisfacción sexual no disminuyó en el hombre, se unió al principio al azar y en cualquier momento con cualquier mujer. Ello fue la razón de una activación antinatural de la vida sexual y de una continua lucha a muerte entre los hombres.

Aquel período fue uno de los más peligrosos en la historia de la humanidad, pues por entonces amenazaba la extinción o la autodestrucción del género humano. Pero dado que en aquella época el nuevo ser ya disponía de una mayor capacidad mental, pudo salvar a su especie de la extinción mediante una disposición artificial: a cada hombre se le asignaban una o varias mujeres para su uso exclusivo, al tiempo que se le prohibía mantener relaciones sexuales con otras mujeres. De ahí nació la institución del matrimonio que hoy en día sigue siendo una medida de emergencia tan incompleta como entonces. Con ello, el mono polígamo, que antes se unía con todas las hembras de la horda que mostraban los signos de la fertilidad, se encadenó a sí mismo. La ruptura de la norma era castigada severamente, incluso con la muerte. ¿Puede perderse por evolución natural esta función fisiológica vital, que ha de ser sustituida por una norma artificial e imperfecta para que el género humanono se extinga? No, tampoco esto tiene nada que ver con una evolución natural. Ahora bien, ¿es la pérdida de un dispositivo tan importante de la vida sexual una de las premisas para la adquisición de una inteligencia superior? O bien, ¿acaso una inteligencia superior causa la pérdida de un dispositivo fisiológico tan importante? La adquisición de una inteligencia superior en el curso de un proceso evolutivo natural no puede estar unida nunca a la pérdida de unos mecanismos útiles. Y la pérdida de un dispositivo fisiológico importante tampoco puede ser condiciónprevia para el aumento de la inteligencia. Por consiguiente, tampoco esta pérdida tiene nada que ver con la evolución natural, con la inteligencia y con el progreso, sino que es algo innatural y perjudicial.

Sin embargo, todo ello no impide a los científicos afirmar que esta ausencia, que hizo precisa una regulación artificial, es el resultado de una evolución natural, y pretender que la solución de emergencia del matrimonio es signo de una alta inteligencia. La ciencia no quiere percatarse ni sacar consecuenciasdel hecho de que el hombre sólo acepta a disgusto las reglas establecidas, a pesar de ser necesarias. El ser humano se rebela constantemente contra las reglas que se ha impuestoa sí mismo. El hombre cambia sus mujeres y mantiene prostíbulos. Pero si las reglas de limitación fueran consecuencia de una evolución natural y una inteligencia superior, entonces el hombre se estaría rebelando contra sus propios adelantos y su propia inteligencia. Ahora bien, ningún ser vivo de la tierra se rebela contra su evolución natural o sus consecuencias. De esta forma, si el hombre implantó algo contra lo que se rebela de tanto en tanto, no ocurrió porque fuera más inteligente, sino porque se vio obligado a ello por una situación de emergencia. La vida sexual del ser humano se ha convulsionado. Esto no es signo de una evolución natural, sino, por el contrario, un proceso innatural cuyas graves consecuencias todavía no ha comprendido el hombre y que ni tan sólo presiente. 

El tercer fenómeno es el inmenso y rápido crecimiento del cerebro humano y el incremento todavía mucho mayor de la inteligencia. Por principio, todo ser vivo sólo dispone de aquellos mecanismos y capacidades que precisa para su conservación y la de su especie. Ello se refiere tanto a sus características físicas como espirituales. Si una especie no cumple tales requisitos, está condenada a la extinción. Los antepasados del hombre, al igual que sus más próximos parientes, todos los demás monos antropomorfos, cumplían al principio los requisitos básicos para una vida sana. Tenían todos aproximadamente el mismo contenido craneal y poseían la misma inteligencia. Vivían al mismo tiempo en las mismas zonas geográficas y bajo las mismas condiciones climatológicas. El alimento de todos ellos también era el mismo: frutos, plantas y raíces. Apenas se diferenciaban en su modo de vida. Incluso sus enemigos eran los mismos. Así pues, ¿para qué necesitaba una inteligencia superior el animal que luego se convertiría en ser humano? ¿Era preciso este incremento de inteligencia para la conservación de la especie? ¿Habría quedado extinguida la especie sin este aumento intelectual? ¿Acaso la naturaleza había planteado unos problemas nuevos y muy especiales, que sólo podían ser resueltos mediante una inteligencia mayor? 

Como se ha dicho ya, la naturaleza no planteó ningún problema nuevo. Si así hubiera sucedido, también se habrían visto afectados todos los demás monos antropomorfos y también habría aumentado en la misma medida su grado de inteligencia. Ahora bien, en los demás monos no ha tenido lugar este fenomenal aumento de inteligencia y, a pesar de ello, no se han extinguido, sino que siguen viviendo completamente sanos y con muchas menos preocupaciones que el hombre. Éste ha ido adquiriendo en el último millón deaños un exceso de capacidades mentales, que no sólo no necesita para conservar la vida, sino que de continuo le deparan nuevos y mayoresproblemas y preocupaciones, que no ha logrado solucionar hasta el momento actual. Muy al contrario: cada vez se crea mayor número de problemas difíciles, cuya solución da lugar a otros todavía más complicados. Por lo tanto,se ve incapaz de escapar a esta diabólica espiral. 

Lo más sorprendente es que el ser humano sufrió el aumento de inteligencia simultáneamente con la pérdida de los dos dispositivos físicos vitales ya descritos. Las leyes de la evolución natural no sólo enseñan que ningún ser vivo pierde sus mecanismos naturales, sino también que nunca puede adquirir unas facultades que no precisa para el cumplimiento de las condiciones de vida. El extraordinario incremento del volumen del cerebro y de la inteligencia nos prueban, sin embargo, que tuvo lugar un exceso. Una evolución natural no puede tener como consecuencia un exceso de inteligencia. (*) Si, a pesar de todo, se produjo, acompañado de unos fenómenos físicos deficitarios y antinaturales, todo ello sólo pudo ser consecuencia de una intervención artificial.

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(*) Entiéndase bien: un exceso de inteligencia se refiere a que ese crecimiento del volumen craneal no se dió en proporcion al crecimiento-desarrollo del resto del cuerpo, es decir, que ese exceso se semantiza en el hecho de que tenemos una cabeza que no está en armonía con el resto del cuerpo dónde está: exceso como desfase entre mente y cuerpo. Por eso tenemos que vivir bajo leyes y ordenanzas que van contra nosotros mismos en cuanto que somos animales pulsionales, instintuales: la cabeza instituye esas leyes, nuestros instintos, el coro biologico, las niega. Por ejemplo: el caño uterino por el que tenemos que pasar para llegar a la vida no se desarrolló en proporcion al crecimiento de la cabeza, que fue innatural  -por eso todos nacemos con cabeza de pepino: la abultada cabeza se tiene que acoplar al diametro de ese caño-, caño que creció y evolucionó de forma natural.  De aqui aquello de: "y parirás los hijos con dolor". ¿Es que entes se parian sin dolor? No, es que a partir de la Transgresión Ancestral, del proceso mono-hombre, cuando nuestra testa paso de 400 c.c. a 1.400 c.c...mientras que el caño uterino se desarrollaba mediante la evolucion natural. Larga explicacion. Pero hacía falta)
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Contamos, pues, con tres claros indicios que prueban la falsedad de la evolución natural: la pérdida del pelo del cuerpo, la pérdida de los signos sexuales y el exceso de inteligencia. Tanto el déficit como el exceso constituyen estados mórbidos. Ningún ser vivo podría soportar la pérdida de dos mecanismos físicos tanútiles, si no se crearan formas artificiales de compensarlo, puesto que la pérdida de uno solo de ellos ya bastaría para aniquilar toda la especie. 
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Y AQUI LLEGAMOS A LA CLAVE DEL ASUNTO: el trabajo, el homo habilis, las manos, no fue la CAUSA de la transformacion del mono en hombre: el trabajo fue el efecto al que nos vimos condenados para compesar esas dos perdidas citadas y lo pudimos llevar a cabo con ese mismo exceso de inteligencia tambien citado.
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Este ser posee, sin embargo, un exceso de cerebro e inteligencia, que le posibilita corregir elementalmente dos fenómenos de carencia mórbida. En toda la Tierra sólo existe una especie de este tipo, el ser humano. Se trata del ser más joven. 

Desde la adquisición de su nueva consciencia, se pregunta con temor, confusión y duda: ¿De  dónde vengo? ¿Qué soy? ¿A dónde voy? Estas preguntas estaban y continúan estando plenamente justificadas. El hombre siente que ha perdido el equilibrio entre la mente y el cuerpo. Buscaba y sigue buscando la verdad sobre sí mismo, lo perdido, a pesar de no saber qué ha perdido y por qué.  Bajo estas premisas desaparecen todas las ilusiones sobre el hombre, sobre su origen y sobre sus metas.  Con excesiva fantasía se erigió un castillo en el aire que ahora ha quedado derrumbado; la verdad siempre creída ha quedado sin fundamentos. En efecto, el hombre no nació en concordancia con los principios de este universo, sino que actuó en contra de este orden y se hizo a sí mismo. En consecuencia, el hombre se convirtió en un ser física y mentalmente enfermo. Está flotando en el turbulento océano de la incertidumbre, cuyas olas ha provocado él mismo. Los botes de salvamento que se está construyendo de continuo bajo el pretexto de su progreso, no son más que diminutas cañas depaja a las cuales se aferra con desesperación, pero que no son capaces de mantenerlo a flote. Y vendrá el día en que tampoco habrá ya para él pajas ni botes de salvamento


(1)
"Freud interpretó el concepto religioso de la 'caída de la gracia', por lo que Cristo vino a salvar al hombre, como una expresión prehistórica de un acto de asesinato. Por  otro lado, el mito bíblico de Adan y Eva, como la ideología católica del pecado original, son revelados como básicos mitos de transgresión sexual, como concepciones de 'pecado' contra el tabú sexual. Esto no excluye la posibilidad de que la transgresión sexual estuvo acompañada del acto de asesinato"
(Wilhelm Reich citando a Freud en su libro "Sex-Pol"; paginas 221-222)

"La caída de Adan y Eva, obviamente, más allá de toda duda, fue debida a un acto que cometieron contra las leyes de la Naturaleza en un sentido genital"
(The Murder of Christ", Wilhelm Reich; pag. 11)

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Esta criatura, este ser -descrito por Oscar Kiss-, que, sin el reconocimiento de ningúna autoridad afuera de él mismo, se auto-denomina "Homo sapiens sapiens", 'Hombre sabio sabio', que, desde la adquisición de su nueva consciencia, se pregunta con temor, confusión y duda: ¿De  dónde vengo? ¿Qué soy? ¿A dónde voy?, y que está flotando en el turbulento océano de la incertidumbre, cuyas olas ha provocado él mismo...¿es el mismo hombre que Engels, con su cierta lógica analítica nos expone en 'El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre'? 
No. 
No es el mismo.
Es otra concepción. 
Porque Engels lo que hace
--y lo entendemos que lo hiciera en 1876--
es ajustar la explicación antropológica
de nuestros orígenes al mango 
de su ideología hermenéutica.

La antropología marxista (1876, repetimos),
al ubicar al trabajo como nudo gordiano de la transformación del mono al hombre, se nos hace un tanto ingenua y apologética de nosotros mismoses lo mismo que explicar el paso de la oruga a mariposa sin entrar a desentrañar y estudiar la metamorfosis sobre la que se recarga todo ese proceso para no rebajar la belleza de las alas del nuevo ser. 

El GLOBAL CANIBALISMO DEL DEMENCIAL CAPITALISMO DEL PRESENTE, dónde nos estamos comiendo -NUESTRA PROPIO CASA-, tierras, cielos y mares del oriente y poniente, prueba que la profecia de Oscar Kiss, 'El Principio fue el Fin', no está equivocada porque vamos a terminar lo mismo que empezamos: canibalizandonos.
¿Cómo podemos explicar, si no, la galopante canibalización del planeta y la Mutual Assured Destruction, MAD, destinada a 'mantener la paz'?...¿O es que a todo ello nos llevó el trabajo y el desarrollo de las manos? 
Ridiculo. 
Leer ahora a Engels
a ver que os parece:

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El papel del trabajo 
en la transformación
del mono en hombre
F. Engels


Escrito: En 1876.[1]
Primera edición: En a revista Die Neue Zeit, Bd. 2, 
N° 44, 1895-1896.
Esta edición: Marxists Internet Archive, noviembre de 2000.
Fuente:
Biblioteca de Textos Marxistas


El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.

Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía en algún lugar de la zona tropical - quizás en un extenso continente hoy desaparecido en las profundidades del Océano Indico- una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada. 

Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas[2].

Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar por el suelo y empezaron a adoptar más y más una posición erecta. Fue el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre.

Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sólo en caso de extrema necesidad y, además, con suma torpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos.

 La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus largos brazos, como un cojo que camina con muletas. En general, aún hoy podemos observar entre los monos todas las formas de transición entre la marcha a cuatro patas y la marcha en posición erecta. Pero para ninguno de ellos ésta última ha pasado de ser un recurso circunstancial.

Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso entre los monos existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos. Como hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos, como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan con las manos varias operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años. El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.

Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones sumamente sencillas. Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que puede presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con una degeneración física simultánea, son muy superiores a aquellos seres del período de transición. 

Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación con él, el período histórico conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta mayor flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de generación en generación.

Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él.  Unicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini.

Pero la mano no era algo con existencia propia e independiente. Era únicamente un miembro de un organismo entero y sumamente complejo. Y lo que beneficiaba a la mano beneficiaba también a todo el cuerpo servido por ella; y lo beneficiaba en dos aspectos.

Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llamó de la correlación del crecimiento. Según ésta ley, ciertas formas de las distintas partes de los seres orgánicos siempre están ligadas a determinadas formas de otras partes, que aparentemente no tienen ninguna relación con las primeras. Así, todos los animales que poseen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado con la primera vértebra por medio de dos cóndilos, poseen, sin excepción, glándulas mamarias para la alimentación de sus crías. Así también, la pezuña hendida de ciertos mamíferos va ligada por regla general a la presencia de un estómago multilocular adaptado a la rumia. Las modificaciones experimentadas por ciertas formas provocan cambios en la forma de otras partes del organismo, sin que estemos en condiciones de explicar tal conexión. Los gatos totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siempre sordos. El perfeccionamiento gradual de la mano del hombre y la adaptación concomitante de los pies a la marcha en posición erecta repercutieron indudablemente, en virtud de dicha correlación, sobre otras partes del organismo.

Sin embargo, ésta acción aún está tan poco estudiada que aquí no podemos más que señalarla en términos generales. Mucho más importante es la reacción directa -posible de demostrar- del desarrollo de la mano sobre el resto del organismo. Como ya hemos dicho, nuestros antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas; evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de los animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados. Con cada nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre, haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas. Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas de ésta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. 

En resumen, los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro.

La comparación con los animales nos muestra que ésta explicación del origen del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada. Lo poco que los animales, incluso los más desarrollados, tienen que comunicarse los unos a los otros puede ser transmitido sin el concurso de la palabra articulada. Ningún animal en estado salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de hablar o de comprender el lenguaje humano. Pero la situación cambia por completo cuando el animal ha sido domesticado por el hombre. El contacto con el hombre ha desarrollado en el perro y en el caballo un oído tan sensible al lenguaje articulado, que estos animales pueden, dentro del marco de sus representaciones, llegar a comprender cualquier idioma. Además, pueden llegar a adquirir se nombre, el sentimiento de gratitud, etc. Quien conozca bien a estos animales, difícilmente podrá escapar a la convicción de que, en muchos casos, ésta incapacidad de hablar es experimentada ahora por ellos como un defecto. Desgraciadamente, este defecto no tiene remedio, pues sus órganos vocales se hallan demasiado especializados en determinada dirección. Sin embargo, cuando existe un órgano apropiado, ésta incapacidad puede ser superada dentro de ciertos límites. 

Los órganos bucales de las aves se distinguen en forma radical de los del hombre, y, sin embargo, las aves son los únicos animales que pueden aprender a hablar; y el ave de voz más repulsiva, el loro, es la que mejor habla. Y no importa que se nos objete diciéndonos que el loro no entiende lo que dice. Claro está que por el solo gusto de hablar y por sociabilidad con los hombres el loro puede estar repitiendo horas y horas todo su vocabulario. Pero, dentro del marco de sus representaciones, puede también llegar a comprender lo que dice. Enseñad a un loro a decir palabrotas, de modo que llegue a tener una idea de su significación (una de las distracciones favoritas de los marineros que regresan de las zonas cálidas), y veréis muy pronto que en cuanto lo irritáis hace uso de esas palabrotas con la misma corrección que cualquier verdulera de Berlín. Y lo mismo ocurre con la petición de golosinas.

Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, (A) fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y en perfección. Y a medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos. 

De la misma manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos. 

La vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo humano percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El perro tiene un olfato mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la centésima parte de los olores que sirven a éste de signos para diferenciar cosas distintas. Y el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo.  El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo. 

Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad. Seguramente hubieron de pasar centenares de miles de años -que en la historia de la Tierra tienen menos importancia que un segundo en la vida de un hombre[*]- antes de que la sociedad humana surgiese de aquellas manadas de monos que trepaban por los árboles. Pero, al fin y al cabo, surgió.

¿Y qué es lo que volvemos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monos y la sociedad humana? Otra vez el trabajo. La manada de monos se contentaba con devorar los alimentos de un área que determinaban las condiciones geográficas o la resistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de un lugar a otro y entablaba luchas con otras manadas para conquistar nuevas zonas de alimentación: pero era incapaz de extraer de estas zonas más de lo que la naturaleza buenamente le ofrecía, si exceptuamos la acción inconsciente de la manada, al abonar el suelo con sus excrementos. 

Cuando fueron ocupadas todas las zonas capaces de proporcionar alimento, el crecimiento de la población simiesca fue ya imposible; en el mejor de los casos el número de sus animales podía mantenerse al mismo nivel. Pero todos los animales son unos grandes despilfarradores de alimentos; además, con frecuencia destruyen en germen la nueva generación de reservas alimenticias. A diferencia del cazador, el lobo no respeta la cabra montés que habría de proporcionarle cabritos al año siguiente; las cabras de Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes de que puedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montañas del país. Esta «explotación rapaz» llevada a cabo por los animales desempeña un gran papel en la transformación gradual de las especies, al obligarlas a adaptarse a unos alimentos que no son los habituales para ellas, con lo que cambia la composición química de su sangre y se modifica poco a poco toda la constitución física del animal; las especies ya plasmadas desaparecen. No cabe duda de que ésta explotación rapaz contribuyó en alto grado a la humanización de nuestros antepasados, pues amplió el número de plantas y las partes de éstas utilizadas en la alimentación por aquella raza de monos que superaba con ventaja a todas las demás en inteligencia y en capacidad de adaptación. En una palabra, la alimentación, cada vez más variada, aportaba al organismo nuevas y nuevas substancias, con lo que fueron creadas las condiciones químicas para la transformación de estos monos en seres humanos. Pero todo esto no era trabajo en el verdadero sentido de la palabra. El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos. 

¿Y qué son los instrumentos más antiguos, si juzgamos por los restos que nos han llegado del hombre prehistórico, por el género de vida de los pueblos más antiguos que registra la historia, así como por el de los salvajes actuales más primitivos? Son instrumentos de caza y de pesca; los primeros utilizados también como armas. Pero la caza y la pesca suponen el tránsito de la alimentación exclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo que significa un nuevo paso de suma importancia en la transformación del mono en hombre. 

El consumo de carne ofreció al organismo, en forma casi acabada, los ingredientes más esenciales para su metabolismo. Con ello acortó el proceso de la digestión y otros procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, los procesos análogos a los de la vida de los vegetales), ahorrando así tiempo, materiales y estímulos para que pudiera manifestarse activamente la vida propiamente animal. 

Y cuanto más se alejaba el hombre en formación del reino vegetal, más se elevaba sobre los animales. De la misma manera que el hábito a la alimentación mixta convirtió al gato y al perro salvajes en servidores del hombre, así también el hábito a combinar la carne con la dieta vegetal contribuyó poderosamente a dar fuerza física e independencia al hombre en formación

Pero donde más se manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en el cerebro, que recibió así en mucha mayor cantidad que antes las substancias necesarias para su alimentación y desarrollo, con lo que su perfeccionamiento fue haciéndose mayor y más rápido de generación en generación. Debemos reconocer -y perdonen los señores vegetarianos- que no ha sido sin el consumo de la carne como el hombre ha llegado a ser hombre; y el hecho de que, en una u otra época de la historia de todos los pueblos conocidos, el empleo de la carne en la alimentación haya llevado al canibalismo (aún en el siglo X, los antepasados de los berlineses, los veletabos o vilzes, solían devorar a sus progenitores) es una cuestión que no tiene hoy para nosotros la menor importancia. (B)

El consumo de carne en la alimentación significó dos nuevos avances de importancia decisiva: el uso del fuego y la domesticación de animales. El primero redujo aún más el proceso de la digestión, ya que permitía llevar a la boca comida, como si dijéramos, medio digerida; el segundo multiplicó las reservas de carne, pues ahora, a la par con la caza, proporcionaba una nueva fuente para obtenerla en forma más regular. 

La domesticación de animales también proporcionó, con la leche y sus derivados, un nuevo alimento, que en cuanto a composición era por lo menos del mismo valor que la carne. Así, pues, estos dos adelantos se convirtieron directamente para el hombre en nuevos medios de emancipación. No podemos detenernos aquí a examinar en detalle sus consecuencias indirectas, a pesar de toda la importancia que hayan podido tener para el desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen nos apartaría demasiado de nuestro tema.

El hombre, que había aprendido a comer todo lo comestible, aprendió también, de la misma manera, a vivir en cualquier clima. Se extendió por toda la superficie habitable de la Tierra siendo el único animal capaz de hacerlo por propia iniciativa. Los demás animales que se han adaptado a todos los climas -los animales domésticos y los insectos parásitos- no lo lograron por sí solos, sino únicamente siguiendo al hombre. Y el paso del clima uniformemente cálido de la patria original, a zonas más frías donde el año se dividía en verano e invierno, creó nuevas necesidades, al obligar al hombre a buscar habitación y a cubrir su cuerpo para protegerse del frío y de la humedad. Así surgieron nuevas esferas de trabajo y, con ellas, nuevas actividades que fueron apartando más y más al hombre de los animales.

Gracias a la cooperación de la mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro, no sólo en cada individuo, sino también en la sociedad, los hombres fueron aprendiendo a ejecutar operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada vez más elevados. El trabajo mismo se diversificaba y perfeccionaba de generación en generación extendiéndose cada vez a nuevas actividades. A la caza y a la ganadería vino a sumarse la agricultura, y más tarde el hilado y el tejido, el trabajo de los metales, la alfarería y la navegación. Al lado del comercio y de los oficios aparecieron, finalmente, las artes y las ciencias; de las tribus salieron las naciones y los Estados. Se desarrollaron el Derecho y la Política, y con ellos el reflejo fantástico de las cosas humanas en la mente del hombre: la religión. Frente a todas estas creaciones, que se manifestaban en primer término como productos del cerebro y parecían dominar las sociedades humanas, las producciones más modestas, fruto del trabajo de la mano, quedaron relegadas a segundo plano, tanto más cuanto que en una fase muy temprana del desarrollo de la sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabeza que planeaba el trabajo era ya capaz de obligar a manos ajenas a realizar el trabajo proyectado por ella. 

El rápido progreso de la civilización fue atribuido exclusivamente a la cabeza, al desarrollo y a la actividad del cerebro. Los hombres se acostumbraron a explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar ésta explicación en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así cobra conciencia de ellas). Así fue cómo, con el transcurso del tiempo, surgió esa concepción idealista del mundo que ha dominado el cerebro de los hombres, sobre todo desde la desaparición del mundo antiguo, y que todavía lo sigue dominando hasta el punto de que incluso los naturalistas de la escuela darviniana más allegados al materialismo son aún incapaces de formarse una idea clara acerca del origen del hombre, pues esa misma influencia idealista les impide ver el papel desempeñado aquí por el trabajo. 

Los animales, como ya hemos indicado de pasada, también modifican con su actividad la naturaleza exterior, aunque no en el mismo grado que el hombre; y estas modificaciones provocadas por ellos en el medio ambiente repercuten, como hemos visto, en sus originadores, modificándolos a su vez. En la naturaleza nada ocurre en forma aislada. Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez, influenciado por éste; y es generalmente el olvido de este movimiento y de ésta interacción universal lo que impide a nuestros naturalistas percibir con claridad las cosas más simples. 

Ya hemos visto cómo las cabras han impedido la repoblación de los bosques en Grecia; en Santa Elena, las cabras y los cerdos desembarcados por los primeros navegantes llegados a la isla exterminaron casi por completo la vegetación allí existente, con lo que prepararon el suelo para que pudieran multiplicarse las plantas llevadas más tarde por otros navegantes y colonizadores. Pero la influencia duradera de los animales sobre la naturaleza que los rodea es completamente involuntaria y constituye, por lo que a los animales se refiere, un hecho accidental. 

Pero cuanto más se alejan los hombres de los animales, más adquiere su influencia sobre la naturaleza el carácter de una acción intencional y planeada, cuyo fin es lograr objetivos proyectados de antemano. Los animales destrozan la vegetación del lugar sin darse cuenta de lo que hacen. Los hombres, en cambio, cuando destruyen la vegetación lo hacen con el fin de utilizar la superficie que queda libre para sembrar cereales, plantar árboles o cultivar la vid, conscientes de que la cosecha que obtengan superará varias veces lo sembrado por ellos. 

El hombre traslada de un país a otro plantas útiles y animales domésticos modificando así la flora y la fauna de continentes enteros. Más aún; las plantas y los animales, cultivadas aquéllas y criados éstos en condiciones artificiales, sufren tales modificaciones bajo la influencia de la mano del hombre que se vuelven irreconocibles. Hasta hoy día no han sido hallados aún los antepasados silvestres de nuestros cultivos cerealistas. Aún no ha sido resuelta la cuestión de saber cuál es el animal que ha dado origen a nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a las actuales razas de caballos, también tan numerosas.

Por lo demás, de suyo se comprende que no tenemos la intención de negar a los animales la facultad de actuar en forma planificada, de un modo premeditado. Por el contrario, la acción planificada existe en germen dondequiera que el protoplasma -la albúmina viva- exista y reaccione, es decir, realice determinados movimientos, aunque sean los más simples, en respuesta a determinados estímulos del exterior. Esta reacción se produce, no digamos ya en la célula nerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula de ninguna clase. El acto mediante el cual las plantas insectívoras se apoderan de su presa, aparece también, hasta cierto punto, como un acto planeado, aunque se realice de un modo totalmente inconsciente. La facultad de realizar actos conscientes y premeditados se desarrolla en los animales en correspondencia con el desarrollo del sistema nervioso, y adquiere ya en los mamíferos un nivel bastante elevado. Durante la caza inglesa de la zorra puede observarse siempre la infalibilidad con que la zorra utiliza su perfecto conocimiento del lugar para ocultarse a sus perseguidores, y lo bien que conoce y sabe aprovechar todas las ventajas del terreno para despistarlos. Entre nuestros animales domésticos, que han llegado a un grado más alto de desarrollo gracias a su convivencia con el hombre, pueden observarse a diario actos de astucia, equiparables a los de los niños, pues lo mismo que el desarrollo del embrión humano en el claustro materno es una repetición abreviada de toda la historia del desarrollo físico seguido a través de millones de años por nuestros antepasados del reino animal, a partir del gusano, así también el desarrollo mental del niño representa una repetición, aún más abreviada, del desarrollo intelectual de esos mismos antepasados, en todo caso de los menos remotos. Pero ni un solo acto planificado de ningún animal ha podido imprimir en la naturaleza el sello de su voluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo. 

 Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella. El hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y ésta es, en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo[**].

Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las bases de la actual aridez de esas tierras (....)  Los que difundieron el cultivo de la patata en Europa no sabían que con este tubérculo farináceo difundían a la vez la escrofulosis. Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistador sobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas adecuadamente.

En efecto, cada día aprendemos a comprender mejor las leyes de la naturaleza y a conocer tanto los efectos inmediatos como las consecuencias remotas de nuestra intromisión en el curso natural de su desarrollo. Sobre todo después de los grandes progresos logrados en este siglo por las Ciencias Naturales, nos hallamos en condiciones de prever, y, por tanto, de controlar cada vez mejor las remotas consecuencias naturales de nuestros actos en la producción, por lo menos de los más corrientes. Y cuanto más sea esto una realidad, más sentirán y comprenderán los hombres su unidad con la naturaleza, y más inconcebible será esa idea absurda y antinatural de la antítesis entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma y el cuerpo, idea que empieza a difundirse por Europa a raíz de la decadencia de la antigüedad clásica y que adquiere su máximo desenvolvimiento en el cristianismo.

Mas, si han sido precisos miles de años para que el hombre aprendiera en cierto grado a prever las remotas consecuencias naturales de sus actos dirigidos a la producción, mucho más le costó aprender a calcular las remotas consecuencias sociales de esos mismos actos. Ya hemos hablado más arriba de la patata y de sus consecuencias en cuanto a la difusión de la escrofulosis: Pero, ¿qué importancia puede tener la escrofulosis comparada con los efectos que sobre las condiciones de vida de las masas del pueblo de países enteros ha tenido la reducción de la dieta de los trabajadores a simples patatas, con el hambre que se extendió en 1847 por Irlanda a consecuencia de una enfermedad de este tubérculo, y que llevó a la tumba a un millón de irlandeses que se alimentaban exclusivamente o casi exclusivamente de patatas y obligó a emigrar allende el océano a otros dos millones? Cuando los árabes aprendieron a destilar el alcohol, ni siquiera se les ocurrió pensar que habían creado una de las armas principales con que habría de ser exterminada la población indígena del continente americano, aún desconocido, en aquel entonces. Y cuando Colón descubrió más tarde América, no sabía que a la vez daba nueva vida a la esclavitud, desaparecida desde hacía mucho tiempo en Europa, y sentaba las bases de la trata de negros. Los hombres que en los siglos XVII y XVIII trabajaron para crear la máquina de vapor, no sospechaban que estaban creando un instrumento que habría de subvertir, más que ningún otro, las condiciones sociales en todo el mundo, y que, sobre todo en Europa, al concentrar la riqueza en manos de una minoría y al privar de toda propiedad a la inmensa mayoría de la población, habría de proporcionar primero el dominio social y político a la burguesía y provocar después la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, lucha que sólo puede terminar con el derrocamiento de la burguesía y la abolición de todos los antagonismos de clase. Pero también aquí, aprovechando una experiencia larga, y a veces cruel, confrontando y analizando los materiales proporcionados por la historia, vamos aprendiendo poco a poco a conocer las consecuencias sociales indirectas y más remotas de nuestros actos en la producción, lo que nos permite extender también a estas consecuencias nuestro dominio y nuestro control.

Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente. Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No hacían el menor caso de las consecuencias remotas, que sólo aparecen más tarde y cuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual. 

La primitiva propiedad comunal de la tierra correspondía, por un lado, a un estado de desarrollo de los hombres en el que el horizonte de éstos quedaba limitado, por lo general, a las cosas más inmediatas, y presuponía, por otro lado, cierto excedente de tierras libres, que ofrecía cierto margen para neutralizar los posibles resultados adversos de ésta economía positiva. Al agotarse el excedente de tierras libres, comenzó la decadencia de la propiedad comunal. Todas las formas más elevadas de producción que vinieron después condujeron a la  población en clases diferentes y, por tanto, al antagonismo entre las clases dominantes y las clases oprimidas. En consecuencia, los intereses de las clases dominantes se convirtieron en el elemento propulsor de la producción, en cuanto ésta no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia de looprimidos. Donde esto halla su expresión más acabada es en el modo de producción capitalista de hoy en la Europa Occidental. Los capitalistas individuales, que dominan la producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la utilidad más inmediata de sus actos. Más aún; incluso ésta misma utilidad -por cuanto se trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada- pasa por completo a segundo plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la venta.

*      *      *
La ciencia social de la burguesía, la Economía Política clásica, sólo se ocupa preferentemente de aquellas consecuencias sociales que constituyen el objetivo inmediato de los actos realizados por los hombres en la producción y el cambio. Esto corresponde plenamente al régimen social cuya expresión teórica es esa ciencia. Por cuanto los capitalistas aislados producen o cambian con el único fin de obtener beneficios inmediatos, sólo pueden ser tenidos en cuenta, primeramente, los resultados más próximos y más inmediatos. Cuando un industrial o un comerciante vende la mercancía producida o comprada por él y obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo más mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador. Igual ocurre con las consecuencias naturales de esas mismas acciones. Cuando en Cuba los plantadores españoles quemaban los bosques en las laderas de las montañas para obtener con la ceniza un abono que sólo les alcanzaba para fertilizar una generación de cafetos de alto rendimiento, ¡poco les importaba que las lluvias torrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetal del suelo, privada de la protección de los árboles, y no dejasen tras sí más que rocas desnudas! Con el actual modo de producción, y por lo que respecta tanto a las consecuencias naturales como a las consecuencias sociales de los actos realizados por los hombres, lo que interesa preferentemente son sólo los primeros resultados, los más palpables. Y luego hasta se manifiesta extrañeza de que las consecuencias remotas resultara en su antípoda, como nos lo demuestra el curso de cada uno de esos ciclos industriales de diez años, y como han podido convencerse de ello los que con el «crac»[3]han vivido en Alemania un pequeño preludio; de que la propiedad privada basada en el trabajo de uno mismo se convierta necesariamente, al desarrollarse, en la desposesión de los trabajadores de toda propiedad, mientras toda la riqueza se concentra más y más en manos de los que no trabajan; de que [...][***].

Traducido del alemán.

NOTAS

* Sir William Thomson, autoridad de primer orden en la materia calculó que ha debido transcurrir poco más de cien millones de años desde el momento en que la Tierra se enfrió lo suficiente para que en ella pudieran vivir las plantas y los animales.

** Acotación al margen: «Ennoblecimiento».

*** Aquí se interrumpe el manuscrito. (N. de la Edit.)

1. El presente artículo fue ideado inicialmente como introducción a un trabajo más extenso denominado Tres formas fundamentales de esclavización. Pero, visto que el propósito no se cumplía, Engels acabó por dar a la introducción el título El papel del trabajo en el proceso de transformación del mono en hombre. Engels explica en ella el papel decisivo del trabajo, de la producción de instrumentos, en la formación del tipo físico del hombre y la formación de la sociedad humana, mostrando que, a partir de un antepasado parecido al mono, como resultado de un largo proceso histórico, se desarrolló un ser cualitativamente distinto, el hombre. Lo más probable es que el artículo haya sido escrito en junio de 1876.

2. Véase el libro de C. Darwin The Descent of Man and Selection in Relation to Sex («El origen del hombre y la selección sexual»), publicado en Londres en 1871.

3. Trátase de la crisis económica mundial de 1873. En Alemania, la crisis comenzó con una «grandiosa bancarrota» en mayo de 1873, preludio de la crisis que duró hasta fines de los años 70.

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(A) El habla no es el resultado de una inteligencia superior, sino un sucedáneo de emergencia para la ya perdida facultad de comunicarse mediante transmisión de pensamientos. Los sonidos de los animales no son lenguas primitivas, sino señales de llamada, con las cuales invitan a sus congéneres a conectar su cerebro al circuito de recepción de pensamientos. Si el ser humano es tan incapaz de autocrítica, que incluso cree que su vida sexual mórbida y la pérdida de su pelo forman parte de la evolución natural e incluso las adscribe a una inteligencia superior, ya no es de extrañar que también haya presentado las más absurdas teorías acerca del lenguaje, única forma de expresión de la humanidad.

(B) El animal que más tarde se iba a convertir en hombre, había manipulado conscientemente su cerebro. El ser humano es el único animal terrestre que ha matado a sus congéneres con la finalidad de consumir sus cerebros. Los antepasados del hombre comenzaron esta práctica hace más de un millón de años y la siguieron ininterrumpidamente durante todo el proceso de formación del hombre, a lo largo de un millón de años. El mono antropomorfo del cual nació el hombre, descubrió que el consumo del cerebro de sus congéneres incrementaba sus estímulos sexuales. Acabó viciándose y se dedicó a la caza de cerebros. Sólo más tarde se dio cuenta de que el consumo de cerebros también tenía como consecuencia un aumento de su inteligencia. El deseo de un mayor deleite sexual y el posterior deseo de ser más inteligente llevó al hombre a intensificar el canibalismo. El proceso de formación del hombre se inició, por consiguiente, con el consumo de los cerebros de sus congeneres y prosiguió de forma continuada a lo largo de toda la historia evolutiva del género humano. Al comer el cerebro, el hombre consumía también las sustancias concentradas contenidas en él. De esta forma, tanto su propio cerebro como su capacidad intelectual aumentaron en unas dimensiones superiores a lo normal. Así nació el exceso de inteligencia, biológicamente infundada, que más tarde se convirtió en un estado mórbido. 

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